¡Por supuesto que la lucha debe mantenerse! pero adoptando formas más inteligentes y estratégicas, dada la disparidad de fuerzas y ausencia de condiciones para un levantamiento general organizado en el corto plazo. No solo no sucederá, sino que promoverlo, sí pone en peligro mayor a los pocos que se levantarían frontalmente contra un enemigo mucho más grande, organizado, planificador y que ostenta el poder en prácticamente todos los espacios importantes. |
José Alfredo Calderón E.
Historiador y analista político
Comentaba en mi artículo del jueves 3 de marzo recién pasado, sobre algo que podríamos denominar el síndrome del avestruz en las capas medias guatemalensis. Al igual que este singular animalito, muchos prefieren meter la cabeza en un hoyo con tal de evadir la realidad y prefieren ver todo color de rosa, por la influencia neopestecostal, las teorías individualistas de prosperidad y la subcultura de memes. Los menos adormecidos solo atinan a exigir que las críticas vayan acompañadas de soluciones a la chapina, es decir, mágicas e inmediatistas.
Está claro para aquellos de mediana inteligencia para arriba, que en el corto plazo, no hay salida posible. El grado de cooptación del Estado por parte de las mafias narco-empresariales está consolidado y las elecciones de 2023 serán el corolario de lo que afirmo. Ahora bien ¿quiere decir esto que todo está perdido y que ya no se debe luchar, como suelen cuestionar a boca de jarro los maniqueístas?
–Es que vos lo que querés es que todo se destruya para tener la razón– espetan estos singulares personajes reformistas cuya agenda depende de entretener la nigua[i] y seguir subsistiendo del cada vez menor financiamiento para sus entidades de papel.
–Si no estás a favor de las reformas (gatopardistas) que proponemos, es porque estás en contra y le hacés el juego a las mafias políticas– rematan estos malabaristas del cambio constante para que nada cambie de verdad.
¡Por supuesto que la lucha debe mantenerse! pero adoptando formas más inteligentes y estratégicas, dada la disparidad de fuerzas y ausencia de condiciones para un levantamiento general organizado en el corto plazo. No solo no sucederá, sino que promoverlo sí pone en peligro mayor a los pocos que se levantarían frontalmente contra un enemigo mucho más grande, organizado, planificador y que ostenta el poder en prácticamente todos los espacios importantes.
El mediano y largo plazo es el horizonte, sin descartar –en el corto– la denuncia nacional e internacional, así como focos de resistencia tácticos que golpeen sostenidamente, aunque no sea de forma contundente porque no se puede. Permítanme aquí, hacer una alegoría, si quieren, prosaica: Muhammad Ali, quizá el más grande de todos los boxeadores, sabía que enfrentar a mastodontes con mayor fuerza física que él, requería de una estrategia general y tácticas puntuales según el oponente. Famoso por volar como mariposa y picar como abeja, cansaba a sus rivales en varios rounds dando vueltas por todo el ring, efectuando burlas y performances provocadores en el proceso. Llegado el momento, sus golpes a rivales ya exhaustos, resultaban demoledores y definitivos.
Al igual que el boxeador citado, el pueblo organizado no puede asumir ninguna lucha con los ojos vendados y sin prepararse. Al igual que cualquier edificación, se inicia por los cimientos, los cuales, si están mal construidos, condicionarán la sostenibilidad del edificio. ¿Cuál es el cimiento (insumo) principal primario? LA CLARIDAD POLÍTICA, cuya ausencia, aún en sectores profesionales y académicos, da grima.
¿Quién es el verdadero enemigo a vencer? ¿Cuáles son las causas y cuáles los efectos? ¿Qué se ha hecho mal, que se puede hacer mejor? ¿Cuál es el principal objetivo de la lucha en el mediano y largo plazo? ¿Cómo se combina esto con las metas de corto plazo? ¿Se hizo un adecuado, puntual y oportuno mapa de poder? ¿Se identificaron pertinentemente los oponentes naturales y los quintacolumnistas que socaban desde dentro? ¿Se tienen las herramientas para desarrollar un plan efectivo? ¿Existe claridad sobre las acciones por hacer y las etapas por cumplir? Estas y muchas otras preguntas deben hacerse, obviando a todas aquellas personas cuya narrativa es el espontaneísmo y el activismo.
–Guate está sobre diagnosticada y ya mucha casaca (análisis)– expresan de forma grandilocuente, los expertos del hacer por hacer sin reflexión crítica que tome en cuenta lo estructural y la coyuntura en los momentos histórico-concretos.
¿Cómo se logra la claridad política? Mediante la formación científica, sistémica y permanente, basada en el método histórico-estructural. Sin este cimiento, resulta inútil cualquier etapa posterior.
¿Por qué esa formación debe ser independiente y desde la base? Porque “quien financia manda” y ya sea un personaje, grupo u organización con fines definidos, al margen de los intereses y necesidades de las masas, marcará la tendencia y producto final de esa formación. ¿Difícil lograr algo autónomo? Sí, pero no imposible.
¿Qué sigue? LA ORGANIZACIÓN, pero lejos de los sueños opiáceos de movimientos espontáneos y masivos, esta debe apuntar a grupos pequeños y, en donde existan las condiciones, grupos medianos. De esta forma, es más fácil la coordinación y la formación permanente, siendo los resultados más efectivos. Otro paradigma a deconstruir es que la organización deba empezar desde lo estrictamente político; lo fundamental es que las personas se vuelvan a encontrar y reconstruyan el tejido social, perversamente ya destruido. Lo comunitario y lo cotidiano debiera ser el eje inicial de encuentro y reflexión. Las necesidades e inquietudes simples y comunes aglutinan e interesan más y mejor, para luego, elevar la temática de discusión, lo cual, no se impone por agenda, sino por el devenir humano y social del intercambio.
Como corolario de esta amalgama ciudadana, está LA ARTICULACIÓN, algo más sencillo que el tan cacareado concepto de la unidad. Implica varias cosas, pero se puede decir que es lograr que los pequeños grupos ya organizados interactúen y empiecen a plantearse acciones de mayor nivel y envergadura. Sentar las bases, no solo de una interlocución mayor y francamente política, sino consensuar un plan de acción en el corto y mediano plazo. Para el efecto, es indispensable que la agenda común no exceda de cuatro puntos, ya que uno de los grandes fracasos ha sido, precisamente, pretender satisfacer a todos en todo, resultando un centenar de aspiraciones no esenciales que se pierden en los embelesos propios de la masividad sin organización ni claridad política.
Un insumo fundamental del que se carece, son los liderazgos que, con la guerra, se perdieron. Por ello, este proceso sistémico de formación debería apuntar a la detección de personas que, además de carisma, tengan los elementos básicos para convertirse en líderes que arrojen luz y muestren sus nobles intereses, así como talante ético.
Finalmente, serán necesarias fuertes dosis ego reductoras y un combate frontal al oportunismo, al ninguneo y la descalificación entre pares. Sembrando ahora, quizá en una década logremos vislumbrar progresos concretos.
La respuesta está en el movimiento de calle y NO en los partidos políticos. La historia actual de Chile debiera ser una lección de aprendizaje.
[i] Nuestros abuelos se referían con esta expresión a aquellos médicos mañosos que daban placebos a los pacientes para que siguieran llegando a su clínica a dejar su respectivo pago o bien les daban medicinas paliativas para que “la bendita nigua” siguiera dándoles de comer. Niguas: Son organismos (larvas) diminutos, de 6 patas y sin alas, que maduran para convertirse en un tipo de ácaro. Estos insectos se encuentran en el pasto alto y las malezas. Su picadura produce una picazón fuerte.