«Defender la patria» en el cuartel o en el ciberespacio. «Prince», antiguo soldado del ejército chino, ha puesto sus habilidades de pirata informático al servicio del país, dispuesto a responder cuando se ataca al honor de Pekín.
Desde su pequeña oficina en Dongguan, no lejos de Hong Kong, este treintañero se presenta como uno de los oficiales de la «Alianza de los piratas rojos». Basta mover el ratón de su ordenador para tener a decenas de voluntarios a sus órdenes, asegura.
Pero «Prince», como se hace llamar, es más un cibermilitante que uno de esos oscuros piratas chinos temidos por los servicios de inteligencia occidentales.
Sus armas consisten en bloquear los servidores de las páginas web extranjeras consideradas hostiles o cubrirlas de banderas rojas.
Patriotismo
«De mi paso por el ejército me ha quedado el fervor patriótico», explica a la AFP el ciberactivista, que se niega a dar su auténtico nombre. «Los soldados desempeñan un papel patriótico en las auténticas batallas. Por eso he querido que ese sea mi papel en internet.»
El piratería informática es ilegal en China, pero durante años, el régimen comunista ha cerrado los ojos ante las actividades de la Alianza, uno de los grupos de hackers más antiguos y conocidos en el país.
«Estándares morales»
A mediados de la década del 2000, el movimiento contaba con unos 80,000 miembros, según «Prince», pero los efectivos se han diluido a medida que los «voluntarios», salidos del boom de la informática, eran reclutados por los servicios de ciberseguridad.
El propio «Prince» es programador informático de profesión. Su actividad de pirata es completamente voluntaria.
Los miembros de la Alianza deben tener al menos 18 años y hacer gala de «altos estándares morales», asegura».
En 2017, una ley sobre ciberseguridad reforzó las sanciones contra la piratería en China. Ahora es mucho más difícil trabajar en línea con identidad falsa.
«Pekín ve en estos cibermilitantes una herramienta que puede utilizar o vigilar», observa un analista de Recorded Future, una empresa estadounidense de ciberseguridad.
«Son tolerados tácitamente, mientras tengan en el punto de mira a los ‘enemigos de China’, no ataquen a organizaciones nacionales ni atenten contra la estrategia o la imagen del país», agrega este experto, que pide el anonimato por miedo a eventuales consecuencias.
EE.UU., Corea, Japón, en el punto de mira
Los «Piratas rojos» no tienen vínculos con el poder chino, asegura «Prince». Nada que ver, según él, con los piratas apoyados por el régimen, con la información, el dinero y el secreto que ello conlleva.
Pero existen pasarelas.
El cibermilitantismo ha creado una comunidad formada con técnicas de intrusismo informático, dice Scott Henderson, experto de la agencia de ciberseguridad Mandiant Threat Intelligence.
«Se trata de un vasto cesto de competencias al que puede recurrir el Estado», dice.
«Prince» se convirtió en un «pirata rojo» en 2005 tras descubrir su pasión por la informática cuando salió del ejército. «El deber me obliga a defender la soberanía del país en el ciberespacio», explica.
Desde su teclado asegura que no ataca a nadie y se limita a responder cuando su país está amenazado.
La Alianza tiene en el punto de mira a portales extranjeros desde finales de los años 1990 en respuesta a las crisis geopolíticas que implican a Pekín, como el bombardeo por la OTAN de la embajada de China en Belgrado en 1999.
Dos años después, los piratas rojos lograban colocar la bandera de las cinco estrellas y eslóganes prochinos en varios portales de internet en Estados Unidos tras la colisión de un aparato chino y un avión espía estadounidense.
Japón y Corea del Sur son también objetivos de su furia nacionalista. El último, por haber aceptado en 2017 la instalación de un sistema antimisiles estadounidense. Los servidores de varios portales internet surcoreanos fueron en aquel momento bloqueados.