Teotihuacán, la «ciudad de los dioses» del México prehispánico, parecía hibernar en los últimos meses, obligada al cierre por la pandemia de covid-19, pero con su reapertura a los turistas este majestuoso sitio arqueológico comienza una nueva vida.
La «Calzada de los Muertos», arteria principal de unos 2 km de largo que une a la pirámide del Sol, la mayor, con la de la Luna, era recorrida el jueves por un centenar de turistas, protegidos con tapabocas, bajo un cielo gris que marcó la jornada tras el cierre ordenado a finales de marzo.
En medio de numerosos perros que vagaban plácidamente, algunos de los visitantes observaban con mirada perdida, por momentos alucinada, como si se hubieran topado con algún habitante de esta ciudad, la mayor de la América precolombina, fundada alrededor del año 200 A.C. y abandonada ocho o nueve siglos después.
Para la mayoría de los visitantes, esta era su primera salida desde que las autoridades flexibilizaron el aislamiento ordenado para contener el avance del nuevo coronavirus.
«Es hermosísima. Me encanta, la inmensidad de las cosas (…). Me parece magnífico», dijo a la AFP Angélica Téllez, de 18 años, con ojos brillantes de emoción.
Prohibido subir a las pirámides
El sitio arqueológico alcanzó a recibir el 19 de marzo, con motivo del equinoccio de primavera, tradicionalmente uno de los días con mayor afluencia, a pequeños grupos que desafiaban las recomendaciones de permanecer en casa.
- En la reapertura, las autoridades esperan recibir diariamente a unos 3,000 visitantes desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde
- 30% de la capacidad de este sitio declarado patrimonio mundial de la humanidad por la UNESCO.
Para ingresar a Teotihuacán, localizada a unos 40 km de Ciudad de México, es obligatorio el uso del tapabocas y está prohibido subir a las pirámides, uno de los mayores deleites de los visitantes tanto por su simbolismo como por el desafío de escalar los a veces intrincados peldaños.
Entre las milenarias piedras se observa a un único turista de rasgos asiáticos. Se trata de Tony Tang, empresario chino de 45 años residente en California, Estados Unidos, dedicado al comercio internacional.
Explica que tenía previsto viajar a Egipto el 7 de septiembre, pero su vuelo fue cancelado por falta de pasajeros debido a la pandemia.
«Aquí estoy, entonces (…), visitando otras pirámides. ¡Es impresionante!», expresa este turista nacido en Pekín.
Paulo Rallo, un disc-jockey de 42 años proveniente de Barcelona, dice sentirse muy afortunado de estar en Teotihuacán. «Es increíble cómo podían haber hecho esto en la época que se hizo», comenta.
Considera que en México hay más precauciones que en España ante el covid-19, como el que le hayan tomado la temperatura antes de autorizarle la entrada.
El dios Sol y la diosa Luna
También se permitió la reapertura de la mitad de los 110 comercios que ofrecen todo tipo de coloridas artesanías, entre las que destacan réplicas en miniatura de las pirámides, algunas «made in China».
José Luis Fernández, artesano local de 47 años, muestra al dios Sol y a la diosa Luna que talló en negras piedras volcánicas, abundantes en la zona.
«¡Qué alivio para nosotros empezar a laborar de nuevo y generar ingreso para nuestras familias», exclama al ofertar cada pieza en 800 pesos (unos 36 dólares).
Un comerciante que acaba de levantar su cortina limpia el polvo acumulado en los anaqueles, rodeados de una gruesa cinta amarilla para marcar un límite de prevención.
«Siento que comienzo de nuevo la vida», afirma con un suspiro Moisés Oliva, de 51 años. Durante los meses de cierre sobrevivió gracias a las legumbres que cultiva en la cercana localidad de San Francisco Masapas.
«Venimos con la esperanza de que algún cliente compre algo», explica Lourdes Guerra Oliva, de 58 años, también vecina de San Francisco Masapas.
Consiguió sobrevivir vendiendo vitrales que ella misma fabrica a iglesias de la zona.