Treinta años después del derrumbe de la Unión Soviética, Lenin aparece desmitificado en un documental que divulga la televisión rusa, donde se lo califica de sanguinario, enfermo mental o pequeño burgués.
La serie «Lenin», programada próximamente por la primera cadena de televisión nacional Pervy Kanal, quiere «acabar con el mito de Vladimir Ulianov», el verdadero nombre del fundador de la URSS, según el autor del guión, Igor Lipin.
Para realizar los 18 episodios de la serie, diez oficiales dirigidos por el exjefe de archivos del FSB (ex-KGB), el general Vasili Khristoforov, se han sumergido durante cuatro años en la documentación de los servicios secretos.
«La leyenda del amable Lenin ante el malo Stalin es falsa, porque fue Lenin quien lanzó el terror rojo» dice Lipin a la AFP, a pocos días del 102 aniversario de la Revolución bolchevique.
El documental publica en efecto una carta de agosto de 1918 en la que Lenin pide la muerte de dos millones de campesinos considerados ricos, esos «kulaks» (granjeros adinerados) que fueron violentamente reprimidos. Un mes más tarde crearía los campos de concentración para «aislar» a las clases enemigas.
¿Enfermo mental?
Otros documentos establecen, según los autores de la serie, que Lenin padecía trastornos mentales, y que su madre había escrito a la policía en abril de 1898 aludiendo al «inquietante estado psíquico» del joven revolucionario, y a una «enfermedad mental que afecta a la familia».
Esta dureza en el documental contrasta con el culto a la personalidad de Lenin impuesto en la URSS durante 70 años, con canciones, libros, películas o eslóganes.
A tal punto que un chiste soviético contaba el lanzamiento de una cama de tres plazas ya que «Lenin está con nosotros».
La propaganda comunista le forjó la imagen de un asceta altruista y humanista, en contraste con el tirano Stalin. Incluso ahora Lenin mantiene una cierta popularidad entre la población rusa. Un 41% de los rusos siguen teniendo una imagen positiva de este líder comunista, según un amplio sondeo de 2017.
Un 80% de los rusos se «opone» a que se desmonten sus estatuas, aún presentes en todo el país. Y su mausoleo, con su cuerpo embalsamado, sigue en la Plaza Roja.
Las nuevas autoridades rusas ignoran generalmente a Lenin y prefieren en cambio destacar el rol de Stalin en la victoria frente a los nazis.
De cierta manera «Lenin ha sido olvidado, ha pasado bajo la sombra de Stalin», confirma a la AFP el director de cine Vladimir Khotinenko, cuya película «Lenin. La Inminencia» salió a fines de octubre en Rusia
La cinta, lejos de describir una vida de proletario, muestra a Vladimir Ilich Ulianov ataviado con un bombín, una corbata de lazo y un bastón, o disfrutando de Wagner en la ópera.
Esta superproducción relata un controvertido episodio del retorno en 1917 a Rusia de Lenin, entonces jefe de un pequeño partido revolucionario y exilado en Suiza.
Dinero alemán
Aquel viaje en tren, a través de Alemania, habría sido imposible sin el consentimiento del Kaiser, se alega en la película.
Poco después, la Revolución de octubre derrocó al zar, y luego en marzo de 1918 el jefe bolchevique firmó la paz con el Reich, abandonando a los aliados de los rusos.
El actor que interpreta a Lenin, Evguéni Mironov, destaca la sospecha que recae sobre el dirigente revolucionario de haber financiado su combate con dinero del enemigo alemán.
«Lenin nunca quiso a Rusia ni a los rusos, esos ‘muyiks’ (campesinos) perezosos. Para él, Rusia no era más que el inicio de su proyecto de revolución mundial», afirma el actor en declaraciones el martes al diario Izvestia.
El portavoz del partido comunista ruso (KPRF), Alexandre Yushenko, lamentó que se busque «desacreditar a Lenin» cuando las desigualdades económicas y sociales impulsan a la gente a tomar las calles «en Rusia y en todo el mundo».
«Ello demuestra que las ideas de Lenin siguen vigentes en los pueblos que se elevan contra los poseedores del capital», dijo a la AFP.