«Nunca hasta ahora había escrito el guión de una de mis películas», confiesa el británico Sam Mendes sobre «1917», que el domingo se llevó contra todo pronóstico los Globos de Oro al mejor drama y mejor director.
Para el director de las dos últimas entregas de James Bond, «Skyfall» y «Spectre», su último largometraje es «innegablemente una de (sus) películas más personales».
«1917» está inspirada en la vida de su abuelo, que sirvió al ejército británico durante la Primera Guerra Mundial.
«Viene directamente de mí, aunque tengo la impresión» de que todos los filmes «tienen algo personal», agrega el también director de «American Beauty», de 54 años, en una entrevista en París previa a la gala de los Globos de Oro.
Pero «nunca hasta ahora había escrito el guión de una de mis películas», precisa.
Su abuelo, quien estuvo encargado de entregar mensajes en el frente durante la Primera Guerra Mundial, le «contó una historia particular. Debía llevar un mensaje a través de ‘una tierra de nadie’. Se convirtió en la base de la cinta. Luego, todo fue inventado o basado en relatos reales de la guerra, testimonios, cartas y diarios de otras personas».
Plano secuencia de dos horas
«1917» narra la historia de dos soldados, Schofield (George MacKay, «Capitán Fantástico») y Blake (Dean Charles Chapman, intérprete de Tommen Baratheon en «Juego de Tronos»). Ambos asumen la peligrosa misión de entregar un mensaje en tiempo récord para impedir un ataque contra los alemanes en el que centenares de soldados corren el riesgo de morir, entre estos el hermano de Blake.
Para sumir directamente al espectador en el infierno de la guerra, lo más cerca posible de estos dos soldados y en tiempo real, Mendes contó con el director de fotografía Roger Deakins (oscarizado en 2018 por «Blade Runner 2049») para concebir una película con un único plano secuencia de dos horas.
En realidad se trata de varias tomas largas montadas conjuntamente para dar la impresión de que se trata de una única escena.
Esta particularidad no estuvo exenta de complicaciones: cada toma debía prepararse previamente de forma minuciosa para que la cámara pudiera seguir todos los desplazamientos de los personajes, sin tener que recurrir a posteriori a cortes en el montaje o a elipses temporales.
«Fue un proceso muy largo, porque tuvimos que estudiar paso a paso el recorrido con los actores, antes de montar el plató. Debíamos conocer la distancia exacta necesaria para cada escena», recuerda Mendes.
«Ensayamos durante meses y meses, luego construimos los decorados, ensayamos de nuevo, y volvimos a construir».
«Un desafío técnico»
«Tuvimos luego que ingeniárnoslas para que la cámara hiciera lo que queríamos, sin ningún esfuerzo aparente. Esto implicó cables, grúas, autos, motos…», afirma, detallando que hasta inventaron una cámara para la ocasión, capaz de grabar en «los agujeros, trincheras y pequeños espacios».
La idea le vino con la primera escena de «Spectre», un célebre plano secuencia de varios minutos grabado en México durante la Fiesta de los Muertos.
Pero «la razón de este desafío técnico es que quería que el público pudiera conectarse emocionalmente con los personajes principales y permanecer siempre a su lado, que tuviera la impresión de que pasaba con ellos cada segundo».