Gustavo Leiva, servir a la vida
La semana pasada estuve unos días trabajando en México con varios colegas que, como yo, están tratando de conciliar las grandes necesidades sociales que tiene la gente con la creación de una economía que realmente esté a favor de la vida en todo el planeta. ¿Será posible que la economía con sus empresas, empresarios y mercados puedan, algún día, encontrar el camino hacia la vida y hacia la satisfacción de las grandes necesidades sociales de la gente?
Lo primero que hicimos fue tratar de darle un nuevo nombre a la economía que hemos estado viendo despegar a través de lo que ahora se conoce cada vez más que son las inversiones de impacto. El consenso fue renombrar a esta nueva tendencia del mundo para resolver los problemas sociales y ambientales al mismo tiempo con este nuevo nombre: economía de las ideas. Eso quiere decir que, si esta es la nueva tendencia, atrás se está quedando la economía que antes estaba centrada en la creación de la riqueza nacional a través de la generación de recursos y cosas.
Como es necesario que exista una manera clara y distinta que separe a la economía del pasado y que la distinga de la economía del futuro, decidimos escribir estas dos ecuaciones para delimitar cuándo estamos en la economía del pasado, que está muriéndose, y cuándo estamos ya dando nuevos pasos en el mundo económico del futuro, que resultó así:
Economía tradicional = riesgo + retorno
Economía de las ideas = riesgo + retorno + impacto
Mientras sostenía estas pláticas en México recordé que hace muchos años, cuando Rodolfo Paiz Andrade estaba escribiendo el texto de Servir a la Vida, haber tenido a la vista el manuscrito de este libro donde aparecía la comprensión de una economía a favor de las ideas y de la vida, solo que relacionada con estos nuevos conceptos que son realmente innovadores:
Bioempresas
Bioempresarios
Bionegocios
Biodemocracia
El prefijo bio antepuesto a cualquier otro concepto se usaría, como podría ser escuelas con sus maestros y comunidad de padres y madres de familia, para decir bioescuelas, o fábricas con sus trabajadores, para decir biofábricas. La idea era dar con un nuevo camino en la historia para recrear la riqueza en nuestros países teniendo en cuenta que el impacto estaría orientado claramente a favor de la vida.
Recuerdo muy bien el día que Fito, como le decimos sus amigos a Rodolfo Paiz Andrade, llenaba unos formularios donde le preguntaban sobre su orientación política, y escribió estas dos palabras: bio demócrata. Cuando me lo contó me hizo reír, y me dijo que él también se había reído, dándome a entender que todavía vivimos en un mundo muy duro, y muy hecho para ver solamente cosas y recursos, y donde el tema del impacto en la gente y en la vida estaba todavía muy lejano en el horizonte del pensamiento de las empresas de nuestros países atrapados aún en el subdesarrollo.
¿Qué tendría que ocurrir para que en el mundo surgiera toda una nueva gama de empresarios que sumaran a sus negocios al riesgo, al retorno y al impacto?
Como en un artículo de Crónica no se puede llegar a profundizar, sino solamente a dar unas cuantas pinceladas que intenten ser revolucionarias, voy a dejar al lector en manos del libro Servir a la Vida, porque la respuesta a esta pregunta fundamental para abrir una nueva historia como humanidad está escrita ahí con estas palabras:
Desde los tiempos de Galileo hemos vivido durante los 400 años tratando de medir la posición de la realidad; por eso, hemos reducido la realidad que vemos a una sola posibilidad: a su ser partícula. Solo vemos el mundo desde esa dimensión de ser un objeto o de ser una cosa. Solo sabemos medir. Todo lo que aparece lo medimos, lo comparamos y lo clasificamos para tomar decisiones sobre este lado limitado de la vida. Esta explicación del libro de Fito retrata la manera de pensar que tiene el empresario tradicional y su ecuación:
Economía tradicional = riesgo + retorno
Mi propuesta: debemos cambiar. El mundo y toda la realidad que nos rodea, y nosotros mismos, también puede ser onda. Necesitamos saber hacia donde vamos y no solo donde estamos estancados. Es como tener dos vidas, de un lado de la luna somos partículas, y no podemos negarlo, y del otro lado de la luna somos ondas, y no podemos negarlo tampoco. Lo que no podemos hacer es seguir viviendo en uno de los lados de la vida. No podemos condenarnos a vivir como partículas toda la vida.
Esta explicación del libro de Fito retrata la otra manera de pensar que vendrá con el nuevo bioempresario y su nueva ecuación:
Economía de las ideas = riesgo + retorno + impacto
*Ver Servir a la Vida, página 194
¿Será posible que la economía con sus empresas, empresarios y mercados puedan, algún día, encontrar el camino hacia la vida y hacia la satisfacción de las grandes necesidades sociales de la gente?