Ya en el ejercicio del gobierno, el primero en desmarcarse fue el presidente y luego sus allegados en el gobierno, abanderados por Jonathan Menkos, ministro de Finanzas y José Carlos Sanabria, diputado designado para cortarle las alas a un muy entusiasmado Samuel Pérez.
José Alfredo Calderón E. (Historiador y analista político)
En Guatemala, nadie cuestiona, o ignora a propósito, el modelo económico depredador, fuente de una de las más vergonzosas estructuras de desigualdad social en el mundo. Al respecto, basta revisar nuestros indicadores de desarrollo humano y los atrasos en áreas vitales como educación, salud, nutrición, vivienda, Estado de derecho, trabajo digno y un sinfín de variables.
En las elecciones pasadas, hubo un solo un partido que habló de la necesidad de refundar el Estado y transformar el modelo económico, lo cual propició la anulación de su binomio presidencial y del partido. Me refiero al Movimiento para la Liberación de los Pueblos. El sistema se une y blinda ante lo que ven como amenazas públicas que, aún sin posibilidades mínimas de triunfar, sientan precedentes incómodos para el “normal” desenvolvimiento de la actividad política. En términos electorales, no atentar contra la estructura económica de este bello paisaje llamado Guatemala, es un mantra elitario.
Por lo anteriormente expuesto, pasajes parlamentarios en donde sale a relucir #UnFuturoSinCacif, causan mucho revuelo, aunque no respondan a un programa político concreto y, mucho menos, a un proyecto histórico sólido para cambiar el domino estructural en el país. El alboroto dura menos que una celebración sin plata y más temprano que tarde, todo vuelve a su redil.
En la campaña electoral de 2023, el partido Semilla usó la narrativa de Un futuro sin CACIF, como una herramienta para separarse del resto de partidos. Recuerdo al diputado Samuel Pérez y al propio Presidente de la República hacer gala de esto. Mientras tanto, el sistema no reaccionó virulentamente, quizá por las escasas posibilidades reales que tenían en aquel momento, pues lo que vino después fue una sorpresa, que ha sido ampliamente comentada.
La escisión del partido en dos grupos terminó por confirmar una cuestión poco abordada: las graves fisuras internas que hicieron crisis en la convivencia partidaria. La socialdemocracia liberal que parece caracterizar a Raíces y la socialdemocracia conservadora de la línea presidencial oficial, chocaron y aunque finjan unidad coyuntural, está clara la división de cara a los comicios que están a la vuelta de la esquina.
El escenario de la disputa y quitarse las máscaras, se da con la aprobación de la Ley de Alianzas Público-Privadas. Más tardó Samuel y su grupo en revivir #UnFuturoSinCacif, que los llamados oficialistas en oponerse drástica y abiertamente. Siendo estos últimos solo 9 de 23, mantienen el control por su relación con el mandatario y los acuerdos con CACIF, entre otros.
Nadie que tenga dos dedos de frente puede negar la injerencia que, desde su fundación en 1957, ha ejercido la asociación de cámaras empresariales. Si bien su representación en casi 60 instancias no es indispensable para ejercer su dominio, esta presencia les ahorra operación política y les permite la presión más directa y rápida para ordenar decisiones disfrazadas de propuestas.
Independientemente del enfrentamiento interno partidario, es más que obvio el conflicto de intereses que representa la presencia de CACIF en este Consejo para decidir en torno a las alianzas público-privados. Es como poner a Drácula a cuidar un banco de sangre. Los empresarios aducen que deben estar presentes para velar por la transparencia en la asignación de obras, lo cual no deja de aportar su dosis de humor negro, pues los intereses gremiales que están obligados a defender, condicionan el favor de su voto hacia sus agremiados/ofertantes favoritos.
Otra justificación para pertenecer en este Consejo y la gran cantidad de instancias aludidas, es por el peso casi único que se arrogan como sector productivo, como si los miles de trabajadores, cooperativas, emprendimientos, economía informal y migrantes, no representaran nada. El flujo de remesas ya superó al conjunto de exportaciones del país; dependemos mucho más de estas, que de las acciones empresariales tradicionales que más bien se distinguen por prácticas de injusticia laboral, evasión fiscal, financiamiento electoral ilícito, contubernio con el Estado y nula empatía social.
Revisar la representación empresarial en tantos espacios es impostergable, pero la correlación de fuerzas no permite un planteamiento viable en el corto plazo. La campaña ya en marcha se seguirá centrando en las promesas incumplibles de siempre. La búsqueda del mesías añorado, tendrá un episodio más, con los resultados que ya sabemos pero que nos negamos –impotentes– a aceptar.
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