PROVOCATIO: Moral y ética en el trópico

…se puede decir que la moral se encarga de determinar qué conductas son adecuadas y cuáles no en un contexto determinado, mientras que la ética se refiere a los principios generales que definen qué comportamientos son beneficiosos para todas las personas. Ahora bien, la ética se diferencia de la moral porque pretende definir los comportamientos correctos, más que los que son aceptados por una sociedad. En otras palabras, lo que para una sociedad puede ser moral, para la persona en lo individual puede no ser ético; la ética parte de la reflexión individual, mientras que la moral tiene una naturaleza más impositiva y coercitiva. 

José Alfredo Calderón E. (Historiador y analista político)

A partir de una capacitación recibida recientemente sobre liderazgo, un filósofo, un médico y un historiador (quien escribe), amigos los tres, decidimos profundizar sobre la moral y la ética, tópicos tratados en el evento. Las dos preguntas provocadoras fueron: ¿Qué es la moral y qué es la ética? ¿Qué diferencias hay entre las mismas? ¿Puedo ser ético a tiempo parcial o en determinadas condiciones y escenarios, serlo o no?

Fue fácil coincidir en que la ética es una rama de la filosofía que estudia y sistematiza los conceptos del bien y el mal, así como otros relacionados. Esta disciplina tiene como objetivo definir de forma racional qué constituye un acto bueno o virtuoso, independientemente de la cultura en la que se enmarque.

Por su parte, la moral se define como el conjunto de normas que rigen el comportamiento de las personas que forman parte de una sociedad determinada, de modo que puedan contribuir al mantenimiento de la estabilidad y de la estructura social. En ambas definiciones estuvimos de acuerdo los tres, con la acotación del médico que, si bien no había incursionado tan profundamente en la temática en discusión, su profesión estaba íntimamente ligada a la ética.

Al concepto de moral se le suele ligar a la religión, pero la ciencia también ha acuñado una definición y tiene que ver con la conformidad con las leyes implícitas y explícitas de un grupo social, que se transmiten a los individuos mediante un proceso de socialización al que se someten a lo largo de su desarrollo. En este sentido, la moral parte de las tradiciones y los valores del contexto en que nos criamos.

En cuanto a su objeto de interés o estudio, se puede decir que la moral se encarga de determinar qué conductas son adecuadas y cuáles no, en un contexto determinado, mientras que la ética se refiere a los principios generales que definen qué comportamientos son beneficiosos para todas las personas. Ahora bien, la ética se diferencia de la moral porque pretende definir los comportamientos correctos, más que los que son aceptados por una sociedad. En otras palabras, lo que para una sociedad puede ser moral, para la persona en lo individual puede no ser ético; la ética parte de la reflexión individual, mientras que la moral tiene una naturaleza más impositiva y coercitiva.

Finalmente, la ética tiene la pretensión de ser universal, es decir, de poder ser aplicada en cualquier contexto, ya que idealmente parte del uso guiado del pensamiento, no de la obediencia ciega a normas rígidas. Esto fue, en resumen, el acuerdo al que llegamos los tres amigos, pero quise ir más allá y ampliar la discusión a más actores de diverso rango etario, formación, vivencias, concepciones religiosas y otras características heterogéneas. Para ello, me valí de una red social en la que coloqué en mi muro: “Pregunta seria: ¿el comportamiento de un particular y el de un funcionario público, debe evaluarse diferente?

Las respuestas fueron desde un lacónico: “depende de la situación”, lo que lleva a repreguntar: ¿Puedo ser ético en un escenario, pero en otro no? ¿Puedo ser un padre ejemplar pero un esposo maltratador? ¿Puedo ser un vecino modelo, pero un funcionario público corrupto? Más aún ¿Puedo ser un funcionario ético en el ejercicio del cargo, solo en el horario y lugar que ejerzo dicha función?

Otras respuestas fueron más elaboradas como las siguientes: “Se supone que los principios y valores superan por mucho a las actividades de una persona. Es decir, son universales. Pero en el caso del funcionario público se exige rigurosidad en tanto administra la «cosa pública» porque son recursos que no le son propios”. “Si te refieres a una misma persona, mi respuesta es no. Pienso que los valores rigen nuestro comportamiento en todo ámbito”. “En ambos casos debe evaluarse la conducta, el desempeño y cumplimiento de normas y procedimientos. En el caso del funcionario público, quien asume esa función debe estar consiente que deja de ser miembro del área privada, y estará expuesto a la crítica, desprestigio infundado o no y además sujeto a la fiscalización por el uso o recepción de recursos públicos, es decir de los contribuyentes”. “No, no hay diferencia, pero si tendría que haber una exigencia a aquellos que «suponen» dan ejemplo de conducta y honorabilidad por ser funcionarios públicos de cumplir o se conduzcan dentro de principios éticos que en GT (sic) su ejercicio no es común”.

Varias personas se fueron por el enfoque legal: “un particular puede realizar todo lo que la ley no le prohíbe, mientras que un funcionario público puede hacer sólo lo que la ley lo faculta”.

La fecha de la publicación coincidió con el revuelo causado por el accidente de un diputado, cuya base de fondo fue la descalificación, la desinformación y el sensacionalismo, todos estos elementos, malos consejeros a la hora de emitir opinión. Por esto, no me referiré a ningún caso específico, pero debo decir que: sean diputados, jueces, magistrados, policías o cualquier empleado público, estos tienen una responsabilidad mayor a la de un particular, en su comportamiento público y privado, que se vuelve uno solo.   

En una sociedad que se precie de civilizada, democrática y con valores éticos acentuados, cualquier comportamiento (público o privado) debe ceñirse a los principios morales y éticos, según la base argumentativa expuesta al inicio. Claro está que la carga es mayor en el caso del funcionario público, sea por designación o elección.

Trascendamos del chisme de ocasión y aprovechemos lo expuesto como un ejercicio de reflexión personal. Independientemente del rol que usted desempeña en la sociedad, pregúntese: ¿Qué tan ético soy? ¿Lo soy en todos los campos y ocasiones?


Post scriptum: Terminando de escribir estas líneas, surge otro ejemplo para el análisis de lo moral y ético, en el marco de la manipulación de masas: ¿Es ético que los transportistas, taxis piratas, Sandra Torres, Tu Muni, Allan Rodríguez y otros operadores mafiosos, manipulen la buena fe ciudadana y aprovechen el descontento legítimo para usarlo en favor de sus espurios intereses?


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