- La columna de Francisco Sandoval (Franco) se enfoca en esta ocasión en los británicos, como parte de su recorrido por diferentes países…
Francisco J. Sandoval
En muchos sentidos los británicos son dignos de admiración. Para los aficionados porque allí se inventó el deporte más popular de todo el mundo, el futbol. Pero allí también surgieron grandes ideas, notables inventos y mucha tecnología que hizo que la humanidad entrara en eso que ahora llamamos desarrollo.
Una serie de razones personales abonan la causa de mi simpatía por los británicos. En Londres viví ocho semanas estudiando inglés. Aproveché para conocer sus teatros, museos, parques y figuras de su historia. Visité la BBC, ejemplo de periodismo serio e innovador. Fui a Stratford upon Avon con el específico fin de presenciar la obra Measure for measure, en el Teatro que fundó Shakespeare. Visité Oxford y Cambridge y allí participé en algunas conferencias en sus famosas universidades. En Sussex conversé con Richard Jolly, científico que un par de años después sería alto ejecutivo de Unicef. Fui al estadio a ver jugar al equipo de mi barrio (Cristal Palace), entonces en segunda división. El estruendo de los aficionados y unos cuantos hooligans cuando había un gol era como para botar una montaña. Por eso a veces presumo que el acento de mi inglés es británico. Les daría envidia escucharme diciendo unfortunately o ¿Whay not?
Mucho más importante que estas pinceladas personales son asuntos como estos:
Pubs: Una semana antes de partir a Londres un compañero de trabajo me dijo “La palabra más sagrada para un británico es pub. Tenía razón, no solo porque en un pub de Liverpool surgieron los Beatles sino porque esas simpáticas cantinas provocan diálogos y encuentros entre vecinos. Allí se toman dos o tres vasos de cerveza cruda, casi siempre al tiempo.
Fish and chips: una comida simple de pescado y papas fritas. Populares y sanos, son el equivalente a nuestros shucos y a las hamburguesas de los gringos. Ese almuerzo liviano se encuentra en los parques y en todo restaurante. A las 5.00 p. m. es la infaltable hora del té.
El teatro: Los griegos fueron los creadores del teatro, pero los británicos lo modernizaron y pusieron en la cima de los espectáculos. Un barrio entero de Londres (West End) está poblado de teatros. Con profundo gozo allí vi el musical Los miserables, grandiosa adaptación de la obra de Víctor Hugo. Quise ver Evita pero tenía que esperar cuatro meses para que hubiera un espacio.
La ironía: Ningún pueblo del mundo, excepto los británicos, tiene el talento para hacer finas burlas durante una conversación. Jamás olvidaré la respuesta que me dio Rogger Moore luego de presentarle mi idea de lo que sería el documental de su visita a Centroamérica: It could be worse (podría ser peor) seguido de una carcajada y un palmoteo sobre mi hombro. Me criticaba en broma. A él se le ocurrió cómo mejorar mi idea. La ironía es palabra con ingenio, sin ofensa.
La historia: Si algo diferencia a un británico de un norteamericano es su sentido y respeto por la historia. Mientras para éste el pasado es asunto de borrón y cuenta nueva para un británico es una huella que se conserva y engrandece. No por casualidad los grandes historiadores y autores de novela histórica casi siempre son británicos.
Grandes inventores: Muchas de las grandes ideas y conquistas que alumbran los senderos de la humanidad surgieron en ese frío norte, particularmente en Escocia. Allí se inventó la máquina de vapor y su fascinante empleo: ferrocarriles, barcos, tractores, ingenios azucareros; de allí viene el telescopio, la cámara, la web, la lavadora, la prensa hidráulica. Allí florecieron ideas simples que valen oro, como que al nacer la mente es una hoja en blanco que se alimenta de la experiencia sensorial (Locke); sin sociedad el ser humano no puede crecer y desarrollarse decía Ferguson; las ideas son morales en cuanto mayor beneficio producen a las personas plantea Bentham; las ideas se derivan de impresiones sensoriales decía Hume.
En América Latina Buenos Aires se catapultó como ciudad europea por la adopción de tecnologías y costumbres británicas. Eso no quita que después terminaran peleando por las Malvinas.
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