… de nada sirven las reformas a la ley o el nombramiento de nuevos funcionarios en el departamento de tránsito y la dirección general del transporte, o la llegada de nuevas autoridades tanto estatales como municipales. Todos, absolutamente todos, candidatos y partidos (que luego son gobierno), están cooptados por lo que lógicamente cuando llegan al poder, deben “desquitar” la deuda económica y política contraída. |
La secuela de accidentes –totalmente prevenibles– se ha convertido en una saga de terror que pareciera no importar desde una reflexión seria y radical, es decir, en lo más profundo del ser humano, sea en el papel de empresario, periodista, autoridad, ciudadano, o político.
Las empresas de buses extraurbanos tienen el nefasto récord en este rubro y la reacción institucional y general, sigue ya un protocolo tradicional común para salir del paso.
Los empresarios y pilotos saben que estos accidentes volverán a ocurrir y el único recurso que adoptan, es el de dar “sentidas” declaraciones, confiando que la memoria del guatemalteco olvidará en el cortísimo plazo, la responsabilidad que recae en ellos. Por su parte, las autoridades municipales y estatales coinciden en este macabro protocolo; pues, además de las declaraciones de cajón, publican un comunicado para taparle el ojo al macho, así como pronunciamientos de “estrictas” medidas que se adoptarán para que no vuelva a ocurrir. Para más INRI, hay casos como el del alcalde capitalino, de quien ya no esperamos más que sus declaraciones absurdas e irresponsables, ya que no siente ni entiende nada.
Las aseguradoras (si es que todo está en regla) verán como escamotear el pago o denegarlo, salvo que, como en el caso del lunes 10 de febrero, la presión sea mucha y esto los haya obligado a presentarse como buena gente, dejando pasar algunos requisitos, para efectuar el pago a las víctimas, como lo hizo Seguros Universales. En realidad, las empresas no dan paso sin huarache, pues usaron la tragedia para hacer marketing y les funcionó, porque varios comentarios en redes (posiblemente inducidos o pagados) hablan de contratar pólizas de esa compañía, como una forma de darle gracias por el ejemplo dado.
Otro actor que deviene comparsa en este drama, es el sector de los llamados “periodistas”, quienes, sin formación en su gran mayoría, solo llegan a lectores de noticias, aunque pomposamente se autodenominan presentadores; o el caso de los reporteros de calle que, a lo sumo, cuentan con la curiosidad común y el morbo, que siempre vende. Para cerrar el círculo perverso, los dueños de los medios aprovechan la cobertura de la tragedia para ampliar sus emisiones y medrar con el dolor ajeno.
Mientras tanto, las redes sociales[i] completan el cuadro gatopardista llamando la atención sobre datos distractores, accesorios o baladíes; y no en la urgente reforma sistémico-estructural del transporte público. Respecto de esto, se puede identificar 5 grupos:
- Aquellos que, súbitamente, se erigen en ingenieros virtuales, aunque su conocimiento y experiencia no trascienda las clases de artes industriales en los básicos. Estos improvisados técnicos, se concentran en los grados de inclinación de la pendiente, en el peralte de las curvas, en la señalización e iluminación del sector, en el diseño arquitectónico y en todos aquellos detalles que encontraron en Google y que, de haberse implementado, podrían contrarrestar la impericia o el abuso de los pilotos, según ellos.
- Los amantes de la norma que todo lo reducen al cumplimiento o no de la ley, propiciando una reforma legal o la creación de una nueva. Para ello, estos querubines confían en los angelitos de la NOVENA AVENIDA que, seguramente, tomarán consciencia y sin que medie interés alguno con sus financistas, procederán de conformidad a efecto de…
- Otro grupo lo conforman aquellos que se inclinan por el sentimentalismo y victimizan a todos sin ir a lo esencial: “Pobrecito el piloto, tiene necesidad de trabajar”, “pobres los empresarios no pueden estar en todo”; “pobrecitos los muertos y sus familias, que Dios los consuele” y otras frases condolientes que pronto olvidarán, porque otra noticia ocupará sus ajetreadas agendas personales y mediáticas.
