¡Toro-torojil!

(Juego en el que se debe huir de la “rana engusanada”)

La canción de este juego dice así:

Vamos a la vuelta del toro-torojil,

a ver a la rana comiendo perejil.

La rana no está aquí,

¿estará en su vergel?

Cortando una rosa,

sembrando un clavel.

¿Cómo amaneció la ranita?

¡Engusanada!

En ese momento, todo el mundo se pone a correr. Esto es más o menos lo que nos pasa a nosotros con los políticos (las ranas) y a ellos mismos entre sí, porque ahora resulta que unos están más engusanados que otros y, sin embargo, siempre hay quienes pretenden ser los ungidos, para seguir gozando de las mieles (el perejil) del poder.

¿Recuerdan que hace una semanas les conté de los chambres que venía haciendo el Luisito Rabbé, para seguir al frente del Congresucho? Pues mi Red de colegas meseros me asegura que esos esfuerzos son más fuertes ahora y que, a pesar de haber sido esta la peor administración parlamentaria desde 1985 –y la más cara–, Rabbé está moviendo sus pitas, al extremo de que busca hasta la bendición del nuevo presi, Jimmy Morales, a quien ya le puso en autos sobre su poder mediático.

Entonces, lo que ha sucedido, es que ahora entre los políticos hay varios juegos simultáneos de ¡toro-torojil!, y hay esfuerzos por no ser vistos como ranita engusanada, sino que más bien aparecer en público como niñitos de primera comunión.

Eso está pasando en el Congreso, pero también en los grupos que tratan de acercarse al nuevo presi, a quien le pagan con su misma moneda, porque le repiten la canción de Pedro Fernández que él mismo ha promovido tanto, la cual dice:

Si te vienen a contar

cositas malas de mí,

manda a todos a volar

y diles que

yo no fui.

¡Nada que ver!, estamos en la época en la que no basta con decir ando cortando una rosa, o sembrando un clavel, sino que hay que demostrarlo. Con quien parece que ya hizo migas Rabbé es con la rana ex-DC, ex-PAN, ex-FRG y ahora también ex-PP, Arístides Crespo –que más que rana parece camaleón, porque cambia de colores según la canción–. Parece que el diputado eterno ofrece los votos de su bancada al amo de los medios, pero también se ha acercado a la bancada que será oficialista (FCN-Nación), para que sepan que no estarán tan solos en el nuevo Congreso. Así, puede seguir en la directiva y controlar todo el tema de las plazas fantasmas.  Además, como él mismo le dice a medio mundo, con Luisito arriba, el que manda soy yo, por aquello de las incapacidades evidentes…

Y me cuentan que el simpático de Jimmy está abrumado en este juego del ¡toro-torojil!, por lo que le ha pedido a su vice, Jafeth Cabrera, que lo juegue por él, porque son tantas las ranitas que se le presentan, que ya no sabe distinguir entre limpias y engusanadas.

Este juego se está volviendo muy popular, aun fuera de la política, porque entre los empresarios también lo están disfrutando. Resulta que ahora aparecen algunas ranitas engusanadas con denuncias internacionales –caso Milllicom–, y todo el mundo sale corriendo, asustado. Lo que no saben, es que la contraestrategia es denunciar casos de corrupción de otros grupos. Total, que tal vez se vean trapitos sucios por todos lados y lo que se quiere es que todos jueguen ¡toro-torojil!

Y también me cuentan mis colegas meseros que el que anda más perdido que la hija de La Llorona –mejor dicho, escondido– es Fernando Jarquín, un farmacéutico que seguramente está en la lista de la CICIG tras la huida de Gustavo Alejos. A estos y a J.I. Cohen, parece que les tocará jugar ¡toro-torojil! por un buen tiempo, porque el MP y la CICIG están en busca de ranitas en el caso de la venta de medicinas… por ahora al IGSS, pero pronto será por todo el sistema de salud.

Jarquín, que regalaba fincas por aquí y por allá, y hasta hace poco llegaba a un lujoso restaurante varias veces por semana, ha dejado de hacerlo como por arte de magia desde el día de las capturas del IGSS, y también abandonó una mansión que acababa de comprar y remodelar muy cerca de Los Próceres. Como decían los patojos de antes, ni visto ni oído.

Y para terminar con el ¡toro-torojil! y lo de las ranitas engusanadas, hay algunas que piensan que lo que se necesita es pasar por un buen proceso de photoshop –ese programa mágico que arregla fotos–, como el que se hicieron las candidatas presidenciales en la pasada contienda, porque entonces uno puede dejar de parecer ranita y presentarse más guapetón (ona), sobre todo en estos momentos, cuando lo que se trata es de dejar a un lado la tormenta y conseguir algún buen hueso…

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