Regresa al Bolshoi Cherniakov, un iconoclasta de la ópera rusa

El director Dmitri Cherniakov provocó tal escándalo con su visión contemporánea de la ópera que no había vuelto a trabajar en Moscú desde hace una década pero acaba de regresar para dirigir el Bolshoi, listo para romper con los clichés rusos.

Este retorno al escenario más célebre de Rusia con una nueva versión de «Sadko», un clásico de Nikolai Rimsky-Korsakov (1844-1908), pretende complacer a la vez a los amantes de la modernidad y al público más tradicionalista.

Esta última categoría de espectadores y profesionales le reprocha sin duda su puesta en escena sobria de «Eugene Oneguin» de Chaikovski, ópera rusa de referencia que suele ser de gran fastuosidad.

En un encuentro con la prensa antes del estreno esta semana de «Sadko», Cherniakov espera que su nueva ópera «inspire debates y discusiones».

«Esta ópera tiene la falsa reputación de tener que ser épica, distante de nosotros y de lo que somos», subraya, vestido con una chaqueta y zapatillas deportivas.

«Tratamos de distanciarnos de este cliché», proclama el director de 49 años.

 Mastodonte

Anclada en la mitología rusa, esta ópera de 1895 cuenta la historia de Sadko, un músico pobre embarcado en una epopeya fantástica en la que se casará con Voljova, la hija del rey de las aguas y los mares, antes de regresar a su vida de antes al lado de Liubava, su esposa en tierra firme.

En la versión de Cherniakov, lo que queda del imaginario ruso es falso: Sadko está representado como un joven contemporáneo neurótico, en jeans y jersey, y Voljova es una poderosa ejecutiva que busca recuperar la pasión.

Y su historia de amor solo es una simulación en una fiesta popular de una tropa de clones de rusos salidos de la Edad Media.

«Sadko» fue un clásico del repertorio del Bolshoi. Su representación monumental en 1936 reflejaba los valores culturales de la época promovidos por Stalin.

«Era una estética de la victoria del socialismo que reproducía el estilo imperial de antes», explica el historiador especializado Míjail Muguinstein sobre el estilo de óperas rusas épicas.

«Sadko», en cambio, ha sido montada en contadas ocasiones en Occidente y casi ha quedado en el olvido en los últimos tiempos en Rusia. En 1984, el Bolshoi la retiró de su repertorio.

«Que el Bolshoi haya decidido a volver a montar este mastodonte me inspira respeto», dice Muguinstein, que ve en el retorno de este clásico una «acontecimiento mayor de nuestra historia cultural».

La puesta en escena de Cherniakov le han valido elogios de unos y críticas de otros. «Es duro, cuatro horas cuando hay tantos engaños e imposturas en el escenario», dice la crítica Ekaterina Kretova en el diario ruso Moskovski Komsomolets.

Vivo y moderno

Para Muguinstein, sin embargo, con su propuesta innovadora, Cherniakov ha logrado promover la ópera más allá de las fronteras rusas, lo que habían logrado escasos compatriotas.

«Solo algunas pocas óperas rusas han sido montadas en el extranjero, es difícil imaginar a Rimsky-Korsakov pero Cherniakov llega a representarlo fuera», dice el historiador.

Cherniakov es el único ruso que ha recibido, como director, el prestigioso «International Opera Award» (2013). Su versión de «El cuento del zar Saltán», ópera poco conocida de Rimsky-Korsakov, está nominada para una nueva recompensa este año.

El director general del Bolshoi, Vladimir Urin, prometió seguir educando al público a apreciar la ópera contemporánea.

«Se pueden volver a imaginar las obras del siglo XIX, podemos tratar de hablar en un idioma moderno con estas obras, que es lo que hace (Cherniakov)», explicaba en enero en la cadena cultural rusa Kultura.

«El teatro del Bolshoi debe ser un teatro vivo y moderno», remacha.

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