El partido en el poder en Rusia sufrió un duro revés el domingo en las elecciones al parlamento local de Moscú, tras un verano de numerosas manifestaciones de la oposición severamente reprimidas por la policía.
Los diputados pro-Kremlin, aunque controlan 25 escaños de los 45 del parlamento moscovita, han perdido cerca de un tercio de diputados locales respecto al mandato anterior. En el parlamento saliente, los partidarios del presidente Vladimir Putin controlaban 38 escaños.
Sin embargo, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, prefirió destacar el éxito de los partidarios de Putin en el resto de Rusia, diciendo que los resultados eran un gran éxito para el gobierno.
Estas elecciones ha sido «quizás las más emotivas y competitivas de la historia reciente», dijo, por su parte, el alcalde de Moscú, Sergueï Sobianine, en un comentario en su blog.
Los comunistas fueron los grandes triunfadores de la elección en la capital, ganando 13 escaños contra cinco en el parlamento saliente.
El partido liberal Yabloko («Manzana» en ruso) conquistó tres escaños, más otro obtenido por una candidata independiente que apoyaban.
Por su parte, el partido Rusia Justa, opositor «tolerado» por el Kremlin, ingresa al parlamento con tres diputados.
«Hemos peleado juntos para conseguir esto. Gracias a todos por su contribución» declaró Alexei Navalni en Twitter, mientras que la abogada Liubov Sobol, una de las líderes de las protestas del pasado verano, dijo que el resultado «entrará en la historia de Moscú».
Según la agencia de prensa Interfax, nueve diputados salientes del partido presidencial Rusia Unida no fueron reelectos, entre ellos el líder moscovita Andrei Matelsky, electo sin interrupción desde 2001.
La tasa de participación fue de 21,77%, levemente más elevada que en 2014.
Esas manifestaciones de miles de personas se tradujeron en casi 2.700 arrestos, una ofensiva nunca vista desde la ola de protestas en 2011-2012, que precedió al regreso de Vladimir Putin a la presidencia después de un período como primer ministro.
El principal opositor ruso, Alexei Navalni –cuyos aliados fueron excluidos de estas elecciones locales– había exhortado a los electores a «votar inteligentemente» y apoyar a los candidatos mejor situados para derrotar a los del Kremlin.
Impopular
Ante la caída de la popularidad de Rusia Unida, las autoridades no habían presentado ningún candidato bajo esta etiqueta e intentaron buscar personalidades de la sociedad civil.
Pero fue una misión fallida, con algunos fracasos espectaculares, como el de la vicerectora de la prestigiosa Escuela de Altos Estudios de Ciencias Económicas (HSE), Valeria Kasamara, oficialmente independiente, pero apoyada por el poder y que se benefició de una gran campaña preelectoral.
La HSE fue uno de los principales centros de las manifestaciones del pasado verano, la mayoría de ellas no autorizadas y duramente reprimidas.
Este lunes, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, pidió que se investigue el «uso excesivo» de la fuerza por parte de la policía rusa en la represión de las manifestaciones durante las semanas previas a estas elecciones.
En total, más de 5.000 elecciones se llevaron a cabo el domingo. Los rusos elegían a 16 gobernadores regionales y parlamentarios locales de 13 regiones, incluida Crimea, la península de Ucrania anexada por Rusia en 2014.
En San Petersburgo, la segunda ciudad del país y antigua capital imperial rusa, el candidato del gobierno ganó la elección de gobernador, según anunció este lunes la comisión electoral, desestimando denuncias de fraude de la oposición.
«Alexandre Beglov, el gobernador interino, recibió 64,57% de los votos», anunció la Comisión Electoral tras el escrutinio de 97% de los sufragios.
Beglov, nombrado gobernador interino en 2018, superó a dos candidatos poco conocidos, Nadejda Tijonova y Mijaíl Amosov, que obtuvieron respectivamente 16,84% y 15,93% de los votos.
Su principal rival, el candidato comunista y conocido director de cine Vladimir Bortko, se había retirado unos días antes de la elección afirmando que estaba «amañada».
En el resto de Rusia, la mayoría de los gobernadores apoyados por Rusia Unida, el partido de Putin, fueron reelectos a pesar de algunos contratiempos, como en la región de Jhabarovsk (Extremo Oriente), donde el partido nacionalista LDPR conquistó el parlamento municipal.