PROVOCATIO: ¿Pacto de Corruptos o Alianza Criminal?

… del pacto de corruptos que albergaba fundamentalmente, a operadores políticos, se pasó a la alianza criminal, o sea, la amalgama de todos los operadores del pacto de corruptos, el narco y el G-8 y sus consiglieri, es decir, los grupos monopólicos decimonónicos, quienes son los mismos que manejan al CACIF, con todas sus cámaras y financian a los grupos terroristas satélites: Guatemala Inmoral, Fundaterror y Liga Pro Patria, entre otros.

José Alfredo Calderón E. (Historiador y analistapolítico)

En el imaginario social guatemalteco es común el manejo indistinto de los términos: pacto de corruptos o alianza criminal, cuando en realidad, desde lo metodológico, representan dos entidades parecidas, pero muy diferentes.  Más allá de la semántica tradicional, entender lo que representan ambos términos nos permite explicar muchos eventos de la realidad nacional, aparentemente difusos.

El pacto de corruptos fue un término acuñado por sociedad civil y replicado por algunos periodistas, que luego se generalizó para referirse a los truhanes de la politiquería nacional. Aunque la corrupción data de muchos años, el parteaguas para popularizar la frase, provino de las componendas para elegir a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia en 2014. Por cierto, la después tan aclamada Thelma Aldana, fue una de las nombradas por el gobierno de Otto Pérez Molina en ese lapso, aunque, claro, bajo la apariencia que brindan los mecanismos establecidos para proponer y elegir.

En síntesis, se debe indicar que el pacto de corruptos se refirió, en su momento, a todos aquellos operadores politiqueros, especialmente diputados, que urdieron las triquiñuelas para nombrar funcionarios corruptos al servicio del crimen. Ahora bien, más de alguien pudiera preguntar: ¿Y no son las élites las que mandan y ordenan a estos operadores? Sí y no. Para entender esto, hay que retrotraerse a las formas de dominación, dinámicas y composición de las élites.

En el siglo XX hay dos grupos de capital dominante: el tradicional (oligárquico) que viene desde La Colonia hasta la caída de Ubico en 1944; y el corporativo, que se forma con la Revolución de Octubre y que se hace visible como élite en los años setenta del siglo pasado.

Con el primer grupo, el mecanismo de dominación era sumamente simple ya que las 22 familias que lo conformaban (con sus extensiones) decidían todo y solo ordenaban al nuevo grupo que habían creado: la mal llamada clase política. Luego, el sistema de dominación tuvo que albergar a un nuevo inquilino: el capital corporativo, liderado por los Gutiérrez-Bosch, quienes irrumpieron con su manipulación, en las elecciones de la Apertura Democrática (1985 en adelante). Sin embargo, el siglo XXI trajo consigo a una nueva agrupación, mucho más heterogénea y que se denominó: capital emergente. El gobierno más representativo del mismo fue el FRG (2000-2004).

El capital oligárquico se refirió en su momento al capital corporativo como nuevos ricos sin pedigrí, a su vez éstos llamaron también nuevos ricos, con más desprecio aún, a los emergentes. Por cierto, ya desarrollado el presente siglo, un colega analista se refirió a este período como la Rebelión de los Brayans, en referencia al desclasamiento (por decirlo de alguna forma) de los nuevos protagonistas de la política, prácticamente, esos personajes casi lumpen que inundan hoy en día, los cargos de elección y que mejoraron descaradamente su patrimonio, por medio del ejercicio politiquero.  

A estas alturas, las clases dominantes, tal y como las conocimos, tuvieron que aceptar al socio incómodo que significó el narco, agente que se manifestó de diversas formas y salió de su anonimato. Hoy en día es fácil distinguir a los operadores ligados directamente a la narcoactividad.

Cuando la oligarquía mandaba a sus anchas, en soledad, una simple orden al presidente de la República bastaba para alinear al OJ, Congreso y Ejecutivo. Luego, con una élite ampliada (capital oligárquico más corporativo) los acuerdos (ya no instrucciones) tenían que realizarse con cada organismo por separado y, en el Congreso, con cada jefe de bloque. Hoy en día, con el capital emergente incorporado al grupo de poder, el escenario ha cambiado y la clase política creada por las élites, ha ganado muchos espacios de autonomía, por lo que su manejo, es más complicado. Cada diputado, magistrado y/o ministro, puede representar un mecanismo de negociación por separado y los acuerdos son porosos y temporales.

El pacto de corruptos surgió como una concesión de las élites hacia sus operadores, a efecto de evitar alteraciones no deseadas en su correlación, pues estos fueron demandando cada vez más autonomía en algunos negocios, para que no dependieran tanto de la aprobación de sus antiguos patrones.

Dicho y explicado lo anterior, del pacto de corruptos que albergaba fundamentalmente, a operadores políticos, mutó a la alianza criminal, o sea, la amalgama de todos los operadores del pacto de corruptos, el narco y el G-8 y sus consiglieri es decir, los grupos monopólicos decimonónicos, quienes son los mismos que manejan al CACIF, con todas sus cámaras y financian a los grupos terroristas satélites: Guatemala Inmoral, Fundaterror y Liga Pro Patria, entre otros.

¿Por qué es importante distinguir los términos? Porque si continuara solo el pacto de corruptos, su fuerza no sería estructural y, en consecuencia, no habría sobrevivido. No entender esto, nos lleva a pensar que, si la señora Porras se va del MP, este cambiará; o que, si se elimina a Joviel Acevedo, el problema de la Educación en Guatemala se resolverá; o que todo el problema del país se circunscribe a nombrar y/o elegir personas buenas en los puestos gubernamentales.

Profundizar sobre estas acotaciones nos conducirá, inevitablemente, a la conclusión que todos los problemas graves del país ¡¡SON SISTÉMICOS!! Por eso, la dificultad para abordarlos y resolverlos.


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