Rusia planea invertir el equivalente de unos 72,000 millones de dólares en un plan para relanzar la economía, severamente afectada por el confinamiento decretado para enfrentar la pandemia del nuevo coronavirus.
Este programa, de unos 5 billones de rublos, «apunta a estabilizar la situación» antes de fin de año y llegar «en el tercer-cuarto trimestre de 2021 a un crecimiento perenne de la economía», declaró el primer ministro, Mijail Mishustin, durante una videoconferencia con el presidente Vladimir Putin que fue retransmitida por televisión.
Las autoridades esperan que el PIB caiga un 9.5% en el segundo trimestre y entre un 5% y un 6% en 2020 en su conjunto, pero creen que la economía se enderezará en 2021 y en 2022 recuperará su nivel de antes de la crisis.
«Resolver los graves problemas del momento es de una importancia crucial», declaró Putin, quien destacó que la crisis provocada por la epidemia afectó a «todos los ámbitos de la vida».
Si bien este monto está lejos de las ayudas anunciadas por la Unión Europea o Estados Unidos, no deja de ser muy importante para Rusia.
Mishustin no ofreció demasiados detalles, y se limitó a indicar que el plan de reactivación consistía en «cerca de 500 medidas concretas».
Tampoco precisó cómo está organizado financieramente el plan, ya que hasta el momento Rusia no ha tocado sus reservas, los 145,000 millones de dólares de su Fondo Soberano, constituido en estos últimos años gracias a los altos precios de petróleo.
Según la agencia estatal de noticias TASS, el plan incluye ayudas a las pequeñas y medianas empresas, inversiones en infraestructuras a través de asociaciones entre el sector público y el privado, y más apoyo a las exportaciones y al desarrollo de alternativas a las importaciones. Además, también busca desarrollar el turismo interno y la innovación tecnológica.
Si por un lado el gobierno quiere «garantizar el restablecimiento del empleo y los ingresos» de los rusos, Mishustin también prometió «cambios estructurales a largo plazo» para la economía del país.
Se trata de una de las grandes ambiciones de Vladimir Putin, anunciada desde hace años. Antes de la crisis del nuevo coronavirus, había confiado a su nuevo primer ministro la tarea de acelerar sus «proyectos nacionales» tendientes a modernizar el país.
Estos fueron revelados a principios de 2018, pero de momento apenas se pusieron en marcha, pese a contar con un presupuesto de 25,7 billones de rublos (373,000 millones de dólares, 334,000 millones de euros).
«Declaración de buenas intenciones»
Para el economista Serguei Khestanov, el plan de reactivación es, ante todo, una «declaración de buenas intenciones». «Muy probablemente, la actitud del gobierno consistirá en permanecer a la expectativa» en cuanto a apoyar a las grandes empresas y compañías aéreas, explicó a la AFP.
Para el resto de empresas, «ocurrirá como con las flores silvestres: si hay, bien. Si mueren, otras crecerán», apuntó.
Según él, las autoridades seguirán siendo reacias a echar mano de las reservas, debido a que el recuerdo del default de Rusia de 1998 sigue estando muy vivo.
Sin embargo, harán lo necesario para evitar la «explosión social», mientras que el poder adquisitivo de los rusos lleva años en declive, sobre todo a causa de las sanciones internacionales ordenadas contra el país después de la anexión de Crimea en 2014.
Antes de la pandemia, las autoridades auguraban que la economía recobraría su impulso en 2020, tras haber cerrado un 2019 bastante llano, con un crecimiento de 1.3%.
En las últimas semanas, Rusia ya había anunciado una batería de medidas de apoyo económico, como créditos fiscales, subsidios excepcionales para las familias y ayudas para varios sectores, como la aviación o el automotriz.