PROVOCATIO: Provocar rinde sus frutos…

… no se están planteando, de entrada, proyectos masivos difíciles de controlar, sino articulaciones pequeñas y medianas en las que todos o casi todos, se conozcan y compartan idearios democráticos.  Precisamente por esto, no se descarta alguna institucionalidad básica pero no en torno a los partidos políticos y otros entes pro statu quo, sino a las entidades que planteé en mi más reciente columna

Los últimos dos artículos del suscrito: El sinuoso camino de reformar la democracia y Construyendo futuro desde la base social, han generado inquietudes.  

Tendemos a pensar que se escribe para un círculo muy reducido de lectores, sin embargo, para mi sorpresa, los mencionados artículos generaron interesantes reacciones a mis planteamientos, lo cual me satisface. Crear un movimiento social amplio, al margen del sistema político-electoral, pero no divorciado totalmente de él, es algo difícil de digerir pero que ya se ha dado en América Latina, concretamente en Bolivia, México y Chile.

Las inquietudes más recurrentes son: “¿Por dónde hay que empezar y que los oportunistas y pícaros no intervengan?” “¿Qué hacer con los tiktokeros e influencers?”. Otras críticas, de la izquierda llamada histórica, por ejemplo, se resienten por descartar la opción revolucionaria tradicional, como mecanismo para romper el sistema. En otros casos, hay quienes creen que la institucionalidad no puede dejarse del lado, es decir, el sistema electoral tal y como lo conocemos y que desde 1957 (cuando se da la primera elección post revolución y también fraudulenta) ha demostrado una y otra vez, su completo y rotundo fracaso.

La primera pregunta que debemos hacernos es: ¿Por qué no crear un partido político primero y luego esperar que el movimiento social lo apoye? Porque el sistema está diseñado para impedir verdaderos partidos políticos y de naturaleza genuinamente popular; así mismo, el movimiento de masas está fraccionado, disperso y sin luces.  En el mismo sentido ¿alguien en su sano juicio piensa que un partido autónomo de los grupos tradicionales sería permitido? Si primero se construye el movimiento amplio del que hablamos, la presión social apoyaría un instrumento político diseñado sobre una agenda democrática nacional compartida. Sin claridad política, generada con procesos pequeños y medianos de formación, no puede haber organización y articulación sólida.

La misma presión social de la que hablamos, funcionaría para exigir cambios drásticos en la Ley Electoral y de Partidos Políticos, con énfasis en el financiamiento electoral ilícito. Pedirles a las actuales plataformas electoreras (que no partidos) ese apoyo INCONDICIONAL, sería francamente ingenuo o tonto. Ya sabemos que estos personajes solo actúan por un interés patrimonial de por medio, o por la amenaza de un movimiento social hastiado que los conmine.

La siguiente pregunta es ¿Cómo resolver el tema de los infiltrados de siempre y de ese ejército de descerebrados con acceso a internet que ahora hacen de “analistas” y que, sean nets o no, influyen en la opinión pública que, como sabemos, se construye en espacios privados? El lenguaje virulento o la acción de funar ideas, proyectos o personas, esconde agendas que otros diseñan y encargan a estos su implementación y difusión. Ahora ya es más fácil identificar a la mano que mece la cuna y sus diversos operadores.

Por ello, para contrarrestar lo anterior, no se están planteando, de entrada, proyectos masivos difíciles de controlar, sino articulaciones pequeñas y medianas en las que todos o casi todos, se conozcan y compartan idearios democráticos.  Precisamente por esto, no se descarta alguna institucionalidad básica pero no en torno a los partidos políticos y otros entes pro statu quo, sino a las entidades que planteé en mi más reciente columna:

  1. Algunas organizaciones católicas/religiosas de base social, de pensamiento democrático, reflexivo y no dogmático, con algún grado de independencia de la autoridad clerical centralizada, tradicionalmente conservadora.
  1. Algunas organizaciones indígenas que trasciendan el pensamiento étnico fundamentalista, el sectarismo y la exclusión de otros sectores no indígenas.
  2. Algunas organizaciones de barrio legítimas, al margen de los CUBS y los Consejos de Desarrollo, cooptados por operadores politiqueros y el poder tradicional.
  3. Algunos académicos e intelectuales no institucionalizados que formarían gran parte del apoyo docente.

No incluí a un segmento poderoso, como lo son los migrantes radicados en EE. UU. La razón es porque están un tanto dispersos y desorganizados, aunque esto ha ido cambiando positivamente en el último tiempo.  Algunos amigos y su servidor ya estamos generando ideas y formas de articulación y formación, pues son fundamentales desde lo demográfico, lo político, lo socio-cultural, lo económico y, fundamentalmente, desde lo humano.

Como mencioné, el planteamiento dista de ser completo y solo los encuentros humanos, académicos y políticos, entre quienes asumamos el compromiso del cambio y construcción de futuro, podrán definir un plan piloto integral, como alternativa única para evitar recaer en las mismas dinámicas improductivas, nefastas y obsoletas. ¡Seamos agentes de cambio!