No es que el análisis y la reflexión conduzcan a la parálisis y el pesimismo. Sin brújula y orientación, es absurdo montarse en un bus que no se sabe a dónde va, en un viaje del que no se entiende el para qué. Espero que no se esté a las puertas de otra jornada de activismo emocional, cuya efervescencia se diluirá tan rápido como las expectativas que generó.
José Alfredo Calderón
Historiador y analista político
El alboroto iniciado como reacción a la destitución del fiscal contra la impunidad, Juan Francisco Sandoval, desató toda serie de emociones, pero como ya es común en esta comarca, muy pocos atinan a reflexiones profundas y la carencia de un plan o programa político es la costumbre de estas gestas desordenadas. Después de barrer redes sociales, escenario fundamental de revueltas imaginarias y escaramuzas de toda naturaleza, procedí a sistematizar información obtenida de la gran cantidad de chats colectivos en los que participo, con grupos de diferente naturaleza, formación, tendencias y emociones.
Entre los resultados encontrados destaco ocho elementos:
• Hay mucha emoción, pero muy poco análisis, sobre todo, con los escenarios que se vendrían de tener éxito las peticiones de renuncia del presidente y la fiscal general, por cierto, cuestión muy poco probable.
Carencia total de un programa político que encauce cualquier movimiento reivindicativo para cambios más o menos sustanciales. Emoción y espontaneidad se unen nuevamente.
El desdén con el que se toma la falta de liderazgos que conduzcan con propiedad y claridad, cualquier movimiento ciudadano.
La infantil creencia que las próximas elecciones son la única forma que queda de provocar cambios en este país, a pesar de contar con más de lo mismo.
Una reacción de incomodidad hacia todos aquellos que llamamos a la reflexión crítica y autocrítica y que hablamos de nuevos enfoques, nuevos métodos de lucha, con énfasis en lo cultural e ideológico; más creatividad, inteligencia estratégica y análisis previo a cualquier acción, para no caer en la espontaneidad y fracaso de un 2015 y 2017.
La certeza, nuevamente, que es hoy o nunca y cualquiera que se oponga a la acción inmediata y contundente de las masas, es parte del enemigo, olvidando que, ni por asomo, estamos frente a un movimiento de masas y el verdadero enemigo, la mano que mece la cuna y parte el bacalao, se encuentra sonriendo plácidamente mientras despotrican en contra de sus empleados que, al final, son fusibles que pueden cambiar de ser necesario, sin que el sistema y sus privilegios cambien un ápice.
Una profunda ignorancia de la historia y un analfabetismo político muy grave sobre las cosas más básicas. Estas dos condiciones, perfilan grupos desarticulados sin la menor claridad política de lo que pasa y puede pasar.
Llamados a la unidad desde la sempiterna división de “castas”. Cada uno concibe la unidad de diferente forma y siempre, alrededor de ellos mismos.
Estos hallazgos no se encuentran solo en el habitante de a pie con precaria o nula formación académica y situación socioeconómica marginal; sino alcanza, peligrosa y tristemente, a muchos sectores que han tenido el privilegio del estudio universitario de grado y posgrado y que, incluso, son docentes en las áreas de ciencias sociales.
Con la intención de contribuir un poco a clarificar esta coyuntura, me propuse hacer un resumen básico del actual escenario y las implicaciones inmediatas del mismo, cuestión que aterrizó muy bien en algunas mentes, pero en otras, causó inquietud, molestia, escozor y angustia. A continuación, el punteado:
• Giammattei no va a renunciar. De hecho, tal decisión no le compete a él sino a las #ElitesDepredadoras que lo financiaron y apoyaron y que todavía lo sostienen sin el más mínimo insomnio al respecto.
En el hipotético caso (más bien imaginario) que él renunciara, asume el mentecato de Castillo, quien también representa los intereses empresariales (Cámara de Comercio) y ha demostrado de qué está hecho y cómo funcionaría en una eventual presidencia.
La vacante del perejil la escoge un Congreso con inmensa mayoría delincuencial de extrema derecha. Incluso, no sería desdeñable, la continuidad de un gobierno en donde mande el nuevo vicepresidente.
Ya con nuevo presidente y vicepresidente instalados, los tres organismos del Estado seguirían exactamente igual de cooptados, con el beneficio de un refresh que les permitiría llegar sin mayores olas al 2023. Hasta se pueden dar el lujo de renovar algunas piezas del gabinete para dar la impresión de cambio, aunque sea gatopardista.
