Sochi, Rusia
El presidente ruso, Vladimir Putin, recibe este martes al secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, para intentar «estabilizar» las tensas relaciones entre ambas potencias rivales, que no cesan de crisparse.
Abundan los temas de discordia entre ambos países, desde Venezuela a Irán, pasando por Siria, Ucrania o la cuestión del desarme.
En este contexto, Mike Pompeo tendrá que moverse con la pericia de un equilibrista, entre su reiterada firmeza y la voluntad de acercamiento de su jefe, el presidente estadounidense Donald Trump.
Según el Kremlin, en primer lugar, Pompeo se reunirá con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, y luego ambos serán recibidos por el presidente ruso. Así, se convertirá en el responsable estadounidense de más alto rango en reunirse con Putin tras la cumbre que este último celebró con Donald Trump el pasado julio.
Trump anunció el lunes que tiene previsto reunirse con Putin en el G20 de junio en Japón, aunque el Kremlin dijo que todavía no hay «ningún acuerdo» en este sentido.
La Casa Blanca espera que el fin de la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre una supuesta injerencia rusa a favor de Trump en las elecciones estadounidenses permita superar el actual estado glacial de las relaciones entre ambos países.
Hace cerca de dos meses, el fiscal concluyó que en 2016 se produjo una injerencia rusa en las elecciones presidenciales, pero no una connivencia entre el equipo del candidato Trump y Moscú.
Aunque las investigaciones empañaron la primera mitad de su mandato, Donald Trump mantuvo a principios de mayo una conversación telefónica «muy positiva», según sus palabras, de más de una hora con Vladimir Putin.
Trump, en general dispuesto a desafiar a Putin, aseguró que este último le había asegurado que Moscú no estaba implicado en Venezuela, al contrario de lo que defienden Pompeo y otros responsables estadounidenses, que instaron a Rusia a dejar de apoyar al presidente venezolano, Nicolás Maduro.
Línea dura
El viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Riabkov, afirmó que espera que la visita del secretario de Estado estadounidense permita «estabilizar un poco» las relaciones entre ambos países. Pero admitió, citado por la agencia Interfax, que las discusiones se anunciaban «difíciles» sobre Venezuela, pues ambas potencias defienden posturas «diametralmente opuestas».
Venezuela es tan solo uno de los temas de confrontación diplomática entre rusos y estadounidenses. El conflicto sirio, el destino de Ucrania y los tratados de desarme también suponen importantes obstáculos.
Próximo a Trump, Mike Pompeo sigue siendo no obstante partidario de mantener una línea dura con Moscú.
El pasado sábado, en un discurso en California, consideró que los responsables estadounidenses se habían «alejado de la realidad» en las últimas décadas al creer que incluyendo a «países como China y Rusia en el llamado orden internacional, se aceleraría su evolución hacia la democracia».
«Ahora podemos ver, 30 años después del fin de la Guerra Fría, que el régimen de Putin abate a sus disidentes a sangre fría e invade a sus vecinos», sostuvo.
Putin prueba las armas
La visita coincide con las tensiones en Irán, que Estados Unidos acusa de preparar «ataques» contra intereses estadounidenses en Oriente Medio.
«Si hace algo sufrirán muchísimo», dijo Trump el lunes. Estados Unidos desplegó en la región un portaaviones, un navío de guerra, bombarderos B-52 y una batería de misiles Patriot.
El lunes, el ministro ruso de Exteriores, Sergei Lavrov, dijo por su parte que esperaba tener una «conversación franca» con Mike Pompeo. «Intentaremos aclarar cómo esperan salir los estadounidenses de esta crisis, creada por sus acciones unilaterales», apostilló.
Lavrov también apuntó que el tema del desarme estaría sobre la mesa, pues Moscú y Washington deben negociar el futuro tratado de control de armamento nuclear Start (el actual texto expira en 2021).
La reciente suspensión de Estados Unidos, a la que siguió la de Rusia, de su participación en un tratado de la Guerra Fría que prohíbe misiles tierra-tierra con alcance de 500 a 5.000 km hizo temer una vuelta a la carrera de armamento, y más aún después de que Putin se refiriera varias veces en los últimos meses a las capacidades de las nuevas armas rusas.
Horas antes de recibir a Pompeo este martes, el presidente ruso tenía previsto visitar el mayor centro de pruebas militares de la fuerza aérea rusa, para asistir a una demostración de «armas prometedoras», según el Kremlin.