La muerte y desolación ocasionada por los deslaves o inundaciones se ha ensañado, principalmente, contra la población de escasos recursos y la infraestructura de la nación en los últimos meses del año. De nuevo, el país vuelve a estar en riesgo de vivir días funestos, pues se estima que 300 mil personas están en riesgo por deslaves o inundaciones en 8 mil 200 puntos dispersos por todo el territorio nacional.
Las luces rojas se han encendido otra vez y las autoridades encargadas de la prevención de desastres vuelven a estar en alerta. Las poblaciones vulnerables están con el Jesús en la boca y la vista puesta en el cielo.
La segunda temporada de lluvia, que empieza en septiembre y que se ha caracterizado en el pasado por sembrar el luto y destrucción, no presagia nada bueno y se teme lo peor por la saturación de los suelos y la crecida de los ríos.Ello debido a que se prevé que la lluvia sea más copiosa de aquí a las primeras semanas de noviembre.
Los riesgos de derrumbes y grandes deslizamientos de tierra amenazan a alrededor de 586 asentamientos humanos ubicados en laderas irregulares de la región metropolitana y en aldeas y comunidades de Huehuetenango, San Marcos, Quetzaltenango, Sololá, Totonicapán, Quiché y en Alta y Baja Verapaz.
En tanto que el peligro de inundaciones se registra en comunidades asentadas en tierras bajas de los departamentos de Escuintla, Suchitepéquez, Retalhuleu, Santa Rosa, Izabal y Petén. En el pasado, además de muerte, las tragedias han dejado pérdidas materiales que han oscilado entre el 2.2 y 3.1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, afectando fuertemente a un Estado pobre y con escasos recursos económicos.
Eddy Sánchez, director del Instituto Nacional de Sismología, Meteorología, Vulcanología e Hidrología (Insivumeh), explica que los meteorólogos han identificado que los meses de septiembre y octubre serán los más lluviosos, e incluso, no descartan que en este año el invierno se alargue a la primera quincena de noviembre.
Recientemente, al menos 20 familias que residen en la zona 6 y 7 de la ciudad capital han sido evacuadas por deslizamientos provocados por la humedad de los suelos; asimismo, en el asentamiento Lourdes I, en la zona 5 de la capital, también se registró la semana pasada un derrumbe que afectó directamente a 14 personas.
Del Mitch al Cambray II
Más de 300 personas no vieron el amanecer del 1 de octubre del año pasado, debido a que un gigantesco deslizamiento de tierra soterró más de 200 viviendas de la aldea El Cambray II, ubicada en Santa Catarina Pinula. Fue el último desastre provocado por la naturaleza y el más grande ocurrido muy cerca de la ciudad capital.
No es, sin embargo, la única desgracia provocada por las lluvias en el segundo semestre del año y tampoco, lamentablemente, será la última, puesto que el Estado no cuenta con una política de prevención y porque más de la mitad de la población vive en situaciones de pobreza el 59.3 por ciento, según cifras oficiales y ello los obliga a vivir en lugares de alto riesgo.
En septiembre del 2011, la depresión tropical 12-E causó estragos, principalmente, en costa sur, dejando un saldo de 38 fallecidos y pérdidas estimadas en Q2 mil 697 millones.
En junio de 2010, la tormenta tropical Agatha y la erupción del volcán de Pacaya golpeó al territorio nacional y dejó unas 150 personas fallecidas, destruyó 18 puentes y más de 21 mil viviendas fueron dañadas. En esa ocasión los daños fueron cuantificados en Q7 mil 800 millones, equivalente al 2.2 por ciento del PIB.
En octubre del 2005, Stan arrasó el territorio nacional y dejó, según la Secretaría de Planificación de la Presidencia (Segeplan), 3.5 millones de guatemaltecos perjudicados, 669 fallecidos, 133 municipios y 15 departamentos afectados. En tanto que el impacto económico fue estimado en Q7 mil 551 millones, que representaron el 3.1 por ciento del PIB.
