Fuera del país, nos ven como el país que le ha entrado fuerte a la lucha contra la corrupción y la limpia de la política. Incluso, más recientemente hemos creado la tipología entre vieja y nueva política. La lista de los cuestionables se va haciendo larga. De Baldetti a OPM, después Baldizón. A partir de ayer, parece que Sandra Torres pasa a la banca de donde difícilmente saltará de nuevo al equipo titular. A esos se suman los diputados antejuiciados, los proveedores, los impresentables. Qué sofisticación. De allí esa idea que somos ejemplos de renovación, con una ciudadanía activa y cuestionadora. La guinda al pastel la pone Jimmy Morales, considerado como la muestra del nuevo apetito por los outsiders, los salidos de la antipolítica…. Con ese mensaje se llena un cuadro aparentemente novedoso, que plantea el imaginario que esta Guatemala es otra. Los obsesivos llevan a plantear que estamos en una primavera a la chapina.El Renacimiento se queda corto.
Nuestra tradicional forma de ver las cosas, a cuenta gotas, por episodios, a pedazos se ve atrapada, fácilmente por esta construcción de nuevos símbolos. El reciclaje perfecto; la forma ideal para aceitar eso llamado sistema, para que adquiera ropajes nuevos, pero donde la maquinaria y los actores siguen siendo los mismos. La animadversión a la corrupción salta a la vista y logra conciliar, en la superficie, tanto a conservadores como a progresistas, a las generaciones de los mayores y también a las juventudes; mueve fibras de hastío de las urbes y de comunidades rurales. Pero corremos un grave riesgo: considerar que con la llegada de algunos nuevos rostros, a manera de maquillaje, las cosas cambiarán. De eso, a los cambios de fondo para cambiar rutas no solo hay enormes distancias, sino que, en realidad, son dos cosas distintas. A eso le llamo engaños colectivos, producto de episodios de catarsis, que después pasan al terreno político para que las sean encausadas en los carriles de siempre. La corrupción es un engranaje, motivado por los movimientos de una diversidad de piezas. Sustituirla por sí sola representa que el desgaste continuará, ya que la erosión es de la maquinaria completa.
Si J. Morales quiere pasar a la historia y dejar algún legado, debe plantear desde las siguientes semanas su impronta; es decir, sus apuestas de fondo. Eso de plantear, como marco de su Gobierno la agenda de Perogrullo, no abona; le pudo servir en campaña, pero eso quedó atrás. Ahora llega el momento de desprenderse de las rémoras, los lastres que han salido a luz y demeritan sus buenas intenciones. Si no lo hace de inicio, es porque no desea hacerlo; le conviene mantenerlas, con lo cual ratificará la hipótesis que su llegada al palacio presidencial no es más que una trama que la coyuntura generada desde abril permitió consolidar, pero no es más que un vendedor de leyendas. Por el contrario, si quiere trazar nuevas rutas, explorar salidas, plantear alianzas no tradicionales, proponer lo que los otros no se han atrevido, alejarse de los de siempre… pues bienvenido al tablero donde podrá mover piezas, y no ser una más, sujeta a los contubernios y convivencias más que tradicionales. Por ejemplo, de partida, dos elementos generan dudas: 1) ¿cómo y quiénes son los operadores territoriales que ayudaron a capitalizar un significativo electorado, en comparación a los resultados de la primera vuelta electoral? Solo conocedores profundos de lo local pueden provocar tales adhesiones. Es claro que ese logro no es producto solo de un actor; pero dentro del abanico de socios posiblemente participaron articuladores de partidos, como Líder; 2) ¿a través de qué jugadores intentará moverse en el terreno fangoso del Congreso, para tener algo qué decir en la negociación del presupuesto del próximo año? Eso paso no puede obviarse. Agentes libres hay muchos, pero dejarlos operar implicaría entrar al terreno de las extorsiones, vestidas de negociación. O entra a esas lides o se vale de actores externos, de fuera del Legislativo; pero en ambos casos, entrará a una dinámica real que probará las alianzas y claridad interpretativa de la realidad del presidente electo.
Recuerde que su margen de maniobra dependerá de su visión; manejo estratégico; capacidad de moverse en aguas turbulentas, y capacidad de
decidir.
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Si Jimmy Morales quiere pasar a la historia y dejar algún legado, debe plantear desde las siguientes semanas su impronta; es decir, sus apuestas de fondo.