- Cristiano Ronaldo, jugador del Al-Nassr saudí, fue invitado a una cena en la Casa Blanca en honor a MBS, durante su visita a Estados Unidos. En esa cena, Trump lo mencionó con cariño: dijo que su hijo Barron era gran fan de Cristiano.
Ronaldo estaba sentado en un lugar destacado (“primeros asientos”) en el Salón Este, lo que muestra que no era un invitado cualquiera.
Su vínculo con Arabia Saudita es claro, juega para el Al-Nassr, club que tiene una relación muy estrecha con el Estado saudí (gran parte es propiedad del fondo soberano que preside MBS).
La presencia de Cristiano Ronaldo en la Casa Blanca con Donald Trump y Mohammed bin Salman no es un simple gesto de celebrity: es un movimiento estratégico con muchas lecturas.
Representa una línea de diplomacia deportiva: Arabia Saudita usa el magnetismo de una superestrella para reforzar su posicionamiento global, mientras que EE.UU. aprovecha la ocasión para combinar diplomacia, imagen internacional y negociaciones clave.

¿Qué simboliza ese acercamiento entre Ronaldo y Trump?
Ronaldo no es sólo un futbolista: es una marca global. Su presencia en un acto diplomático de alto perfil (Casa Blanca + príncipe saudí) aporta un enorme valor simbólico para Saud-Arabia.
Para Trump, tener a una figura tan reconocida como Ronaldo refuerza su evento: mezcla deportiva, mediática y diplomática.
Relaciones estratégicas EE.UU.–Arabia Saudita
La cena no era solo un acto social: coincidió con una visita de Estado muy importante de MBS.
Durante la visita, Trump elogió al príncipe saudí y habló de una alianza para “la paz y la prosperidad” en Medio Oriente.
Se han anunciado acuerdos relevantes entre EE.UU. y Arabia Saudita: cooperación en defensa, ventas de aviones de combate (se mencionan F-35), energía nuclear civil, y otras inversiones.
Imagen de Arabia Saudita
La presencia de Ronaldo ayuda a proyectar una imagen moderna, poderosa y culturalmente relevante del reino saudí. No solo como potencia petrolera, sino como actor que invierte en deporte y cultura global.
Es parte de la estrategia saudí de usar el deporte como diplomacia: atraer estrellas, ligas, y visibilidad global para consolidar su poder blando.
Implicaciones para Arabia Saudita
Al invitar a personalidades de primer nivel (como Ronaldo) a sus encuentros diplomáticos, Arabia Saudita subraya su capacidad de influir globalmente por medios no tradicionales.
Los acuerdos con EE.UU. muestran que Riad no solo quiere relaciones militares, sino también transferencia de tecnología, colaboraciones estratégicas (energía, nuclear, defensa).
Tener a Ronaldo como embajador “no oficial” potencia la liga saudí: su contrato en Al-Nassr y su visibilidad internacional ayudan a legitimar a Arabia Saudita como destino deportivo.
Esto puede atraer más estrellas, aumentar la inversión en infraestructura deportiva y elevar la marca del país en el mundo del deporte.
Riesgos reputacionales
La cena también revive discusiones sobre derechos humanos, especialmente dada la figura de MBS y las críticas al régimen saudí (por ejemplo, el caso Khashoggi). Según reportes mediáticos, Trump minimizó esas críticas durante el evento.
Asociar figuras globales como Ronaldo con regímenes controvertidos puede generar reacciones negativas, especialmente entre quienes ven el deporte como algo separado de la política o como un medio para hacer “lavado de imagen” (branding político).
Visión a futuro del Mundial y el fútbol saudí
Arabia Saudita puede estar usando esta conexión para apuntalar su ambición futbolística global. Si su liga tiene más estrellas, su liga crece en reputación.
Además, hay un componente simbólico pensando en grandes torneos: el deporte podría ser parte de una estrategia para proyectar a Arabia Saudita como jugador global en eventos deportivos.

