PROVOCATIO – Con o sin partido: ¡la enorme diferencia!

Al margen de nuestras preferencias partidarias e ideológicas, la defensa del voto democrático debe ser para los electos y el partido, aún si el voto no fue para los ganadores.  Y no olvidemos que el funcionariado golpista no seguiría tan envalentonado, si no fuera por el abundante apoyo financiero y político-administrativo del G-8, ni siquiera el CACIF. Me permito recordar, además, que sin claridad política (cimiento) no hay interpretación integral, organización efectiva y lucha sostenible. 
José Alfredo Calderón (Historiador y analista político)

Recientemente lancé una pregunta provocadora en Twitter sobre las implicaciones que tiene, para las autoridades electas, asumir con o sin partido. A pesar que indiqué que no se refirieran a lo obvio, lo ya dicho sobre la oposición y limitaciones en el Congreso, algunos lo replicaron nuevamente y nadie pudo ir más allá.

Una somera revisión en redes sociales manifiesta un maniqueísmo que oscila entre la banalización de las consecuencias y, por otra parte, una postura totalmente pesimista que no distingue entre suspensión y cancelación; ambas posturas, sin argumentación sólida de respaldo.

Las opiniones tomadas en cuenta para esta apreciación provienen de militantes y dirigentes menores de Semilla, afiliados y simpatizantes; así como personajes progres que simpatizan con una postura democrática, aunque no hayan votado por ellos.

Las opiniones que banalizan se basan, más o menos, en lo siguiente:

  1. El partido no es tan importante pues se puede armar otro.
  2. La suspensión solo dura 6 meses y se puede arreglar lo que sea.
  3. Hay antecedentes con el FRG, FCN, UNE e incluso con el oficialmente llamado por EE.UU., el narco-partido UCN, los cuales, aún suspendidos, siguen activos.
  4.  El problema se tiene únicamente en el Congreso al no poder ser parte de la junta directiva ni presidir comisiones de trabajo, aunque pocos advierten que tampoco podrán participar de las reuniones de jefes de bloque, donde se define la agenda legislativa.
  5. Lo importante es que asuma el binomio, los diputados y el Concejo Municipal electo; las decisiones las tomarán ellos y no el partido.

Las opiniones que absolutizan el tremendismo, relacionan –básicamente– que luego de suspender/cancelar el partido, sigue el desaforo de los recién electos y que se consolidará –en forma mecánica– el golpe, imponiendo al que quieren, sea alargando el período de Giammattei, o forzando la llegada de Manuel Conde. A simple vista, esto último no parecería descabellado, pero la forma en la que se plantea es muy básica, demasiado para mi gusto, diría yo. Si fuera tan simple, el golpe estaría consumado hace rato.

Quiero hacer énfasis a las opiniones que subestiman el daño infligido al voto democrático (que no democracia), al ya de por sí precario Estado de derecho y al clamor popular contra la corrupción.

La opinión consignada en el numeral 1, pierde de vista que uno de los pilares del Movimiento Semilla fue representar algo diferente y propugnar por un verdadero sistema de partidos políticos y no plataformas electoreras como tenemos actualmente. Subestimar la formación de un partido, así como regatear la dimensión que representa, abona precisamente a lo que tanto atacamos: el clientelismo, el patrimonialismo, el oportunismo y el espectáculo circense.

Recurro nuevamente a la definición de Maurice Duverger, el padre de la ciencia política, al decir que un partido político “es una institución de derecho público intermediaria entre el Estado y la sociedad”; como tal, no es nomás de “soplar y hacer botellas”. Así mismo, es importante destacar que los partidos políticos no solo son importantes para la democracia, sino que también son una herramienta fundamental para la participación ciudadana en la toma de decisiones políticas y la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

El sustento político-ideológico lo da el partido, pues de lo contrario, caemos en caudillismos y cultos a la personalidad: ríosmonttismo, portillismo, arevalismo, etc. La orientación queda entonces en manos de personas con las veleidades que eso pueda implicar o el excesivo peso que recaería en quienes, por muy capaces y talentosos, no aguatarían dicha carga. Estos argumentos también son pertinentes para el numeral 5.

En cuanto al numeral 2, se advierte una excesiva confianza sobre lo que dice el Art. 92 de la Ley Electoral y de Partidos políticos (LEPP): “La suspensión durará hasta un máximo de seis meses. Si dentro de dicho plazo el partido corrige la causal de suspensión, ésta deberá levantarse”. Se sigue acusando una ingenuidad bienintencionada, pero fatal, pues todos conocemos la realidad.  Los tiempos de ley los han irrespetado siempre y la joya de ejemplo para confirmar esto, es la Corte Suprema de Justicia. Sin embargo, las referencias abundan en otros casos.

Lo anterior está ligado al numeral 3, cuando se mencionan casos de otros partidos, conservadores y corruptos todos, que para nada pueden definirse como un símil de Semilla. Tengamos por seguro que la actuación del aparato administrativo, político y judicial del sistema no actuará de la misma manera con Semilla, cuando la consigna evidenciada es destruirlo y atacar, no solo a la organización, sino a sus principales dirigentes y funcionarios electos. Seguir pensando en términos legales ligados a un Estado de derecho, ha demostrado ser nada útil, pues los golpistas y toda la institucionalidad cooptada, se vale del Lawfare y las medidas fácticas.

Con relación al numeral 4, sugiero leer las limitaciones que plantea el Artículo 20 de la LEPP, pues la suspensión prácticamente los convierte en parias, tanto en el Congreso como en la dinámica político-social. Entre ellas están:

  • No participar en las sesiones del Tribunal Supremo Electoral y de los otros órganos electorales y de fiscalizar las acciones del Tribunal Supremo Electoral y a los órganos electorales temporales en el ámbito nacional;
  • No denunciar ante el Tribunal Supremo Electoral o ante el Inspector General, cualquier anomalía de la cual tengan conocimiento y exigir que se investiguen las actuaciones que vulneren las normas y principios de la legislación electoral y de partidos políticos; y la más grave de todas:
  • No podrán realizar proselitismo en época no electoral, entendiendo el mismo como las acciones y actividades de formación y capacitación, organización y difusión de su ideología, programa político, propuestas políticas, posiciones políticas, convocatorias y cualquier otra actividad referida al funcionamiento de las organizaciones políticas, así como su difusión en medios de comunicación.

Finalmente, quiero llamar la atención sobre la narrativa impuesta por el oficialismo golpista (empresAUrios incluidos) en torno a que el binomio y el partido son elementos diferentes. No es casual que muchos de los comunicados y opiniones públicas se centren en que los electos asuman, invisibilizando al partido. La perversa intención de esto debe advertirse en la mente de los sectores progresistas, pues el voto democrático fue para las personas electas, así como también para el partido Movimiento Semilla, por lo que suman un solo paquete.

Al margen de nuestras preferencias partidarias e ideológicas, la defensa del voto democrático debe ser para los electos y el partido, aún si el voto no fue para los ganadores.

Y no olvidemos que el funcionariado golpista no seguiría tan envalentonado, si no fuera por el abundante apoyo financiero y político-administrativo del G-8, ni siquiera el CACIF. Me permito recordar, además, que sin claridad política (cimientos) no hay interpretación integral, organización efectiva y lucha sostenible.

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