Los atletas universitarios que han sufrido una conmoción cerebral presentan cambios en la estructura del cerebro, incluso después de haber recibido la autorización médica de retomar la actividad deportiva, anunció el jueves un grupo de investigadores.
El examen, realizado con la técnica de Imagen por Resonancia Magnética (IRM), permitió detectar alteraciones duraderas en la materia blanca del cerebro y diferencias en zonas vinculadas con la visión y la planificación, indicaron los científicos en la revista Scientific Reports.
Entre los atletas que tardaron más tiempo en recuperarse, los tests también revelaron cambios en las zonas del cerebro asociadas con el movimiento del cuerpo.
«Es la primera prueba concreta que muestra que el cerebro tarda más (de lo que se cree) en recuperarse de una conmoción cerebral», dijo el autor principal del estudio, Nathan Churchill, del hospital Saint-Michel de Toronto.
«Nuestro estudio muestra que las consecuencias neurobiológicas de la conmoción cerebral pueden durar más tiempo que los síntomas que buscamos habitualmente para determinar si un atleta está en condiciones de jugar de nuevo», añadió en un comunicado.
En Estados Unidos, cada año se dan hasta 3,8 millones de casos de conmociones, entre los atletas del deporte profesional y aficionados.
Según el estudio, basado en una muestra de 27 atletas de universidades que sufrieron una conmoción cerebral, este problema no se limita a los deportes de contacto violento como el fútbol americano o el boxeo.
Los 27 casos conciernen además otros deportes como el rugby, el voléy, el cross, el hockey sobre hielo y el fútbol.
Los investigadores defienden no obstante que son necesarios nuevos estudios para determinar la importancia de estos cambios cerebrales.
La Liga Nacional de Fútbol en Estados Unidos -muy criticada en los últimos años a raíz de las conmociones cerebrales y los traumatismos craneanos-, llegó en 2015 a un acuerdo para pagar 1.000 millones de dólares y poner fin a miles de demandas de exjugadores que sufren problemas neurológicos.
Según un reciente estudio británico, los jugadores de fútbol profesionales también están expuestos a un mayor riesgo de desarrollar alteraciones cerebrales susceptibles de transformarse en demencia.
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