Tras la irrupción del covid-19 a principios de año, Roland Garros, en su edición otoñal de 2020, que comienza el domingo, tras haberse retrasado su disputa cuatro meses, continúa bailando al ritmo del nuevo coronavirus.
«¿Perdón?», tuiteó la exnúmero uno mundial Naomi Osaka al anuncio, a mediados de marzo, del aplazamiento sorpresivo de Roland Garros de finales de la primavera a principios del otoño (boreales) por parte de la Federación Francesa de Tenis (FFT). Un asombro de la japonesa que resume el sentimiento general del momento.
Aunque afirma haber «hablado con» la ATP, la WTA y la Federación Internacional «antes de tomar una decisión» y haber «informado» a los otros tres torneos del Grand Slam, el presidente de la FFT, Bernard Giudicelli, asume una decisión unilateral.
«La opción que no nos parecía planteable era suspender Roland Garros, era impensable», afirma.
Críticas a Roland Garros
Esta decisión del Grand Slam parisino le hizo atraer la ira de las otras instancias gobernantes del tenis, que, al unísono, criticaron que fue tomada sin concertación adecuada.
Después, el optimismo dejó lugar al realismo, marcado por el recrudecimiento de la pandemia en Europa.
De un máximo de 20,000 espectadores diarios que ambicionaba albergar a principios de julio, es decir «entre un 50 y 60% de su aforo habitual» máximo, Roland Garros ha caído a 5,000 por día, el límite fijado por el gobierno en los departamentos en que la circulación viral es fuerte.
En dos ocasiones desde principios de septiembre, la degradación de la situación sanitaria en el país y la amenaza de una segunda ola puso en jaque al torneo, por lo que una nueva rebaja del número de espectadores no es descartable.
«Estudiamos nuevas medidas en función de la evolución de la situación en los próximos días», entre las cuales la «limitación del número de participantes en los grandes eventos deportivos«, declaró el director de la Agencia Regional de Salud (ARS) del departamento de Ile-de-France, donde se encuentra París, Aurélien Rousseau, al Journal du Dimanche.
Las calificaciones, que comenzaron el lunes, se disputan a puerta cerrada.
Fuerte protocolo sanitario
Las medidas restrictivas son considerables para jugadoras y jugadores, así como por su entorno, que se ha visto reducido debido a la situación.
Primero están los test PCR, los dos primeros en el espacio de 48 horas tras la llegada a París, los siguientes en los cuatro o cinco días después de la programación de los partidos, explica el responsable del departamento médico de la FFT, Bernard Montalvan.
Está también la obligación estricta de alojarse en uno de los dos hoteles que les ha sido reservado. Además de no salir (salvo para acudir el estadio para jugar o entrenarse o por imperativo médico), con el riesgo de que se le retire la acreditación si no respeta esa norma. «Incluso así, hay reglas, como un coche exacto y una cita fijada», señala Bernard Montalvan.
Según el entrenador Sven Groeneveld, que acompaña al japonés Taro Daniel, se pide a los técnicos que lleven mascarilla incluso en las prácticas desde este martes por la mañana.
Nada de paseos por la capital francesa. «El domingo, un jugador estaba bloqueado en un atasco de tráfico a 500 metros de su hotel, debido al Tour de Francia, tras su entrenamiento», cuenta el médico. «Llamó para saber si podía descender» y regresar a pie, «y le respondieron que no».