José Alfredo Calderón E.
Historiador, observador social y analista político
“El 22 de enero Giammattei remitió sus primeras tres iniciativas de ley: matar presuntos mareros, descargar responsabilidades penales y lanzar un manto de opacidad sobre la Casa Presidencial. Malos augurios.” Esta sentencia enunciada en el colofón del artículo de Edgar Gutiérrez el lunes 3 de febrero en EP, sintetiza en forma puntual lo que tenemos y lo que nos espera.
Ayer miércoles, entró en vigencia el tercer estado de excepción en solo 22 días, lo cual, claro está, ¡se hace en el marco de la democracia y el Estado de Derecho! Solo en un país plagado de estas contradicciones puede suceder algo así. La paramnesia que nos deja esto, me lleva medio siglo atrás, sí 50 años atrás. Carlos Manuel Arana Osorio, conocido con el mote del “Chacal de Oriente”, gobernó a fuerza y fuego durante el episodio 1970-1974, siendo los estados de excepción, su principal herramienta de gobernabilidad.
Pareciera como si la guerra interna no nos hubiese enseñado nada. Porque déjeme decirle, estimado lector, que más allá de lo terrible que puedan ser estos hechos, lo más grave es el grado de comodidad, e incluso, de satisfacción que genera en la mayoría de la población el actual estado de cosas. ¿El miedo? ¿La ignorancia? ¿Las limitaciones físicas y mentales que provoca la desnutrición endémica? ¿El conservadurismo inoculado en la población dominada? ¿El síndrome de Estocolmo versión tropical? ¿Las religiones? ¿La educación maquilera? ¿Imaginarios sociales enajenantes y enajenados? Puede hacer su propia lista para tratar de entender lo que pasa en la antigua Capitanía General del Reino.
Poco o nada se puede hacer ante esta cuasi natural tendencia a la subalternidad. Quizá por eso me causó especial impacto que una mujer indígena pobre y radical, entendido esto como la posición política incondicional para superar el atraso y la dominación, desde las raíces que lo causan, plantara cara frente al hijo del que fue el cacique del conservadurismo criollo más rancio. La respuesta del junior no hubiese sido tan hepática, si no fuera por el hecho que, en este paisaje, nada cambia, salvo los pueblos indígenas que caminan lento pero seguro. El enfrentamiento ético entre la diputada Mam Vicenta Jerónimo del Movimiento para la Liberación de los Pueblos –MLP– y el aprendiz de cacique criollo, Álvaro Arzú Escobar, a quien además de sus limitaciones cognitivas, se le suma una antipatía general que pocos logran, hubiese sido impensable pocos años atrás. Los privilegios de cuna no abonaron mucho, y salvo el favor de los puestos públicos obtenidos por compadrazgo, sus ejecutorias dan vergüenza ajena.
Sin encumbrados estrategas de comunicación política de millones de dólares, sin artificiosas y complejas tácticas de guerra mediática, la diputada Jerónimo no solo se enfrentó a la encarnación del criollismo más barato, sino que logró posicionar en la agenda pública, el tema de los onerosos gastos que genera el antro de la Novena. Porque no hay que perderse, en forma sencilla pero contundente, ella no se centraba en el horario de las reuniones o los almuerzos propiamente dichos, el punto central de su posición fue el combate a ese entramado de privilegios a costa del erario público, basado en el sistema político patrimonialista y clientelar. ¡Son millones! Y vean ustedes todo lo que sale a luz cuando se escarba; los postulados neoliberales se pusieron en cuestionamiento, pues la narrativa tradicional siempre ha sido que debe haber menos intervención del Estado en favor del mercado libre que todo lo ve y regula. Qué mejor oportunidad de mostrar coherencia –aunque sea a estas alturas– y los representantes de todas las variantes de derecha en el Congreso, honren a sus patrones con un acto mínimo: pagar su propia comida y no esperar que el “odiado” Estado se las provea.
Actos como el del lunes 3 de febrero oxigenan, pero tampoco debemos soslayar el hecho de que lo principal está casi consolidado, en términos del viejo proyecto militar conservador. Los tres poderes del Estado alineados por la derecha. Silvia Patricia Valdés Quezada (La Cuchi) en la presidencia del Organismo Judicial, Allan Estuardo Rodríguez Reyes, ex proveedor del Estado, en la presidencia del Organismo Legislativo y el doctor Alejandro Eduardo Giammattei Falla, el eterno candidato conservador en la presidencia del Organismo Ejecutivo. Para reforzar esta trilogía fundamental, la alineación se consolida en la Procuraduría General de la Nación –PGN– con el señalado y Fiscal General por unos días (antes de ser destituido) Jorge Luis Donado Vivar. En el Ministerio Público –MP– la siempre fiel y vigilante María Consuelo Porras Argueta; en la Contraloría General de Cuentas, el también cuestionado[1] Edwin Humberto Salazar Jerez y cerrando el equipo, el recién electo presidente de la Asociación Nacional de Municipalidades (340) Rolando Miguel Ovalle Barrios, cuatro veces alcalde y más conocido con el mote de “campeón de los antejuicios”.
No se necesita ser muy entendido en política para comprender cómo estamos y lo que nos espera. Espero que el 0.01% de habitantes de este bello paisaje no cese en el empeño de hacer ciudadanía plena y abogar por un verdadero cambio. ¡Necesitamos más Vicentas Jerónimo!
[1] Intensos rumores desde lo interno del Congreso hablan de Q100 mil a cada diputado, por voto para ser elegido como nuevo contralor.