Enfoque por: Gonzalo Marroquín Godoy
Hicimos una Ley basados en lo que la plaza pidió.
Palabras más o palabras menos, eso fue lo que dijo el presidente del Congreso, Mario Taracena, cuando defendía las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP). En la radio, los políticos suelden decir: El pueblo pide, el pueblo quiere, lo que la gente necesita… y otras frases por el estilo. Pero también los analistas y periodistas cometemos el mismo error a veces, al atribuirle al pueblo lo que quizás nunca ha pedido y ni siquiera pensado.
Esto se debe en gran medida a la falta de estudios sociopolíticos de opinión pública —las famosas encuestas— que ahora brillan por su ausencia, y que cuando eran serias sí servían para tomarle la temperatura al sentir de la población. Ni la prensa, que era la que mayormente las contrataba, ni los famosos tanques de pensamiento, ni siquiera la academia o las propias instituciones de la llamada sociedad civil, se preocupan por saber el auténtico sentir y pensar de la población.
Por supuesto, es más fácil decir que respondemos al clamor popular. Claro que están las ahora famosas, intensas y participativas redes sociales, pero, al final de cuentas, no muestran más que tendencias particulares y no globales. Además, es difícil su interpretación y medición, porque no hay estadísticas confiables que permitan sacar conclusiones certeras.
Es un lástima que nadie haya realizado una encuesta en las manifestaciones de La Plaza el año pasado, porque entonces sí sabríamos a profundidad el sentir de ese maravilloso movimiento ciudadano.
Lo que sí estaba claro eran dos cosas: La primera, la convocatoria se hizo bajo el lema #RenunciaYa, que era una clara manifestación de rechazo hacia la corrupción de los gobernantes de turno y por extensión —por las expresiones que se escuchaban— a la tristemente célebre clase política. La segunda, por la fuerza que cobró el lema #JusticiaYa, es evidente la protesta ciudadana en contra de la impunidad y a favor de la lucha por la independencia de la justicia.
Los demás pueden ser sentimientos o manifestaciones sectoriales, particulares o grupales, que en efecto pudieron verse en La Plaza. Claro que siempre cabe la interpretación. Algunos analistas pronto dijeron que se estaba pidiendo una reforma profunda, algunos reclamaron que se suspendieran las elecciones, pero en el fondo eran corrientes variadas, algo similar a lo que muestran las redes sociales, en donde lo que vemos es el ejercicio del derecho de opinión y petición. Hizo falta un estudio de opinión para profundizar en particularidades y poder saber el sentir mayoritario.
Hoy en día, si queremos saber cuán satisfechos estamos los guatemaltecos de la democracia, lo que se piensa de los partidos políticos, lo que en realidad quisiera la población sobre todo lo que está sucediendo, no se puede saber con certeza. No hay herramientas científicas en las que nos podemos apoyar y sacar conclusiones determinantes. Es como chupar el dedo para mojarlo un poco y elevarlo para saber hacia dónde va el viento.
Por supuesto que en términos generales los periodistas y analistas podemos recoger un poco el sentimiento de algunos segmentos sociales en los que nos desenvolvemos. Los más cuidadosos siguen las redes sociales y sacan algunas conclusiones. Yo percibo que las reformas a la LEPP no cuentan con la aprobación de un importante segmento de la población. Me parece que mayoritario, pero no me atrevería a afirmarlo, precisamente porque no hay encuestas serias sobre el particular. Lo que sí, es que los políticos han intentado por todos los medios a su alcance confundir a la población.
Joseph Goebels, el genio de la propaganda nazi, tenía la habilidad de desinformar masivamente. Lo interesante es que en todo lo que decía el partido y el gobierno alemán había algo de cierto, lo que le daba credibilidad, aunque en el fondo prevalecía la mentira. La mejor forma de desinformar a un pueblo es decir mentiras con algo de verdad.
Parecido a eso es lo que han hecho los diputados con las reformas al sistema político. Quieren que la gente las termine aplaudiendo, y entonces incluyeron algunas cosas buenas. Como dije en la columna anterior, babosos no son, pero tampoco la ciudadanía. Luego se basan en esas cosas buenas para decir que la nueva ley es un avance. Lo triste es que algunos sectores, unos por conveniencia y otros tal vez por buena fe, terminan pidiendo a gritos que se apruebe. Porque son mejor que la anterior.
Como no hay encuestas, no puedo asegurar que hay masivo rechazo o aprobación a las reformas. Lo que sí es fácil predecir, es que el resultado será frustración a futuro, y eso se podrá reflejar en su momento en los estudios de opinión que se puedan hacer.
En el país están sucediendo muchas cosas, y hoy más que nunca se siente el vacío y la necesidad de que hayan encuestas sociopolíticas serias.
En las redes sociales se siente un rechazo hacia las reformas a la LEPP, pero no se puede saber cuán profundo es el sentimiento, por la ausencia de encuestas serias.