Con su sonrisa radiante, sus muslos fuertes y torneados y el cuerpo impregnado de sudor, Bianca Monteiro encadena los pasos de danza con una virtuosidad impresionante: es la reina de Portela, una de las escuelas de samba más tradicionales del carnaval de Río de Janeiro.
Como «Rainha da Bateria» (Reina de la Batería), esta brasileña de 31 años brillará la madrugada del lunes 24 con todo su esplendor ante unos 70,000 espectadores y millones de televidentes e internautas que seguirán los desfiles del Sambódromo.
Vestirá un traje fastuoso, que permanecerá en secreto hasta último momento, a la cabeza de un grupo de 300 percusionistas, que son el corazón de las escolas de samba en competición durante dos noches.
Mantener un cuerpo digno de reina -más evocador de una deportista de alto nivel que de una modelo de pasarela- exige a esta mujer negra, de 1.73 metros, varias horas diarias de musculación y cursos de danza.
«Tengo que prestar atención a lo que como, aunque a veces me autorizo cosas», admite, antes de ingerir una hamburguesa en medio de una sesión de fotos.
Silicona «sin exceso»
Moldear a una reina exige especialistas: un profesor de danza, una estilista (dos veces por semana), un dentista y un endocrinólogo, que le receta vitaminas y pastillas para «adelgazar y ganar masa muscular».
Sin olvidar al cirujano plástico: «Ya me puse 300 mililitros de silicona en los pechos el año pasado y acabo de agregar un poco, estoy en 485 mililitros en cada seno», cuenta sonriendo.
«No veo ningún problema, con tal de que no haya excesos, de que no se convierta en algo enfermizo, que no cambie quien soy en realidad», explica.
Esos esfuerzos requirieron una inversión personal: «Los dos primeros años gasté más de lo que gané. Solamente ahora empiezo a tener cierto retorno financiero», revela.
Al igual que una reina de belleza, Bianca actúa como representante de Portela y es retribuida por su participación en espectáculos o en cursos de samba.
Su fama hace que la soliciten desde todo Brasil e incluso del extranjero. Recientemente, fue de gira a Japón.
Sueño realizado
Nada predestinaba a esta mujer de origen modesto a convertirse en uno de los íconos del glamur del carnaval carioca.
Las «escolas» suelen elegir reinas a actrices o modelos conocidas.
Para Bianca, parecía algo imposible, a pesar de haber nacido en un ambiente que respiraba samba. «Mi padre me cuenta que cuando era bebé ya me llevaba en carrito a los desfiles. Crecí viendo a actrices como reinas de batería, entonces nunca me imaginaba que una chica de barrio pudiese llegar ahí», relata.
Pero Portela decidió apostar por un talento de la casa y en 2017 coronó a Bianca, que ya había participado como bailarina en una decena de desfiles.
«Fue la realización de un sueño, y en ese primer año como reina ganamos el título que esperábamos desde hacía 33 años», cuenta Bianca, que se tatuó en la cadera el estribillo del «enredo» con que Portela fue proclamada campeona.
Una gloria que no la pone al abrigo del racismo en las redes sociales. «Soy negra y pobre y hay gente que piensa que no merezco haber llegado hasta aquí», afirma.
Pero los habitantes de Madureira, una barriada del norte de Río donde nació Portela, se sienten orgullosos de tener «su» Reina.
«La conocí joven, adolescente, luchando por lo que quería y conquistándolo», dice Adriana Viana, de 47 años, miembro desde hace mucho tiempo de Portela. «La consideramos como nuestra propia hija», agrega.
La «Rainha» es un modelo para los niños de Madureira. «Ella es fantástica, la adoro, es muy bonita. Me gustaría mucho ser reina, sambar como ella, ser bonita como ella», dice Isabella, de 9 años, que no pierde ninguno de sus movimientos durante los ensayos.