Recordemos los eventos de hace un año, las manifestaciones ciudadanas y, sobre todo, el 27 A fueron momentos históricos para Guatemala y un ejemplo, para otros países en el mundo, de activación de la sociedad en momentos de críticos para el país. Si evaluamos, no fue la sociedad civil organizada la que logró el movimiento masivo, fue la sociedad civil desorganizada quien se dio cita para hacer algo por cambiar el rumbo del país, pero con un panorama muy claro: ya no más burla y beneficio para los corruptos.
En el Índice de Percepción de Corrupción de la Organización de Transparencia Internacional, el cual se basa en la percepción de expertos del sector privado sobre la corrupción en el público, indica que Guatemala obtuvo una calificación de 28 puntos, cuatro menos en comparación al 2014, año en el cual obtuvo 32, en una escala de 100 puntos, con lo cual desciende del puesto 115 al 123 en el listado de 168 países evaluados, esto se ve íntimamente relacionado con el caso de La Línea y la caída del Gobierno de Otto Pérez, a quien se le atribuye ser el gobierno más corrupto de la historia de Guatemala, lo que influyo en la baja de este índice.
Si quisiéramos evaluar cuáles han sido los resultados de las manifestaciones ciudadanas o, más bien, qué cambios se han generado como sociedad a raíz de estas, tendríamos que evaluar cómo se ha modificado la cultura política del guatemalteco, para identificar si el grado de tolerancia del ciudadano hacia los hechos de corrupción ha cambiado o no como el centro o detonador de las manifestaciones tanto a nivel central como local, pero tomando en cuenta que un estudio debe de llevarse a cabo bajo una serie de criterios e índices, además de tiempo, un balance general de lo que ha sucedido, a partir de ese momento a la fecha, podría ayudar a ver qué y cómo ha cambiado. Empezando por cuales fueron las exigencias de la plazocracia como dice el Presidente del Congreso, la renuncia de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, reformas legales para palear contra la corrupción, justicia para los corruptos y depuración de la clase política, sobre todo de quienes han abusado del poder.
Si nos quedáramos soló con estas, podríamos decir que existe, en buena medida, respuesta a las exigencias, el binomio presidencial renunció y hoy se encuentran en prisión para enfrentar los cargos que se les imputan por su involucramiento en los casos de corrupción, se han dado reformas legales, las cuales aún dejan pendientes por los intereses que no permiten que estas sean perfectas o impenetrables para los corruptos, pero un avance se ha logrado con las reformas a la Contraloría General de Cuentas; la Ley del Organismo Legislativo, las cuales, hoy en día, ya vigentes desincentivan el transfuguismo; las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, las cuales tienen aspectos positivos para que los partidos políticos no continúen siendo vehículos electoreros y que existan más mecanismo de control al financiamiento para evitar la corrupción, y ya se ha retomado el tema de reformas constitucionales, lo que puede ser un tema de cuidado, pero también beneficioso para mejorar el funcionamiento del sistema de justicia; la justicia, para los corruptos, ha caminado con la investigación y persecución penal a una serie de funcionarios implicados en los casos de corrupción, y en cuanto a la renovación de la clase política, podríamos decir que tenemos un pie adentro y otro afuera, tomando en cuenta que las manifestaciones se dieron en medio del desarrollo de un proceso electoral, el cual sirve para cambiar a nuestras autoridades, a través del voto se cambió parcialmente a la clase política, pero, como dice el dicho, mala hierba nunca muere, por lo que, para que esta cambie, se requiere también que la ciudadanía lo haga, lo cual es lo que está en cuestión cuando el reto está en que la sociedad desorganizada, que manifestó por cambios, se organice para exigirlos y ser parte de los mismos y actúe para ser la fiscalizadora de todo funcionario público
En conclusión, podríamos decir que existe un balance positivo para la ciudadanía de lo que se exigía en la plaza y que se han logrado cambios después de esto, pero siendo más realista, esto ha sido muy poco, los cambios que se han logrado, de alguna manera, parecen cosméticos para que el país cambie, pero lo que sí es real es que el ingrediente secreto para el cambio es la participación, ante esto es más importante que recordemos los momentos históricos que vivimos para que, como país unido, apostemos por más y esto llama a cada guatemalteco a su deber de participar y exigir.
Recordemos los eventos de hace un año, las manifestaciones ciudadanas y, sobre todo, el 27 A fueron momentos históricos para Guatemala y un ejemplo, para otros países en el mundo.