José Alfredo Calderón (Historiador y observador social)
La semana pasada salió a luz lo que los ciudadanos informados ya sabíamos: detrás de Giammattei, había un poder de facto del cual saldrían las directrices reales y efectivas de mando. Lo que no se conocía tan abiertamente era el nivel de descaro que expondrían los militares de la línea más dura de la guerra[1]. Esta situación, me hizo recordar al único gobierno “civil” en el lapso de 1954 a 1985: El Lic. Julio César Méndez Montenegro (1966-1970), fue obligado a firmar un documento (Concordato) que les daba todo el poder a los militares golpistas del 31 de marzo de 1963, quedando en las manos de Méndez Montenegro, solo aspectos administrativos sin mayor trascendencia.[2] Es increíble como 53 años después, la historia se repite.
Veamos la saga para entender la cooptación del nuevo gobierno en su justa dimensión:
Acto 1: En agosto de 2019, Giammattei informa que a pesar de que ya dio a conocer su gabinete de gobierno, se reserva los nombres de su gabinete de seguridad “por motivos de seguridad” (valga la redundancia). Los pocos observadores sociales con olfato de sabueso, intuíamos el costo político de dar a conocer la jauría que estaba atrás. Se habló de 74 militares de la vieja guardia durante la campaña, lo cual es suficiente para erizarle la piel a cualquier ciudadano medianamente informado sobre las graves violaciones a derechos humanos durante el conflicto armado interno y con una sensibilidad mínima en términos del humanismo más básico.
Acto 2: En ese mismo mes de agosto, declara Giammattei que el responsable del lapso de transición como coordinador, es el vicepresidente electo, Guillermo Castillo. Hasta este momento, todo bien. Incluso hubo apariciones y declaraciones públicas que ganaron simpatía por el candidato ganador, llegando a pensar que el carácter irascible del que hacía fama Giammattei, daba paso a la mesura, así como a un corrimiento de su extrema derecha, hacia una posición política menos extrema y abierta al diálogo.
Acto 3: El jueves 24 de octubre de este año, “los esqueletos salen del closet”. En un hotel en El Salvador y con la ausencia del presidente y vicepresidente electos, el mandatario “sin banda”, el general Roy Estuardo Dedet Casprowitz[3], anuncia en vídeo que se hizo público, que él era el portavoz de Giammattei y designado como coordinador de la transición. Lo más penoso del caso, no son las esperpénticas pintas de los ex golpistas y operadores del grupo Salvavidas[4], sino la forma tan burda de querer matizar el golpe de autoridad dado por ellos. Se dice que se filtró el vídeo, que había un acuerdo de confidencialidad con el gobierno salvadoreño que no se respetó, y que, aunque Giammattei y Castillo andaban por Taiwán, todo estaba avalado. Se imaginan si lo primero fuera cierto, que expertos militares en inteligencia y contra inteligencia se dejaron sorprender, ¡siendo precisamente los designados de la Seguridad Nacional, las del presidente y vicepresidente y sus respectivas familias!
Al presidente electo no le quedó otra que “apechugar” la zafada de alfombra y dos días después, lapso eterno en casos como este, el señor que llevará la banda presidencial santigua la asonada que le dio el poder real. Roy Estuardo Dedet Casprowitz, el asesor presidencial de Seguridad e Inteligencia, saca pecho y manifiesta con claridad quién ha mandado en VAMOS y quién mandará estos cuatro años. La cuadrilla de quienes fueron amos y señores en los turbulentos años ochenta, sirve de marco para una escena al mejor estilo de Joker.
Para aquellos que quieran conocer los perfiles de estos vetustos y oscuros personajes, sugiero algunas lecturas: https://elperiodico.com.gt/nacion/2019/10/29/los-militares-que-dirigiran-la-seguridad-del-proximo-gobierno/; https://nomada.gt/pais/entender-la-politica/giammattei-le-entrega-el-poder-a-su-propia-sandra-se-llama-roy-dedet/?utm_medium=social&utm_source=twitter&utm_campaign=20191028_pais_epolitica_giammatteientregapoderroydedet; https://cmiguate.org/gabinete-de-seguridad-e-inteligencia-de-giammattei-entre-militares-golpistas-aviadores-y-linea-dura/ Lo que quiero enfatizar es el regreso al pasado y, al menos, tres lecciones básicas que despejan las pocas dudas que se tenían:
- Las famosas bravuconadas quedarán para el folklore y el lucimiento de la banda presidencial en algunos actos. Ahora queda claro el mensaje al que se refería Karina Rottman en aquel famoso vídeo que se hizo viral. El ataque tenía una envoltura, pero el fondo era realmente, una vocería de estos personajes que estaban tras bambalinas y advertían “a tiempo”; y que ahora ya perdieron todo recato para que no quede la menor duda.
- El vicepresidente queda invisibilizado y prácticamente “fumigado”. No le queda ni la posibilidad de lucir la banda presidencial, pues ese es monopolio de quien firmará como “presidente”. Ya ni siquiera el futuro ministro de la Defensa puede reclamar espacio, pues Dedet ya evidenció que están cabales.
- Cuando Giammattei quiso tomar el liderazgo en Centroamérica[5], se le pegó a El Salvador, pero perdió de vista que Bukele ya le había dado cuatro vueltas a una piscina con pocos competidores.
Los españoles dirían: “Éramos nueve y parió la abuela”.
José Alfredo Calderón E.
Historiador
y observador social
[1] Mejor conocidos como “Los oficiales de la montaña”, quienes intentaron sendos golpes de Estado durante el gobierno de Vinicio Cerezo.
[2] Al respecto escribí dos artículos con todos los detalles de fechas jueves 18 y 25 de mayo de 2017 en la versión digital de Crónica.
[3] Piloto aviador y el más poderoso de los hermanos Dedet Casprowitz. Camilo Johanes es el secretario de organización de VAMOS, muy vinculado a los sectores militares ultra conservadores. El último es Pierre, compañero de promoción de Mauricio López Bonilla y Moisés Galindo y vinculado al desfalco del MINDEF en tiempos de Portillo.
[4] Así se conoció a la famosa Red de Alfredo Moreno ligada a la “Cofradía” (David Cancinos, Ortega Menaldo, Manuel Callejas). Junto al “Sindicato” de Otto Pérez Molina, los dos poderosos grupos criminales dentro del ejército.
[5] Quizá para compensar la falta de poder real en Guatemala o quizá con el sueño de equilibrarlo.