PROVOCATIO: La diferencia entre la opinión y el análisis

  • Al igual que los extorsionistas, este grupo demanda cada vez más y las élites no ven otra salida que formar una alianza más amplia donde todos quepan para fortalecer una corrupción que alcance para todos, manteniendo ellos la joya principal: el dominio de clase. A la alianza criminal que ya existía desde 1957, se agrega esta nueva en la que personajes que antes no tenían tanto poder, ahora lo tienen.

José Alfredo Calderón E.

Historiador y Analista político

Desde hace muchos años he venido afirmando que sin claridad política, no puede haber organización, lucha y, menos, interpretación adecuada de los hechos.  Para quienes hacemos análisis, esto deviene fundamental.

Por otra parte, la formación política debe tener una base metodológica sólida para poder interrelacionar los aspectos estructurales y coyunturales en forma dialéctica. Así mismo, el enfoque histórico es esencial para hilvanar una secuencia interconectada, pues el estudio de la Historia no es más que el conocimiento del pasado, para la comprensión del presente y la planificación del futuro.

En el curso de Ciencia Política que imparto en la USAC, hago un obligado recorrido histórico hasta la constitución de esta ciencia como autónoma, correspondiendo a la historia, un medio de verificación empírica de la realidad para sistematizar lo que ya en el siglo XX sería una disciplina con su propio objeto de estudio bien delimitado: EL PODER.  

Guatemala tiene una larga tradición de analistas de ocasión cuando surgen eventos electorales o crisis políticas que terminan generando una incidencia inusual y general en la población. Desde comentaristas deportivos, artistas, abogados (no juristas) leedores de noticias (que no periodistas) y hasta pastores de creencias diversas, ahora llegamos a una legión de influencers sin ningún conocimiento, ni siquiera técnico. Estos personajes posmodernos “miden” el grado de confiabilidad de sus exposiciones públicas, con base a la cantidad de seguidores; a más cantidad, una suerte de halo sideral se posiciona en sus mentes para expeler toda clase de elucubraciones que resultan creíbles para incautos. Este fenómeno se hizo más pronunciado después de las movilizaciones conocidas como La Plaza.

Los usuarios de redes defienden la libertad de expresión, absolutizándola. Cualquiera puede decir cualquier tontería. Académicos como Daniel Gascón lo sintetizan así: “La ignorancia con respecto a las redes sociales y sus consecuencias legales es menos deprimente que la inhumana frivolidad moral de los tuits. Pero no tiene ningún sentido una condena tan severa por decir tonterías.”

Dicho esto, quiero centrarme en un punto esencial para la interpretación de la realidad actual que, cual telenovela, nos tiene en vilo con los capítulos diarios que parecen ser siempre divergentes. Quiero destacar la diferencia semántica del pacto de corruptos y de la alianza criminal, términos que se usan indistintamente pero que tienen variables importantes de analizar.

Alguien me preguntaba recientemente si el pacto antecede y es el embrión de la alianza criminal. Si bien hay una evolución, no necesariamente es tan mecánica. Antes de explicar las diferencias, es imprescindible entender la histórica dominación elitaria de Guatemala, particularmente desde 1954, cuando la contrarrevolución da marcha atrás con relación a los avances de la primavera democrática (1944-54).

En 1957 surge El Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras –CACIF–, lo cual es fundamental, pues los empresarios no tenían, hasta ese momento, un ente que representara, en forma aglutinada y organizada, sus intereses. Para la época, el único sector dominante era el oligárquico, pues el capital corporativo surgido con la Revolución del 44, no se había desarrollado para competir, mucho menos el capital emergente que hace su aparición pública hasta los años 80.

En pocas palabras, el capital oligárquico es el tradicional, el histórico, el que viene desde la Colonia y cuyo proceso de acumulación originaria de capital termina con la caída de Jorge Ubico. Se distingue por su ostentado pedigrí, basado en su condición de descendientes de los criollos; están ligados al trabajo forzado y la exención de impuestos, así como varias prebendas que les permitieron establecer los monopolios del siglo XIX con la Reforma Liberal: Licor, azúcar, cerveza, café y otros productos.

