Cuando The Washington Post principió a desnudar el caso Watergate, Richard Nixon no parecía implicado, pero su obstinación e intento por obstruir la justicia le llevó al precipicio y tuvo que renunciar, antes de enfrentar el famoso impeachment, mismo que ahora sobrevuela de nuevo sobre la Casa Blanca.
Robert C. Carlton
Washington Esta ciudad vive una especie de dejá-vú político algo ya vivido con el delito obstrucción de la justicia. Los intentos de un presidente por impedir investigaciones a sus funcionarios o a él mismo, no son otra cosa que lo que hizo Richard Nixon hace más de tres décadas, cuando luego de sus infructuosos esfuerzos, tuvo que dimitir para impedir el impeachment y su destitución.
El actor principal ha cambiado. Ahora el presidente es otro republicano, Donald Trump, sindicado desde la época de campaña de tener extrañas relaciones con Rusia, mismas que ahora trata de sofocar sin éxito.
Tampoco están los famosos periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, pero son los mismos periódicos que persiguieron y atraparon a Nixon en sus engaños, los que ahora han puesto contra las cuerdas a Trump: El The Washington Post y el New York Times. Pero lo delicado del caso es que como a su antecesor, el Presidente podría ser acusado de obstrucción a la Justicia, un comportamiento que muchos estadounidenses aborrecen y sienten como traición al sistema.
El FBI y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), principiaron la investigación desde la época electoral el año pasado, cuando se habló de la interferencia que Rusia habría tenido en las elecciones presidenciales y una posible colaboración con el Comité de Campaña de Trump.
Fiscal especial investiga posible obstrucción de la justicia
El fiscal especial que investiga una presunta injerencia rusa en la campaña electoral de Estados Unidos de 2016, indaga si el presidente Donald Trump intentó obstruir la justicia, informó este miércoles The Washington Post.
Citando fuentes anónimas, el periódico dice que altos funcionarios de inteligencia aceptaron ser entrevistados por investigadores que están trabajando con el fiscal especial, Robert Mueller.
Entre ellos figuran el director nacional de Inteligencia, Daniel Coats; el jefe de la Agencia Nacional de Seguridad, Mike Rogers, así como quien fuera hasta hace poco su adjunto, Richard Ledgett.
Si bien el nombre del escándalo original Watergate respondía al nombre del edificio en donde se produjo un robo, ahora los comic principian a hablar de Rusiagate, como el escándalo que podía hacer tambalear a la Casa Blanca de Trump, por más que en su gira haya parecido confiado en que todo pasará cuando termine la cacería de brujas en mi contra.
Historia a la luz
Hasta ahora pareciera que únicamente hay retazos de toda la historia sobre las relaciones entre Rusia y el Comité de Campaña del magnate-Presidente. Ya en el ambiente surgieron dudas y algunas publicaciones políticas durante la campaña electoral que enfrentaba a Trump con la entonces favorita Hillary Clinton.
Se llegó a decir que la mano de Rusia estaba detrás de la piratería que sufrió el correo electrónico de la ex secretaria de Estado, y es entonces cuando se inician las investigaciones de un posible vínculo.
Cuando el presidente Trump despide intempestivamente al director del FBI, James Comey, afloran los detalles del intento permanente que ha mantenido el mandatario desde su llegada a la Casa Blanca por acallar el tema. Al parecer, se podrá probar con el tiempo el New York Times sostiene que sus publicaciones están muy bien sustentadas, pero por el momento se dice que el magnate republicano ha solicitado a legisladores y funcionarios de inteligencia que hagan contactos y esfuerzos para que la prensa estadounidense desmienta que existía el famoso vínculo con Moscú..
Según estos diarios, Comey recibió verbalmente y de manera directa la solicitud del Presidente de poner fin a la investigación específica que se seguía contra el exasesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn. El director del FBI no hizo caso y terminó despedido
El problema para Trump , es que el director del FBI documentó todo lo conversado en la Casa Blanca con el Presidente y en una de las notas se encuentra el pedido específico: espero que puedas dejar pasar esto dijo Trump a Comey, e insistió así: espero que puedas ver que hay vía libre para dejar pasar esto, para dejar que Flynn se vaya, es un buen hombre.
Esta reunión habría tenido lugar en febrero, un día después de que Flynn, agobiado por el Rusiagate, presentara su dimisión. El texto de este memorándum guardado por Comey, ha sido leído por varias personas, según el diario.
Al parecer, la misma petición y más fuerte le hizo Trump al Director Nacional de Inteligencia, Dan Coates, a quien le habría pedido ayuda para sepultar el caso. Este funcionario ya fue citado por el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado, en donde prefirió no dar ninguna declaración, porque los comentarios no serían apropiados y recordó que es el principal asesor del Presidente en materia de inteligencia.