Lo peor ocurrió en el caserío Panabaj, en Santiango Atitlán, Sololá, pues ahí la comunidad entera fue soterrada y el área, declarada como camposanto. Más de 100 personas perdieron la vida en esa tragedia humana.
A ello se suma el temporal provocado por el huracán Mitch, entre finales de octubre y principios de noviembre de 1998, que provocó al menos 75 derrumbes en el nororiente y sur del país, serios deslaves en la ciudad capital y dejó más de 100 personas fallecidas.
Alerta roja
Esta vez los nubarrones que anuncian una posible tragedia vuelven a elevarse en el horizonte. Hasta el momento, según David de León, vocero de la Conred, existen alrededor de 8 mil 200 puntos de riesgo en todo el territorio nacional y que son proclives a inundaciones, deslizamientos y derrumbes, estos últimos, están ubicados en el occidente y áreas de la meseta central; mientras que las inundaciones, en Izabal, Petén y Costa Sur.
Desde enero del presente año, según De León, se entregó a cada jefe edil el mapa de las condiciones de cada municipio, esto para que puedan tomar medidas de prevención y para que no autoricen construcciones en áreas peligrosas.
Entre puntos rojos resaltan las áreas pobladas al volcán Chingo, ubicado en Jutiapa, del cual durante el inverno baja material volcánico que es arrastrado por la lluvia; asimismo, en la zona 1 de Mixco, específicamente en el Cerro Alux, donde se tiene un deslizamiento activo que en cualquier momento puede colapsar en su totalidad.
A la lista se suman comunidades aledañas al Cerro Los Chorros en San Cristóbal Verapaz, Alta Verapaz, donde se registran deslizamientos activos y en el Cerro Lek, en San Andrés Semetabaj, Sololá, donde ya han ocurrido en el pasado deslizamientos de tierra.
Aunque no se tienen datos exactos, Conred estima que al menos unas 300 mil personas habitan los sectores de alto riesgo que se dispersan por todo el territorio nacional y que los coloca en una posición de vulnerabilidad en la época de invierno.
La humedad excesiva en los suelos es la gran amenaza para miles de guatemaltecos, según el director del Invisumeh, quien asegura que actualmente ya se tienen condiciones de humedad extrema en algunos lugares, especialmente en el altiplano y el departamento de Sololá y Chimaltenango.
El territorio de Guatemala tiene muchas amenazas por las lluvias y tenemos estas condiciones en el área metropolitana, por la cantidad de asentamientos ilegales. Esperamos que en un momento dado empiecen a suceder derrumbes, hay condiciones apropiadas para que sucedan derrumbes en el altiplano e incluso oriente del país, advirtió Sánchez.
Mala planificación
El riesgo de que la infraestructura de la nación colapse ante deslaves e inundaciones está a flor de suelo, debido a la mala ejecución, deficiente planificación y hasta la mala calidad de las obras. Desde el punto de vista del urbanista Alfredo Trinidad, tenemos una infraestructura no adecuada a un territorio altamente vulnerable como el nuestro.
Uno mira la erosión que provoca la deforestación y no se ven cortes adecuados en los tramos viales, se hicieron el altiplano carreteras donde existen más riesgos y cuántas veces se han reconstruido, señala Trinidad.
También comenta que las inundaciones hacen colapsar; por ejemplo, puentes, porque los vuelven a colocar en el mismo lugar. No tenemos quién planifique territorios, lo hacen las comunas, pero no tienen directrices básicas de este tema.
Luego agrega: No hay un plan de país para hacer la infraestructura que se necesita, aquí comenzamos con la regulación del ancho del sistema vial, alta vulnerabilidad en montañas, no solo el altiplano, también la panamericana,, y ahora la Franja Transversal del Norte, es un frankenstein vial, concluye el urbanista.
En este sentido, los expertos indican que es pertinente empezar a promover cambios para que estos se hagan notar en el corto, mediano e incluso largo plazo, pues estos cambios requieren de todo el apoyo de la sociedad y, sobre todo, de las