Renzo Lautaro Rosal / renzolautaro.rosal@gmail.com
La oposición a la corriente de limpieza tiene varios frentes en marcha. Está en obvio, el que se muestra en el juicio por los casos Cooptación del Estado y la Coperacha. Ese suena a repetitivo, carente de fundamentación, pero al fin y al cabo las últimas patadas de ahogado. Por el otro lado, está el mediático, desorientador de la opinión pública. Este es instrumentalizado a nivel sectorial o grupal, busca erosionar la imagen y credibilidad de las instituciones y personas que están al frente de la considerada por ello cacería, con el propósito de evitar que el asunto prosiga.
Ahora se levanta otro frente, el del chantaje. Los mensajes que se lanzan al aire, con iguales objetivos, pero rutas distintas. Por ejemplo, que la lucha contra la impunidad está causando desempleo, bajón económico. Un nuevo mecanismo de presión parte de la estrategia de contención y debilitamiento de la marejada. Ese frente es en sí mismo, un instrumento de chantaje: si los casos e implicados se incrementan, se causará un grave daño el país. Por lo contrario, un signo alentador es comenzar a afectar a los actores económicos que han jugado bajo formas perversas. Si eso se traduce en disminución del PIB y otros indicadores macroeconómicos, pues toca para comenzar para emprender nuevas rutas con nuevos actores.
Enderezar una sociedad que por todos lados arroja fragilidades y enormes grados de porosidad que no dejan santos parados, pasa por asumir los costos. De lo contrario, estaríamos ante el escenario tradicional de los chapuces. Se requiere una nueva ciudadanía económica capaz de ser emprendedores y dinamizadores de la acción económica pero bajos nuevas reglas del juego. Generar riqueza es una meta clave para el desarrollo, siempre y cuando los procedimientos, dinámicas, reglas e instituciones involucradas asuman corresponsabilidades; y no se trata del juego de siempre: sacar raja al menor costo posible, dejando al país en trapos de cucaracha; importa la transparencia y el respeto al estado de derecho pero de las puertas para fuera, dentro impera la ley del más fuerte. Seguro que habrá jugadores para esta nueva cancha. Las economías que han dado pasos significativos han sido aquellas capaces de abandonar las ataduras y visiones propias del pre capitalismo.
Un indicador de paso hacia delante es dejar atrás el secreto bancario. Otro ejemplo tiene que ver con el futuro del Seguro Social. Está claro que ese sistema está en crisis, reestructurarlo es un imperativo. El asunto es hacia dónde. Pensar en aprovechar el momento para empujar las opciones privatizadoras, es propio de los sectores que por décadas han esperado este momento y que apostaron precisamente por lo que ha sucedido: pegar fuerte y contribuir a desorientar el sentido original del seguro social, para que cuando estuviera en cenizas se erigiera un sistema que disolviera la participación y responsabilidad del Estado. Algo así como hacer leña del árbol caído.
Una sociedad que transitó en un camino formateado, donde cada paso estaba previamente diseñado, ahora comienza a transitar por rutas inesperadas. Ese cambio de ecuación no existía en la agenda, ni por asomo. Los actores tradicionales están sacados de juicio, no terminan de entender lo que sucede y menos qué rutas tomar para retroceder el reloj. El asunto está en que eso no puede suceder. Las sociedades van para delante, avanzan; podrán reducir velocidad sin llegar a detenerse, pero solo para tomar aliento y continuar.
Las sociedades van para adelante, avanzan; podrán reducir velocidad sin llegar a detenerse, pero solo para tomar aliento y continuar.