Representantes indígenas del país denunciaron abandono estatal en la atención a sus derechos, además de la continuidad de la discriminación y el racismo, al conmemorar este domingo los 23 años del fin de la guerra civil (1960-1996).
«Ya llevamos dos décadas de la firma de la paz pero aún los pueblos indígenas viven el racismo y discriminación», dijo a periodistas la guía espiritual Amalia Tum, previo a encender el fuego ceremonial en el sitio arqueológico Kaminaljuyú, en el oeste de la capital.
Tum, vestida con un colorido traje de la etnia maya-kaqchikel, lamentó que tras 23 años del final de la guerra no se la haya dado total cumplimiento a los acuerdos pactados entre el gobierno y las fuerzas insurgentes.
«Esperamos que en este año 2020 haya cambio en todo sentido», agregó la líder indígena, quien junto a delegados de 14 consejos indígenas mayas elaboraron el altar con flores, velas y fuego alimentado con resinas de árboles, entre otros elementos.
El conflicto armado interno en Guatemala finalizó el 29 de diciembre de 1996 con la firma del pacto de paz firme y duradera, al que le antecedieron varios compromisos para atender las causas que provocaron la guerra como la pobreza.
Lourdes Xitumul, titular de la estatal Secretaría de la Paz, presente en la ceremonia, señaló que la entidad a su cargo «es la primera en reconocer que hay mucha brecha y muchos desafíos en el cumplimiento de los acuerdos de paz que son los sustantivos».
«No podemos esconder las cifras de la pobreza, desigualdad y marginación que hay principalmente en grupos vulnerables», añadió la funcionaria, aunque señaló que se debe rescatar lo «fundamental» que fue el cese el fuego.
Casi 6 de 10 guatemaltecos vive en la pobreza, según datos oficiales, aunque la cifra llega a 80% en algunas comunidades indígenas.
Los pueblos indígenas maya, xinca y garífuna (negros del Caribe) representan el 44% de los 15 millones de guatemaltecos, de acuerdo con el nuevo censo de población publicado en septiembre pasado.
«Todo lo que se firmó solo se quedó en papel porque no se han respetado los derechos de los pueblos originarios», agregó el sacerdote maya Alejandro Tiul.
«¿Dónde está la paz que se firmó?», cuestionó por su lado Oswaldo Cac, guía espiritual del norte del país.
La Guerra Civil guatemalteca dejó 200.000 muertos y desaparecidos, reveló en 1999 una Comisión de la Verdad auspiciada por la ONU. La mayor parte de las atrocidades fueron atribuidas a las fuerzas de seguridad del Estado, muchas de ellas masacres en poblados indígenas.