Las piezas de un rompecabezas que podría mostrar lazos entre la Casa Blanca y Moscú están aflorando. Ante una comisión del Senado habló también John Brennan, exdirector de la CIA, quien asegura haber llegado a advertir a funcionarios rusos que no intentaran interferir en las elecciones de 2016.
Este ex funcionario de inteligencia fue tajante, al declarar que debe quedar claro para todos que Rusia interfirió en nuestro proceso electoral y que lo hicieron a pesar de nuestra enérgica protesta y advertencia de que no lo hicieran.
Fue la CIA la que detecta posibles señales de interferencia y alerta al FBI, que inicia así las investigaciones que ahora son objeto de controversias.
El camino ahora puede ir sumando complicaciones y cerrando círculos. El FBI deberá seguir con las investigaciones, e incluso puede nombrar un investigador independiente e intocable. Lo mismo podría ocurrir más adelante con jueces, a los que habría que darles la total seguridad de que se respetará su independencia.
Trump ha intentado hacer un paréntesis dentro de su crisis al salir de gira por varios países. Sin embargo, aún abrazar al Papa Francisco resultar un lienzo insuficiente para detener la tormenta que se avecina.
Por ahora, el Departamento de Justicia ha encontrado un fiscal especial para que encabece las investigaciones. Él es Robert Muller quien ya ocupó el cargo de Director del FBI en los tiempos de George Bush y Barack Obama, lo que habla bien de su independencia bipartidista y el respeto que se le tiene.
Si el escándalo sigue subiendo de tono, no cabe esperar demasiado para que los demócratas soliciten la creación de una Comité Especial del Senado y alguna Comisión Independiente, todo lo cual indicaría que el cerco se cierra y que Trump podría estar siguiendo el mismo camino de Nixon
Nombres para seguir el caso
Michael Flynn
El general retirado asesoró a la campaña de Donald Trump, que el 22 de enero le hizo su Asesor de Seguridad Nacional. 23 días después se vio forzado a dimitir. Flynn, que ha recibido dinero de compañías rusas, mintió (incluso al FBI) sobre sus conversaciones durante la transición con el embajador de Rusia, Sergei Kislyak. Ha tenido que recibir una citación para facilitar documentación a las investigaciones del Congreso.
Carter Page
Asesor de política exterior de Trump, abrió la oficina de Merril Lynch en Moscú y fue consultor e inversor en Gazprom. El verano pasado el FBI logró autorización judicial para espiar sus comunicaciones mostrando causa probable para creer queactuaba como agente de Rusia. En campaña tuvo contactos con cargos de la inteligencia rusa y con el embajador Kislyak. Viajó a Moscú en julio y en diciembre, cuando se reunió con líderes de pensamiento y empresariales.
Roger Stone
Desde 1979 es amigo de Donald Trump, uno de los primeros clientes de la firma de lobi que fundó en 1980 con Paul Manafort. Asesor tan informal como cercano de Trump en campaña y en la presidencia, trabajó para el presidente de Ucrania pro-ruso Viktor Yanukovich. Intercambió mensajes con Guccifer 2.0, la cuenta de operativos del espionaje ruso a la que se atribuye el pirateo de las cuentas de los demócratas, y tenía contacto directo con Julian Assange y WikiLeaks.
Paul Manafort
Por recomendación de Stone entró en marzo de 2016 en la campaña de Trump (para quien en los 80 fue abogado en temas inmobiliarios y de casinos) y la dirigió hasta agosto. Fue consultor del partido pro-ruso de Ucrania y de Yanukovich, que entre 2007 y 2012 registraron pagos secretos a Manafort por más de 12 millones de dólares. Desvió más de dos millones a lobis para influenciar la política de EEUU hacia Ucrania y trabajó para el oligarca ruso Oleg Deripaska.
Jeff Sessions
El fiscal general de Trump fue el primer senador que le dio públicamente su apoyo. Durante sus sesiones de confirmación negó haber tenido contactos con los rusos pero luego se reveló que había mantenido dos encuentros con el embajador Kislyak, uno durante la convención y otro en su despacho del Senado. Se recusó de cualquier investigación de Rusia (para indignación de Trump) pero esta semana recomendó el cese del director del FBI James Comey, aunque en su declaración ante el Senado, defendió su posición y a la Casa Blanca.
Jared Kushner
El yerno y asesor de Trump tendrá que testificar ante el Comité de Inteligencia del Senado sobre las reuniones que mantuvo durante la transición con el embajador Kislyak (en la que estuvo con Flynn) y con Sergei Gorkov, responsable del banco de desarrollo estatal ruso Vnesheconombank. Kushner no informó de esos encuentros cuando presentó la documentación para obtener los permisos de seguridad que necesitan los altos cargos de la Casa Blanca.