- Están los punitivos, que todo lo reducen a satanizar y castigar a Segismundo y medio mundo”. Algunas perlas: “Si están viendo el bus lleno para qué se suben”, “Hay que linchar al piloto y a los dueños del bus”; “quien los manda a utilizar ese medio de transporte”; “deben incrementar las multas y castigos”.
- Finalmente, hay un grupo con un poquito más de luces que entiende que el problema es integral, pero que no logra comprender la lógica de su funcionamiento ni la articulación de sus componentes. Hablan de mil cosas, pero no logran aterrizar en la causalidad estructural.
Es importante hablar de las deficiencias acumuladas y reiterativas en el transporte colectivo, pero entendiéndolas como parte de un todo más poderoso y causal. La lista de vicios y violaciones a la ley y su reglamento sería interminable por lo que mencionaremos las principales: piloto con licencia vencida o no acorde al tipo de transporte, edad por debajo de cobertura o que conducen ebrios; buses en mal estado con mucho tiempo de uso continuo, sobrecarga de pasajeros, llantas lisas, frenos precarios, escasa o nula señalización e iluminación, mal diseño y mantenimiento de puentes, pasos a desnivel, distribuidores viales, carreteras, carriles auxiliares, entre otros. Por cierto, el mecanismo de cobro impuesto al piloto con una cuota mínima que debe pagar al dueño del bus, es lo que provoca, en gran medida, el sobrepeso de las unidades de transporte (para generarse más ingresos) y el incremento del horario de servicio, con el consiguiente cansancio que, a su vez, provoca el consumo de estupefacientes, como las bebidas alcohólicas, cafeína, energizantes, tiamina y otros.
Todo lo que mencionamos en el párrafo anterior tiene una causal, que también es efecto: LA IMPUNIDAD. ¿Por qué creen ustedes que los empresarios y pilotos incurren en todos los factores expuestos sin mayor preocupación? Precisamente por la certeza que no habrá castigo. Esta es la misma razón por la que el corrupto no teme robar, pues sabe que el sistema lo protege, siempre y cuando haya pagado su derecho de llave y los costos de pertenecer a ese selecto grupo de quienes pueden violar la ley a su antojo y hacer gobierno, directa o colateralmente.
¿Por qué surge, se desarrolla y mantiene esta impunidad? Para contestar esta pregunta, recordaré lo expuesto por la CICIG en Guatemala, respecto que el financiamiento electoral ilícito era el pecado original del estado actual del país. Lo que ya varios analistas habíamos mencionado en diversas oportunidades, lo saca a luz, con mayor impacto, dicha comisión internacional. Más aún, además de las tradicionales élites económicas, CICIG menciona dos segmentos en particular: constructores y transportistas. En el caso de estos últimos, una familia paradigmática son los Guerra, de cuyo origen y opacidad dan cuenta los medios de comunicación: https://www.plazapublica.com.gt/content/los-guerra-otra-fortuna-construida-con-los-negocios-del-estado
La impunidad mencionada se concreta por las grandes cantidades de dinero que los empresarios del transporte les dan a los partidos políticos, sin perjuicio de la disponibilidad de buses para las elecciones y las actividades partidarias como asambleas y otro tipo de concentraciones.
Espero que ahora se entienda el por qué de nada sirven las reformas a la ley o el nombramiento de nuevos funcionarios en el departamento de tránsito y la dirección general del transporte, o la llegada de nuevas autoridades tanto estatales como municipales. Todos, absolutamente todos, candidatos y partidos (que luego son gobierno), están cooptados por lo que lógicamente cuando llegan al poder, deben “desquitar” la deuda económica y política contraída, con transportistas y constructores corruptos que, normalmente, ya son una sola entidad económica.
Repito, sin atacar las causas estructurales del sistema, pasaremos como el perro gallego que trata de morder su cola, sin éxito. Todos los cambios supraestructurales de los grandes problemas nacionales, devienen en soluciones gatopardistas.
[i] Podría extrañarle a más de algún lector/a el porqué referirse a las informales redes, pero su influencia, desafortunadamente, cada vez es mayor y ya superan a los medios tradicionales.