PROVOCATIO: ¿Seré cómplice de la farsa electoral?

“… el montaje está tan bien programado, que los titiriteros no tienen por qué decantarse públicamente por la opción oficial y/o elitaria, sino que llaman al voto en general.  En realidad, vote o no vote, vote por fulana o mengana, zutano o perencejo, el objetivo estratégico es mantener esta ilusión de democracia basada en elecciones periódicas y que, por supuesto, NADA CAMBIE.”

José Alfredo Calderón E.

Historiador y analista político

Tradicionalmente, el sistema político-electoral guatemalteco saca a relucir sus narrativas de siempre en cada elección: “Ejerce tu derecho, vota.  No dejes que otros decidan por ti.   Tu votas, tú eliges.  Fortalece nuestra democracia, vota.” El objetivo táctico es que la gente vote, incluso, más allá de por quien lo haga, pues el mecanismo está diseñado antes para que queden los previamente elegidos

La farsa necesita un poco de adorno; por eso, se invita (e incluso financia) a grupos “opositores” que le ponen color a la fiesta electoral.  Salvo una opción partidaria, NADIE habla de cambiar el modelo económico, requerimiento fundamental para darle un giro de 180° grados a la triste historia de este paisaje.  No es casual entonces que esa única opción, haya sido la más golpeada con amenazas y asesinatos previo a la elección y, ahora, en pleno proceso, le sea vedada su participación por motivos no solo espurios, sino ridículos.  Al mejor estilo del golpeador de la clase en la escuela (los operadores) ellos deciden quién participa o no en el juego. 

No entraré a considerar si la estrategia del MLP fue buena o no, al insistir en un candidato vicepresidencial que todo el mundo (y ellos mismos) sabía que no pasaría el filtro.  Tampoco analizaré la viabilidad real de esa opción, pues esta plataforma reviste características muy especiales con respecto a otras candidaturas y “partidos” y que merecen atención aparte.

Deseo referirme en esta ocasión a la validez de participar en un simulacro democrático (muy mal hecho, por cierto) convirtiéndonos así, en cómplices del sistema.  Cualquier persona con dos dedos de frente puede advertir que, el montaje está tan bien programado, que los titiriteros no tienen por qué decantarse públicamente por la opción oficial y/o elitaria, sino que llaman al voto en general.  En realidad, vote o no vote, vote por fulana o mengana, zutano o perencejo, el objetivo estratégico es mantener la ilusión de democracia basada en elecciones periódicas y que, por supuesto, NADA CAMBIE. 

Aunque lo he explicado muchas veces, conviene recordar 4 aspectos puntuales:

  1. El diseño es antiguo y exitoso.  La mano que mece la cuna (las élites entre las élites) tratan de ponerse de acuerdo antes de la elección.  Cuando no logran consenso, optan por una selección de dos o tres binomios que garanticen el statu quo y, sobre todo, los privilegios de la casta dominante.  Para el caso 2023, son precisamente tres las opciones viables, los demás solo animarán la fiesta. 
  2. Votar nulo significa rechazar la pobre oferta electoral pero no al sistema.  Además, las reformas de 2016 se encargaron de dejar blindado el posible (pero inalcanzable) triunfo del voto nulo y, en consecuencia, la repetición de las elecciones no garantiza nuevos candidatos.  Para más INRI, el lapso tan corto que previeron maquiavélicamente, no permite que ningún partido se arriesgue, sin perjuicio que posicionar una candidatura nueva lleva mucho tiempo.  Por otra parte, nuevos candidatos (aunque tengan las mejores buenas intenciones) dentro de una plataforma podrida no hacen ningún cambio; además, más tarda el proceso electoral, que la cooptación de esas supuestamente buenas personas ya metidas en la vorágine del mecanismo. 
  3. La normativa electoral y recursos paralelos, garantiza que todos los participantes tengan un perfil parecido, en lo fundamental, es decir, la aquiescencia por el statu quo.  Se pueden dar el lujo incluso que, si la importancia de un grupo es marginal, sin la más mínima posibilidad de triunfo o por lo menos de llevar un buen número de personas a los Consejos Municipales y al Congreso, se les permite un discurso más amplio que incluya reformas profundas, situación que, por supuesto, nunca pasará.
  4. La abstención consciente para rechazar el sistema político-electoral es la única posición ética y congruente con el escenario, pues no solo rechaza a los candidatos propuestos, sino al mecanismo sistémico en sí.  Sin embargo, los titiriteros también cuentan con recursos para esta opción (mayoritaria, por cierto) pues se puede alegar que muchos no votan por distintas razones que no necesariamente rechazan el sistema: Por ejemplo: no se empadronó, no actualizó datos, el centro de votación le queda lejos, ese día tenía un compromiso prioritario o simplemente no le dio la gana asistir a los comicios.  También está el caso de las poblaciones de la Guatemala profunda que viven en extrema precariedad y que no tienen centro de votación cercano, teniendo que movilizarse con los consecuentes gastos de alimentación y transporte, que no pueden costear.   

Después de advertir lo antes dicho y constatar las múltiples muestras de descaro, así como llevar al extremo el concepto de CUALQUIERA para puestos de elección, el dilema no es por quién votar.   El meollo del tema es participar o no en esta nueva edición de la farsa electoral. 

Tal y como se los dije a muchos activistas dentro del marco del fraude electoral de la USAC; no se trata de repetir las elecciones sino de entrarle, de una vez por todas, a la tan ansiada reforma universitaria, entre lo cual, está modificar el sistema de elección de rector y demás autoridades. 

La narrativa oficial ha impactado en los imaginarios sociales, pues todavía se escucha, recurrentemente, frases como éstas:

  • “Si no participamos ellos pondrán a quien quieran.” Favor revise el numeral uno.
  • “Debemos aprovechar el resquicio que brinda el sistema para meter nuestros candidatos y que hagan diferencia en las munis y el congreso.” Revise los numerales 1 y 3. 
  • “Votar es un derecho y nadie me lo puede quitar.  Lo último que muere es la esperanza.” Revise los cuatro numerales y si aún sigue pensando así, ya el problema es de disonancia cognitiva gruesa y del efecto Dunning-Kruger. 
  • “Votar es lo único que podemos hacer porque es peor no hacer nada.” La vía electoral no es la única forma de participación ciudadana.  Muchos ciudadanos dedicamos a la formación ciudadana y política; participando en espacios críticos de reflexión y análisis para brindar claridad política a varias personas y grupos, encontrando alternativas para construir un nuevo futuro. 

En las cercanías de Semana Santa, los invito a reflexionar.  ¿Está dispuesto/a USTED a ser cómplice de la farsa? Adelante, pero la historia y la patria se lo demandará. 

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