La agencia del medicamento de Reino Unido ha autorizado el uso de la vacuna contra la COVID-19 desarrollada por la firma estadounidense Moderna, con lo que ya son tres los tipos de fármacos a los que podrá recurrir los sanitarios británicos para inmunizar a la población, después de la de Pfizer y BioNTech y la de la Universidad de Oxford y Astrazaneca.
«Es otra gran noticia y otro arma en nuestro arsenal para acabar con esta horrible enfermedad», ha celebrado el ministro de Sanidad, Matt Hancock, tras el visto bueno a la vacuna de Moderna, de la que se han solicitado ya 17 millones de dosis que llegarán previsiblemente en primavera.
Reino Unido, que se adelantó a la Unión Europea al iniciar el proceso de inmunización, ha vacunado hasta la fecha a 1.5 millones de personas con al menos una dosis y tiene identificados a colectivos de riesgos que suman a un total de 30 millones de personas.
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El Gobierno de Boris Johnson se ha visto forzado a aumentar las restricciones en los últimos días ante el aumento exponencial de los casos, con picos superiores a los 60,000 contagios diarios. El país acumula casi 2.9 millones de casos y más de 78,500 fallecidos por COVID-19.
Un informe sobre la pandemia en el que colaboran varias instituciones médicas y sanitarias, el Estudio de Síntomas COVID, estima que los contagios crecieron algo más del 30 por ciento entre el 26 de diciembre y el 3 de enero, lo que equivaldría a unos 70,000 al día, según la cadena BBC.
Red hospitalaria
El alcalde de Londres, Sadiq Khan, ha determinado que se dan las condiciones para declarar que hay un «gran incidente» en la capital, por la creciente saturación de los hospitales. Entiende por tanto que hay riesgo para que la salud de la población o para prestar servicios esenciales.
«La situación en Londres es crítica por la expansión de virus, fuera de control», ha advertido Khan, al señalar que el número de casos «ha aumentado rápidamente». La cifra de personas ingresadas en los hospitales londinenses está ya por encima del pico de abril, en plena primera ola.
Prueba a viajeros
En un intento por contener la entrada de personas contagiadas, las autoridades exigirán a partir de la próxima semana a todos los viajeros que presenten una prueba negativa de coronavirus realizada en las 72 horas previas, so pena de 500 libras (550 euros) de multa para quienes no cumplan.
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Además, las personas procedentes de zonas con las que no existan corredores de viaje deberán guardar 10 días de aislamiento, independientemente del resultado de la prueba, mientras que se prohibirá la entrada en Inglaterra de todos aquellos que hayan viajado o hecho escala en países de sur de África por el temor a la variantes sudafricana.