Los titulares en torno al sistema penitenciario del país se han repetido a lo largo de los últimos 30 años: fugas, motines violentos, cárceles bajo control de los reos, corrupción y, más recientemente, extorsiones desde los centros de detención, en donde operan –literalmente– bandas criminales con amplia capacidad de maniobra.
Se crearon centros preventivos que no funcionan como tales, se diseñaron granjas de rehabilitación que convirtieron en facultadespara delincuentes y mejoran la eficiencia del crimen organizado, y se construyeron cárceles de máxima seguridad, no son más que vulgares presidios iguales o más inseguros incluso que los otros.
Las historias se repiten. Casi todos los ministros de Gobernación que han pasado desde tiempos de Vinicio Cerezo hasta el actual Gobierno, han reconocido las carencias, debilidades y hasta el fracaso del sistema penitenciario, pero nada se ha hecho para resolver una situación que afecta la cadena de justicia.
Los centros de detención, sin excepción, se han convertido en lugares a donde llegan los delincuentes… para seguir delinquiendo. Parece una exageración, pero no lo es. Los presos –ahora llamados privados de libertad– tienen pocas o ninguna posibilidad de rehabilitación derivada del sistema, más bien, sirven para mejorar sus conocimientos y técnicas para delinquir.
La cadena de justicia principia con la investigación criminal –a cargo de Gobernación y el Ministerio Público (MP)–, luego los procesos judiciales en tribunales y, finalmente, los condenados deben pagar sus crímenes en las cárceles, en donde se cierra el círculo. El fin, se espera que tras cumplir sus penas y pagar por los delitos cometidos, las personas recobren su libertad y puedan reinsertarse en la sociedad por estar rehabilitados. Eso no ocurre. Cuando en el mejor de los casos se cumplen a cabalidad los primeros dos eslabones de la cadena, la falla en el tercero está garantizada, y con el tiempo, encontramos en las calles a delincuentes que mejoraron sus capacidades delictivas en prisión.
Al igual que ha sucedido en materia de educación y salud, el desfile de ministros de Gobernación ha sido enorme, ytampoco se ha visto algún plan visionario para superar las múltiples deficiencias del sistema penitenciario. Como en aquellas otras dos carteras ministeriales, la corrupción y los intereses personales han prevalecido y los resultados entonces, saltan a lavista y nos afectan a todos.
Hay problemas como la sobrepoblación, que no tienen más solución que la inversión directa en construcción de nuevos centros penitenciarios, pero aun esto no bastaría, porque la estructura delsistema es inoperante y cede a los reos una cuota de poder tan grande, que permite que estructuras criminales puedan funcionar internamente y hacia fuera. El caso más dramático, por supuesto, es el de las extorsiones.
Es impresionante comprobar que cada ministro de Gobernación, cada Director de Presidios, se sorprende cuando comprueba que en las cárceles ni siquiera se tiene capacidad para evitar el ingreso de armas de fuego, armas blancas o celulares. Se sorprenden cuando se enteran del poder que llegan a tener algunos reos en el orden interno. Es penoso escuchar declaraciones de los funcionarios en este sentido, cuando es vox populi lo que sucede dentro de las cárceles, y en vez de sorpresa debieran demostrar determinación para solucionar el problema.
Los hechos recientes ocurridos en la Granja Penal Canadá, violencia y enfrentamiento entre pandilleros, son recurrentes y han cobrado ya demasiadas vidas, como para que nunca se haga nada.
Se han escuchado declaraciones defuncionarios que reconocen el poder y control que mantienen los reos –el caso Byron Lima es el más emblemático–, pero solamente en una ocasión, el cruento ingreso a Pavón, se ha intentado recuperar el control en los presidios.
Los sistemas carcelarios en el mundo son imperfectos, de eso no cabe duda, pero el nuestro alcanza niveles alarmantes, al extremo de poder ser incluido en la lista de los grandes problemas nacionales.
Muy pronto habrá nuevas autoridades en materia de seguridad. Ojalá que no sean de las sorprendidas, porque las noticias que estamos viendo son permanentes. Los motines, extorsiones, control en manos de reos, autoridades corruptas, falta absoluta de controles de ingresos, son cosa que todos sabemos y conocemos, por lo que cabe esperar que se pongan manos a las obras. Ojalá que dentro de un año, dos, tres y cuatro, no repitamos lo mismo.