Tanto Giammattei como la Fiscal General, son operadores de la “mano que mece la cuna”, por muy alto perfil que les quieran dar. El presidente incluso, se puede dar el lujo de quemar un alfil como la señora Porras y ganar tiempo, así como alguna indulgencia del norte.
Consuelo Porras tampoco renunciará, aunque sí la podrían destituir, porque al final es otro fusible, como ya dije. Tendrían otro refresh sin problema mayor, pues la organización interna, así como la cúpula del MP, está totalmente cooptada también. Se encargaron de hacer los cambios y reajustes en los puestos claves para que la inercia siga. Es decir, no pasará nada con la ida de la señora.
Imaginando que la presión social de un grupo de ciudadanos y la acción diplomática norteamericana lograra respaldar los cambios que se exigen, aún persistirían en sus puestos cientos de personajes funestos que seguirían el guion perverso al pie de la letra: Cuchi Valdez (OJ), Allan Rodríguez (Congreso), Jorge Luis Donado (PGN), Edwin Humberto Salazar (Contraloría), Ranulfo Rojas y demás magistrados (TSE), Roberto Molina Barreto y demás magistrados de la Corte de Constitucionalidad (CC), Miguel Ovalle (ANAM), y otras decenas más, entre los que destacan el actual gabinete, mayoría absoluta de diputados de la Alianza Criminal, y cientos de funcionarios más en una “institucionalidad” corrupta y controlada.
El único agente externo de cambio es USA, pero leídos los románticos tuits de sus funcionarios y visto el tremendo salvavidas brindado a Giammattei con las vacunas (que tampoco son gratis), no se necesita ser Einstein para saber cómo irá la cosa. Del Triángulo Norte, no es que Giammattei les simpatice, pero es lo único que les queda y la ubicación geoestratégica de Guatemala es la mejor como segunda frontera. Por cierto, sería bueno que leyeran la entrevista que el Faro de El Salvador le hizo a Juan Francisco Sandoval, en la cual se evidencia el escaso o nulo apoyo a JFS, empezando por los gringos, quienes semanas antes se deshacían en elogios hacia él, nombrándolo héroe contra la corrupción.
¿Y el movimiento social? ¿El pueblo? ¿La furia ciudadana? ¿la unidad popular y nacional? ¿Los líderes henchidos en patrio ardimiento? Pues a no ser la catarsis en redes sociales, los campos pagados de ONG y algunas acciones desordenadas sin programa político, el celador de Xibalbá ya está preparado para el estribillo de siempre: Todo tranquilo y sereno…
Del llamado paro nacional solo contaré una anécdota: en un chat de varias decenas de entusiastas ciudadanos, todos y todas con formación universitaria, hice la inocente pregunta: Cuando hablan de paro nacional ¿a qué se refieren exactamente? Con alguna dificultad, el consenso fue: “Salir a la calle”. Y así el resto de los grupos, con su propia concepción de lo que es “paro”, por cierto, un mecanismo patronal que ahora hacen suyo los sectores subalternos. No creo que sean necesarias mayores acotaciones al respecto.
Finalmente, traigo a colación lo sucedido en 1993, después del Serranazo. Una gesta cívica desde la Instancia Nacional de Consenso, que aglutinaba a muchos sectores, pero liderada por el capital corporativo (Juan Luis Bosch para más señas) logró un hito político. Se destituyó al presidente y el vicepresidente, a casi todo el Congreso de la República y a la Corte Suprema de Justicia en pleno. La algarabía ciudadana no podía ser mayor. Supuestamente depurados los tres organismos del Estado, un nuevo futuro y país se hacía posible. El pequeño gran detalle que solo las élites conocían, es que, si no se cambia el sistema, por más que se depuren las personas, estas son solo fusibles. El esquema de dominación y escarnio continuó, la ilusión se apagó y a 28 años, casi nadie aprendió la lección.
No es que el análisis y la reflexión conduzcan a la parálisis y el pesimismo. Sin brújula y orientación, es absurdo montarse en un bus que no se sabe a dónde va, en un viaje del que no se entiende el para qué. Espero que no se esté a las puertas de otra jornada de activismo emocional, cuya efervescencia se diluirá tan rápido como las expectativas que generó. Espero también que este episodio no se convierta en el marco para el protagonismo preelectoral, pues ante la falta de liderazgos, ya hay una figura express para el 2023.[i]
“Entonces hay que cruzarse de brazos” dicen las ingenuas criaturas del reino. Para esa respuesta se me acabó el espacio, pero la abordaré en próxima entrega.[ii]