Jerusalén |
El templete que protege la tumba donde fue enterrado Jesucristo según la tradición cristiana reabrió este miércoles durante una ceremonia en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, después de nueve meses de restauración.
Las obras comenzaron en mayo de 2016 para consolidar el edículo de mármol y devolverle su color original. Lo desmontaron completamente y lo reconstruyeron a imagen y semejanza de lo que era.
Dignatarios religiosos de distintas confesiones cristianas han participado en la ceremonia del miércoles, en la que se exhibió el templete sin la estructura metálica que antes dificultaba la vista.
«No es sólo una donación hecha a Tierra Santa, es una donación para el mundo entero», afirmó el patriarca grecoortodoxo Teófilo III de Jerusalén ante los invitados, entre los que figuraba el primer ministro griego Alexis Tsipras.
«Antes el monumento estaba completamente negro», los muros del edículo se habían ennegrecido por el humo de las velas de los peregrinos, explica a la AFP la restauradora jefa Antonia Moropoulo
Lo que dice National Georgraphic
¿Era realmente la tumba de Cristo?
Aunque es una imposibilidad arqueológica afirmar que la tumba recién expuesta en la Iglesia del Santo Sepulcro es el lugar donde sepultaron a un judío llamado Jesús de Nazaret, hay pruebas indirectas que apuntan a que la identificación del sitio, hecha unos 300 años después por representantes del emperador romano Constantino, pudiera ser razonable.
Las primeras referencias de la sepultura de Jesús se encuentran en los Evangelios canónicos, los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento, posiblemente escritos décadas después de la crucifixión de Cristo hacia el año 30 d.C. Aunque los detalles varían, los relatos describen, de manera consistente, que Cristo fue sepultado en una tumba excavada en la roca que pertenecía a José de Arimatea, un judío rico seguidor de Jesús.
Los arqueólogos han identificado más de mil tumbas de ese tipo en el área contigua a Jerusalén, señala Jodi Magness, arqueóloga y becaria de National Geographic. Cada una de esas tumbas familiares consistía de una o más cámaras mortuorias, con nichos largos excavados en las paredes rocosas para dar cabida a cuerpos individuales.
“Todo esto concuerda, perfectamente, con lo que sabemos sobre la manera como los judíos pudientes enterraban a sus muertos en los tiempos de Jesús –señala Magness-. Por supuesto, esto no demuestra que el acontecimiento fuera histórico. Sin embargo, sugiere que cualesquiera que hayan sido las fuentes de los relatos evangélicos, ciertamente conocían esta tradición y las costumbres funerarias”.