El viernes se retomaron las operaciones de búsqueda en los Alpes suizos para encontrar a ocho alpinistas desaparecidos en un deslizamiento de tierras que arrasó la aldea de Bondo, en la frontera con Italia, y forzó a evacuar a su centenar de habitantes.
Las operaciones, que comenzaron el miércoles, cuando ocurrió la catástrofe, habían sido interrumpidas durante la noche por razones de seguridad.
El ministerio austriaco de Relaciones Exteriores indicó que una pareja de ese país estaba entre los alpinistas desaparecidos. Los otros seis son alemanes y suizos que caminaban en grupos pequeños, según la policía.
Un centenar de rescatistas, policías, bomberos y militares con perros, cámaras de infrarrojos y aparatos de detección de ondas de teléfonos móviles tratan de encontrar a los desaparecidos por tierra y aire.
La presidenta suiza, Doris Leuthard, visitó el lugar el jueves y lamentó que «cuanto más tiempo pasa, mayor es el riesgo de que los desaparecidos hayan muerto», según el diario suizo Blick.
Por su parte, la alcaldesa de Bregaglia, de la que depende Bondo, aseguró que los senderos empleados por los alpinistas habían sido clasificados como «peligrosos» el 14 de agosto a causa de una caída de piedras. Entrevistada por Blick, la responsable explicó que se habían instalado paneles en la aldea en los que se advertía del peligro.
El alud se produjo el miércoles a las 09H30 (07H30 GMT). Una masa rocosa cayó del Piz Cengalo en un valle detrás la pequeña localidad de Bondo, en el cantón de los Grisones. La corriente de lodo se extendió hasta las puertas de la localidad.
En total, 12 edificios resultaron dañados o destruidos, según la policía. La ruta principal del valle sur de Grisones, que une Stampa con Castasegna, fue cerrada al tráfico.
Los residentes evacuados se repartieron en casas de familiares, hoteles, hospitales y refugios previstos para catástrofes.
En la mañana del viernes se programó una reunión para informar a los vecinos de Bondo sobre cuándo podrán volver al pueblo, que carece de agua y de electricidad desde la catástrofe.
Los expertos no descartan que puedan producirse aludes más pequeños, pues todavía podría caer otro millón de metros cúbicos de rocas, según las autoridades.
El alud estuvo causado por el deshielo del permafrost (terrenos helados desde hace milenios), a causa del cambio climático, según los expertos. Esto hace que la tierra sea más blanda y provoca un aumento de la presión del agua en la roca, lo que favorece los deslizamientos de terreno.
En el Piz Cengalo ya se produjo un gran deslave en 2012. Entonces se desprendieron cerca de cuatro millones de metros cúbicos de rocas, el equivalente a 4.000 casas unifamiliares. Las piedras cayeron en un valle sin habitantes.
Tras ese incidente, se instaló un sistema de alarma automático que este miércoles se activó sin problemas.
El último corrimiento de tierra mortífero en Suiza se produjo en noviembre de 2014, cuando dos personas murieron y cuatro resultaron heridas tras el hundimiento de un edificio en Davesco-Soragno, en el cantón del Tesino.