El capital corporativo, si bien surge con la revolución que los protegió, no generó niveles competitivos respecto del capital oligárquico, hasta los años 70. El grupo familiar más emblemático de este son los Gutiérrez Bosch. Esta variable elitaria es más flexible y están más conectados con el comercio y la banca, así como el mercado mundial. Esto permite comprender que LAS DIRECTRICES empresariales para dominar el país y a su población, SURGEN básicamente del capital más antiguo y primitivo.

La alianza criminal precede al pacto de corruptos, pues los capitales de distinto origen solo se unen cuando sus intereses puedan verse amenazados, siendo el capital más tradicional el dominante.  El ejército (primer grupo de análisis), si bien fue un protagonista importante de la guerra interna, lo hizo en condiciones de subalternidad respecto de los empresarios (banqueros, finqueros, industriales, exportadores y, en menor medida, comerciantes). El problema vino después cuando los que fueron “instrumentos” de la oligarquía, lograron cierto grado de autonomía y se convirtieron a su vez en empresarios (bancos, Franja Transversal del Norte y otros negocios).

Situación similar sucedió con los narcos (2º. Grupo de análisis), que del asco inicial de los “criollos bien”, se pasó a una alianza obligada primero, y consentida después. Finalmente, hay un tercer grupo que va ganando en autonomía y que un abogado dio en llamar: Los Brayans.  Son aquellos operadores políticos marginales, despreciados inicialmente por su condición de clase.  Su aparición pública relevante se inicia con el gobierno del FRG, durante la gestión del general Ríos Montt y del presidente Alfonso Portillo (2000-2004).  Al igual que los militares y narcos, estos operadores ganan espacio y autonomía y son los que hacen público el famoso pacto de corruptos en 2014, cuando en contubernio el partido Patriota y el LÍDER, cooptan la directiva del Congreso y sus comisiones de trabajo, eligiendo, además, a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y las Salas de Apelaciones.

Gente como Allan Rodríguez. Fidel Reyes Lee, Julio Ixcamey, los hermanos Quej y Arévalo, Inés Castillo, Rudy Pereira, Thelma Ramírez, Patricia Sandoval, Delia Back y su hija, Shirley Rivera, actual presidenta del congreso, así como un largo etcétera, forman parte de ese grupo, el cual, juntos, hacen la llamada Rebelión de los Brayans. Ganan autonomía y reclaman sus espacios.  Despreciados por las élites, estos les conceden un botín para desincentivar la extorsión recibida para generar o neutralizar proyectos de ley en el Legislativo.

Al igual que los extorsionistas, este grupo demanda cada vez más y las élites no ven otra salida que formar una alianza más amplia donde todos quepan para fortalecer una corrupción que alcance para todos, manteniendo ellos la joya principal: el dominio de clase. A la alianza criminal que ya existía desde 1957, se agrega esta nueva en la que personajes que antes no tenían tanto poder, ahora lo tienen. El nuevo bloque en el poder reúne:

  1. Empresarios línea dura, básicamente el G-8, formado por las 8 corporaciones más grandes y fuertes, con énfasis en los carteles monopólicos formados a la sombra de la construcción de la “Patria del Criollo” (Reforma Liberal).
  2. Operadores políticos y de justicia de distintos niveles en los que se entremezclan: militares, narcos, funcionarios públicos, alcaldes y miembros de los concejos municipales, integrantes de los Consejos de Desarrollo y otros.  
  3. Pastores de las Iglesias pentecostales y neopentecostales, sectas ultraconservadoras y fanáticas que lideran grandes lavados de dinero por medio del sistema bancario nacional.  
  4. Dueños de medios de comunicación y periodistas en “planilla”, así como una gama heterogénea que incluye funcionarios de la Academia, docentes, sindicalistas y otros operadores menos importantes, pero que suman y fortalecen a la moderna Alianza Criminal (2017 a nuestros días).

Entendido esto, cierro con una pregunta:

¿Creen ustedes que el poder de Miguelito, Consuelo y Curruchiche (emblemáticos Brayans) surge y actúa por sí solo?

Lo descrito en este artículo les permitirá contestar adecuadamente la interrogante, así como distinguir una simple opinión de un verdadero análisis.

José Alfredo Calderón E.

Historiador y analista político

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