¡Se necesita aire fresco!

Gonzalo Marroquin (3)Gonzalo Marroquín Godoy


Cuando estamos en medio de la tormenta, es grato ver algún rayo de sol, aunque sea por un momento. Si nos rodea podredumbre, el agua y viento frescos son más que deseables. En medio de esas circunstancias –la tormenta y la podredumbre– necesitamos mantener la esperanza para saber que podemos salir adelante, que podemos dejar atrás aquello que puede estar agobiándonos y nos impide avanzar como personas, familia y sociedad.
Nos guste o no, siempre habrá situaciones en la vida que nos afecten de una u otra manera. Lo importante, al fin de cuentas, es que encontremos ese rayo de luz, esa agua que limpia y refresca, esos indicios que nos confirman que no todo está perdido para nuestro país, que es imposible que sigamos así toda la vida, porque los guatemaltecos tenemos una gran capacidad para recuperarnos en medio de la adversidad.
La mayoría de guatemaltecos menores de 40 años no había nacido en 1976, cuando un terremoto sacudió el país, provocando cerca de 25.000 muertos. Guatemala quedó en pedazos, pero los llamados a la solidaridad y a trabajar los unos por los otros se convirtieron en ese rayo de sol en medio de la tormenta, y pronto aquella tragedia quedaba atrás y los guatemaltecos nos levantamos con más vigor que antes.
Desde hace años se viene gestando este terremoto político. No alcanzamos a medir y prever lo que estaba sucediendo. La corrupción se fue apoderando de todo y de todos, pero particularmente la llamada clase política. Unos pocos empezaron a robar y enriquecerse, luego vinieron otros y se duplicó el número y alcance de la corrupción.

Así continuó Gobierno tras Gobierno. El crimen organizado y los ladrones de cuello blanco se dieron cuenta de la situación y de la debilidad de los políticos y los terminan comprando. Vaya si se combatió la pobreza…, pero de todos los que se meten a la política o a los que maman de ella.
Son cientos o miles los nuevos ricos. Diputados (y ex), funcionarios (y ex), alcaldes (y ex), gobernantes (y ex) y empresarios que alimentan y se alimentan de la corrupción, han acumulado fortunas que pueden matar de la envidia a cualquier empresario que ha trabajado toda su vida por tener, al menos, la mitad de los lujos que esos largos pueden darse sin esfuerzo.
Lo hemos tenido frente a nuestros ojos, pero como sociedad nos volvimos demasiado tolerantes ante la corrupción. La justificación de que al menos algo hacen o dejan, se volvió común. Y entonces, sin pensarlo, terminamos siendo cómplices de esa vergonzosa clase política que, a su vez, se volvía cada vez más avorazada, hasta que perdió totalmente la dimensión y estalló la crisis política que hoy vivimos.
Estamos a tres semanas de las elecciones generales y, al menos, en el caso de la Presidencia y el Congreso, no se ve que pueda encaminarse el país hacia algo diametralmente opuesto a lo que hemos vivido. ¡Y necesitamos aire fresco! Lo malo es que entre los candidatos sin oportunidad hay algunos que podrían llevar esa frescura, pero no han tenido recursos para hacer que sus propuestas se escuchen.
En la lucha por la alcaldía capitalina encuentro una rara excepción, que comparto con mis lectores. Luis Enrique Cruz es un joven abogado que representa una opción diferente. Hay muchas personas que dudan –sin justificada razón– de la capacidad de los jóvenes. Yo he llegado a la triste conclusión de que nuestras generaciones de viejos (o mayores) no hemos hecho bien nuestra tarea y ahora debemos dejar que sea la patojada la que nos empuje, nos llene de aire fresco y, ¡ojalá!, cambie el rumbo del país.

¡Y vienen con empuje y capacidad!
No tengo la menor duda de que Luis Enrique –el popular Veneno de la televisión–, lo puede hacer mejor que Álvaro Arzú. Para empezar, no será tan corrupto ni prepotente. Muchas personas me dicen que el alcalde Arzú trabaja bien. Yo creo que sí hace algunas bien, pero lejos de la excelencia. Pero en un país en donde nos contentamos con la mediocridad, su labor puede parecer hasta brillante.
Pensemos: ¿ha resuelto o está en vías de una solución real el problema de la falta de agua?, ¡no! Los expertos advierten que en un futuro no muy lejano tendremos problemas.

¿Ha resuelto el tema del transporte urbano?, ¡no! El Transmetro está retrasado por lo menos diez años. Panamá y Santo Domingo trabajan ya en la construcción de sus sistemas de metro, mientras que aquí el Transmetro avanza parcialmente cada cuatro años, precisamente en el año electoral. La lista es larga, pero hay que mencionar que ni la basura, ni el tratamiento de aguas son parte de las preocupaciones de un alcalde que, después de 17 años, se atreve a prometer la ciudad del futuro.
A eso hay que sumar la opacidad y corrupción que hay en la Municipalidad, que se maneja como si fuera un negocio familiar.
¿Y qué decir del tránsito?
Creo que hay que meditar mucho. El aire fresco no llegará al Ejecutivo ni al Congreso. Por lo tanto, habrá que seguir vigilantes y denunciando. Pero a la Muni sí puede llegar aire fresco. De nosotros depende.
El aire fresco no llegará al Ejecutivo ni al Congreso. Por lo tanto, habrá que seguir vigilantes y denunciando. Pero a la Muni sí puede llegar aire fresco.

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