El juicio de apelación del cardenal Philippe Barbarin se abrió este jueves en Francia, ocho meses después de haber sido condenado por haber encubierto abusos sexuales, un caso que se ha convertido en un símbolo del silencio de la Iglesia frente a la pederastia.
Philippe Barbarin, el más alto dignatario de la Iglesia católica en Francia, reconoce haber cometido errores pero niega su culpabilidad.
«¿Cuál es la razón de su apelación», le preguntó al inicio de la audiencia el presidente de la corte de Lyon (centro-este), Eric Seguy.
«No logro entender de qué soy culpable y qué se me reprocha», respondió el arzobispo de 69 años, que fue condenado en marzo a 6 meses de cárcel con suspensión de pena.
«Admití haber cometido errores (…) pero no pensé que tenía que alertar a la justicia», añadió Barbarin, señalando que cuando se enteró de los abusos cometidos por Bernard Preynat, un cura de su diócesis, los hechos «ya estaban prescritos» lo que «impedía una acción ante la justicia».
Fue Alexandre Hezez, un ex niño scout, que le contó en 2014 al cardenal las agresiones que había sufrido en los años 1980 por parte de Preynat. Este último fue expulsado del estado clerical a inicios de 2019 y tendrá que responder ante la justicia en enero de 2020.
Henez decidió presentar una denuncia en 2015, pese a la prescripción de los hechos. Después de esto, otras nueve víctimas denunciaron a Barbarin por haber encubierto a Preynat.
¿Me culpan por haberle creído?
Barbarin, postrado en el banquillo de los acusados mientras escuchaba al presidente de la corte resumir los hechos, habló con voz segura en el estrado, como en primera instancia.
Asegura que antes de 2014 no sabía nada concreto de las acciones de Preynat y que puede «dar los nombres de una quincena de familias que sabían y ahora se arrepienten de no haber dicho nada».
Una víctima me dijo: «Te ataco a ti porque no voy a atacar a mi padre», asegura.
Sin embargo, se sabe que en 2010, Barbarin convocó a Preynat para interrogarlo sobre su pasado, antes de volver a nombrarlo al frente de una parroquia.
«¿Por qué me culpan por haberle creído? No culpamos a la policía por el hecho de que esté libre y que puede hoy cuando está libre y puede ir a la salida de una escuela si lo desea», dijo el cardenal, sin pestañear.
La condena de Philippe Barbarin se produjo en un contexto delicado para la Iglesia Católica, sacudida por varios escándalos de pederastia en todo el mundo y acusada de haber encubierto casos.
En marzo, después de la condena de Barbarin, el papa Francisco rechazó su renuncia, invocando «la presunción de inocencia».
El prelado sigue siendo arzobispo de Lyon a la espera de la decisión de su juicio en apelación. No obstante dejó la gestión del día a día a un administrador apostólico, Michel Dubost, por «sugerencia» del papa.
En primera instancia, las audiencias se centraron en los testimonios de las víctimas de Preynat. Pero este nuevo juicio, que debe durar hasta el viernes, se focalizará más en cuestiones jurídicas planteadas por el caso, sobre todo en cuanto a la prescripción de los hechos.