Primer ministro iraquí en la cuerda floja mientras las calles se inflaman

Los líderes y los políticos negociaban el jueves el futuro del Primer ministro Adel Abdel Mahdi en Irak, donde la población sigue movilizada reclamando «la caída del régimen», tras un mes de sangrientas protestas que causaron más de 250 muertos.

Mientras continúan las negociaciones políticas, en particular en torno al presidente de la República Barham Saleh, las concentraciones en las plazas del sur del país y en la Plaza Tahrir de Bagdad no dejan de aumentar día y noche.

Los manifestantes, movilizados desde el 1 de octubre, con una interrupción de tres semanas para una peregrinación chiita, aseguran que no volverán a sus hogares hasta que «todo el régimen haya sido derribado».

En uno de los países más corruptos del mundo, donde los puestos se distribuyen en función de las confesiones y las etnias, el sistema político creado tras la caída de Sadam Husein en 2003 debe ser completamente rediseñado, afirman.

¿Hacia una resolución?

La mayoría gubernamental está dividida. Por una parte el turbulento líder chiita Moqtada Sadr, acostumbrado a las posturas populistas, presente entre los manifestantes. Por la otra Hadi al Ameri, jefe de los paramilitares partidarios de Irán, se ha alineado con Irán, que considera que el «vacío» conducirá al caos.

Ahora bien, la dimisión o la destitución de Abdel Mahdi, un independiente sin base partidista o popular, sólo puede pasar por el parlamento, encargado de quitarle su confianza y de reemplazarlo.

Desde el lunes, esta asamblea, que convocó al Primer ministro, se reúne diariamente. Sin embargo, hasta la fecha, el jefe de gobierno no se ha presentado.

El jueves, Saleh recibió en privado a los representantes de los principales partidos, informó a la AFP una fuente de su oficina, para discutir el futuro de Mahdi. «Nos estamos acercando a una resolución», añadió la fuente.

«Estamos cansados de la situación de los últimos 16 años», clama Salwa Mazher, a quien la AFPTV encontró en la Plaza Tahrir de Bagdad. «Todo va de mal en peor», así que hay que «arrancarlos a todos de raíz».

En Diwaniya, 200 km al sur de Bagdad, la movilización nunca había conocido tal magnitud informó un corresponsal de la AFP. El jueves, los estudiantes salieron a manifestar, al igual que los escolares y los profesores en huelga general, incluso los funcionarios de la mayoría de las instituciones.

En Nasiriya, Samawa y Amara se formaron nuevas concentraciones, según los corresponsales de la AFP. En Basora, ciudad petrolera del extremo sur, los manifestantes han bloqueado en varias ocasiones la carretera que conduce al puerto de Umm Qasr, lo que suscita preocupación por las importaciones, en particular de alimentos, según las autoridades.

Ya conocemos el final

La primera semana de protesta, del 1 al 6 de octubre, se saldó con la muerte, oficialmente, de 157 personas, sobre todo manifestantes muertos a tiros por francotiradores que el estado todavía no ha identificado.

El movimiento se reanudó el 24 de octubre. Cien personas han sido asesinadas desde entonces, según un balance oficial. En la noche del miércoles al jueves, la violencia volvió a la Plaza Tahrir. Un cohete cayó en la Zona Verde, cerca de la Embajada de Estados Unidos, matando a un soldado iraquí e hiriendo a tres, según fuentes de seguridad.

Sadr y Ameri «desean poner fin a la crisis», explica a la AFP María Fantappié, del centro de estudios International Crisis Group. «Pero sus necesidades son diametralmente opuestas y saben que será difícil ponerse de acuerdo sobre un sustituto» (para Mahdi).

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