El análisis de Washington que afirma que en Hong Kong ya no rige la autonomía prometida por Pekín marca un giro que puede tener graves consecuencias financieras para la excolonia británica.
Si Estados Unidos decide revocar este estatus especial, como respuesta al proyecto chino de imponer una nueva ley de seguridad nacional en Hong Kong, la situación económica del territorio podría transformarse, con la aplicación de sanciones estadounidenses, nuevos aranceles o restricciones en el comercio.
¿En qué consiste este estatus especial?
Cuando Hong Kong fue devuelto a China en 1997, se hizo bajo el principio de «un país, dos sistemas», que permite al territorio conservar libertades que no se aplican en China continental, como una economía libre, una justicia independiente, la libertad de expresión y un Parlamente elegido parcialmente por sufragio universal.
Estas derogaciones han hecho que numerosos países, como Estados Unidos, votaran leyes que autorizan a tratar a Hong Kong como una entidad comercial diferente del régimen autoritario chino.
Estas medidas implican la exención de visados o el régimen de cambio fijo entre el dólar hongkonés y el de Estados Unidos. También incluyen leyes favorables a las empresas, como un sistema fiscal ventajoso y una protección jurídica que no existiría en China.
Este tratamiento de favor ha permitido a Hong Kong mantenerse como un centro financiero internacional al mismo nivel que Londres y Nueva York, y convertirse en la cuarta plaza financiera mundial.
Si Washington elige la mano dura, «toda la conexión financiera entre China y la economía libre» estará amenazada, según Robert Spalding, experto en relaciones entre China y Estados Unidos en el Hudson Institute.
«Las acciones, los bonos, las transacciones financieras… Todo esto podría correr peligro», dijo a Bloomberg News.
¿Y ahora qué?
Los expertos consideran que la pelota está en el tejado de la administración de Donald Trump.
Julian Ku, especialista en derecho internacional de la Universidad Hofstra, en Estados Unidos, estima que el presidente estadounidense tiene «mucho margen de maniobra».
«Podría modificar el régimen de derechos de aduana de Hong Kong para alinearlo al de China, o podría modificarlo de manera que Hong Kong sea tratado según una ley de control de exportaciones que haga más difícil exportar productos tecnológicos, o podría hacer los dos», dijo a la AFP.
Pero este experto considera que el mandatario se decantará por una opción más moderada.
«Creo que tomará medidas importantes para demostrar a China que va en serio. Pero no creo que cambie todas las leyes estadounidenses que se aplican en Hong Kong», añadió.
«Se guardará algunos temas para dar a Pekín la oportunidad de dar marcha atrás».
¿Es el fin de Hong Kong?
Cualquier cambio en Hong Kong podría penalizar mucho a las empresas estadounidenses.
Según el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos, unas 300 compañías tiene una sede regional en Hong Kong.
En 2018, el excedente comercial más elevado del país fue con Hong Kong (31,100 millones de dólares).
Hong Kong es también un territorio muy importante para Pekín, especialmente para las empresas chinas que buscan divisas extranjeras. Pero la excolonia británica ya no es tan crucial como lo supo ser: en 2019, 12% de las exportaciones chinas estaban destinadas a Hong Kong o transitaron por la ciudad, frente al 45% en 1992.