PROVOCATIO: Lo emocional solo da para el estartazo


Sin organización ciudadana sólida nos pasaremos esperando al mesías que arregle todo de forma mágica; haremos de la esperanza por lo que viene, una dinámica permanente de vida, saltando de una frustración a otra, pensando en forma vergonzosa “quizá dentro de 4 años…”. “Solo el pueblo salva al pueblo” es más que un slogan; si pretendemos resultados diferentes haciendo lo mismo, no cabe duda: ¡estamos locos!

José Alfredo Calderón E. (Historiador y analista político)

Lejos quedaron los tiempos en los que se podía hablar de un movimiento social propiamente dicho, con masas organizadas en torno a una formación política básica y aglutinadas en sindicatos, ligas campesinas, asociaciones civiles, estudiantiles, profesionales, gremiales  y organizaciones sociales de todo tipo.  Liderazgos fuertes, aunque no perfectos, pero con claridad política en lo esencial para conducir a la construcción de futuro.

Evoco organizaciones que ahora son impensables como el Movimiento Nacional de Pobladores (MONAP) que organizó a los barrios marginales, que se incrementaron después del terremoto. Hoy en día, estas zonas precarias están bien organizadas, pero en torno al crimen, sea bajo la forma de maras y pandillas y/o grupos criminales que se dedican al narcomenudeo. Lo sucedido en la Bethania en las jornadas de octubre 2023, tiene explicaciones complejas, una de las cuales tiene que ver precisamente con lo señalado anteriormente (motivo para un análisis detenido que excede esta entrega).

Los referentes sindicales no tenían que ver con las degradadas figuras actuales como la de Joviel Acevedo, sinónimo de corrupción, descaro y aprovechamiento personal y no existía el movimiento oenegero, que tanto daño le ha hecho al movimiento social y al enfoque de cambio, al mercantilizar sus propósitos y mantenerse entretenidos en agendas impuestas por los donantes de dichas entidades. Aún las ONG surgidas durante el proceso de paz y luego de la firma correspondiente, mantenían cierto halo de mística y espíritu de lucha contra el sistema. En su momento, unos cuantos dirigentes oenegeros sustituyeron al movimiento social, hasta que fueron desplazados por el nuevo actor que hoy domina y que comentaré infra.

Las asociaciones estudiantiles combativas y revolucionarias no existen más, ni siquiera en las de educación media que eran las más incendiarias . La clave de este descalabro fue la penetración y cooptación de la Universidad de San Carlos. La AEU fue parcialmente recuperada en la historia reciente, pero las estructuras criminales ya entronizadas se encargaron de retomar el control. El sistema patrimonial y clientelar que domina el ambiente político nacional, se replicó en la única universidad pública. Pronto, profesores y estudiantes entraron en esa dinámica perversa y, aún ahora, los sectores que se autodenominan progresistas, practican más bien, un enfoque electorero (con las excepciones honrosas que siempre hay). La crisis sancarlista que debiera aglutinarse en torno a la demanda por la Reforma Universitaria, se reduce a una candidatitis a rectoría, con la ilusión que las elecciones universitarias se repitan. En el campo de los colegios profesionales, la situación es más precaria y vergonzosa, pues el nivel de estudios (no académico) contrasta con las acciones pandilleras, oportunistas y corruptas de sus directivos.

Campesinos y trabajadores agrícolas se debaten entre la cooptación de sus organizaciones y dirigentes, o el rechazo estatal cuando no se pliegan a lo que debiera ser, según el pacto oscuro, un movimiento acorde al statu quo. Incluso, las organizaciones más preclaras, definidas y contestarias, son criminalizadas desde lo cultural/ideológico, siendo víctimas de la violencia institucionalizada de la alianza: finqueros/Estado.

Con el ninguneo de los Acuerdos de Paz como compromisos de Estado, la dinámica social y política se redujo a las ONG sobrevivientes (con las limitaciones ya apuntadas) y otras entidades que, disfrazadas de organizaciones civiles, penetraron a la sociedad civil representando los intereses de las élites económicas. Las manifestaciones públicas se debilitaron y decayó también el espíritu ciudadano por cambiar las cosas.

Desde 2015, con la irrupción del fenómeno llamado La Plaza, una nueva dinámica social posmodernista surgió con mucha fuerza. Jóvenes desencantados encontraron en la corrupción pública, una herramienta para manifestar su desenfado y deseo de cambio.  Centeannials y millennials creyeron ver en el latrocinio del Estado, la causa de todos los problemas, cuando en realidad, es el efecto último de una relación que parte del modelo económico depredador, el cual, a su vez, genera una estructura de desigualdad que promueve la impunidad, provocando que los niveles de corrupción se disparen.

Revueltas emocionales podrían denominarse a estos estartazos que luego decaen con la misma fuerza con la que inician. Sin plan estratégico, sin liderazgo real y efectivo, sin programa político y sin una organización sólida que respalde, promueva y refuerce la participación ciudadana, los resultados son cortoplacistas y sin afectar lo esencial.  Las emociones acumuladas pueden tener un boom, pero eso solo alcanza para el arranque, luego no se sostienen por la ausencia de claridad política y todos los elementos ya descritos.

Para rematar el cuadro, en la actualidad el nuevo amo y señor de la dinámica social se esconde bajo el eufemístico concepto de “creador/a de contenidos”, que antes conocíamos como “influencer”.  Surgen y se reproducen como hongos en época lluviosa, la mayoría de ellos carecen de formación académica y no digamos política; su “sabiduría” se reduce a la chispa para hacer memes y llamar la atención de un público tan palurdo como ellos.  Lejos quedaron los referentes e influencia de académicos e intelectuales sólidos, de líderes gremiales dignos, o la necesidad de la juventud por el estudio y el aprendizaje continuo.  Hoy, es el aquí y ahora, porque mañana el tema será otro y no hay tiempo para el análisis.

Sin organización ciudadana sólida nos pasaremos esperando al mesías que arregle todo de forma mágica; haremos de la esperanza por lo que viene, una dinámica permanente de vida, saltando de una frustración a otra, pensando en forma vergonzosa “quizá dentro de 4 años…”. “Solo el pueblo salva al pueblo” no es más que un slogan; si pretendemos resultados diferentes haciendo lo mismo, no cabe duda: ¡estamos locos!

Ahora bien, la organización sin claridad política primaria, es como construir una casa sin cimientos y, precisamente, en esto radica nuestra gran tragedia.  Para ejemplificarla, citaré a Aldous Leonard Huxley: “Quizá la única lección que nos enseña la historia es que los seres humanos no aprendemos nada de las lecciones de la historia.” Además, se ha instalado, cual tara endémica, el desprecio por el estudio y la investigación, la academia y el enriquecimiento del intelecto, el pensamiento crítico y reflexivo, así como el compromiso por un mundo mejor.

La dialéctica social y las excepciones de siempre, deja a un grupo muy reducido de quijotes, la tarea contracorriente de hacer la diferencia. Formación, formación y más formación es la clave.

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