La crisis del nuevo coronavirus en Italia «no ha terminado», advirtió el martes, durante la fiesta nacional, el presidente italiano Sergio Mattarella, quien elogió la «unidad» de su país frente a la pandemia.
«La crisis no ha terminado y tanto las instituciones como los ciudadanos tendrán que afrontar sus consecuencias y sus traumas (…)», advirtió Mattarella, quien dijo que la Fiesta de la República se celebra este año entre «sentimientos de incertidumbre y motivos de esperanza».
Al referirse a los sufrimientos de estos últimos meses, Mattarella señaló que en esta emergencia «Italia ha mostrado su mejor cara».
El presidente se dijo «orgulloso» de su país y destacó la «unidad moral» de los italianos frente al virus, este «enemigo invisible».
Este espíritu de unidad será «el motor del renacimiento», aseguró el jefe de Estado, cuyas palabras fueron saludadas por numerosos responsables políticos.
Este martes, la patrulla aérea acrobática italiana realizó un sobrevuelo de Roma dejando estelas de humo de los tres colores de la bandera italiana, verde, blanco y rojo.
Mattarella participará en la tarde del martes de un homenaje en memoria de las víctimas de la COVID-19, en la región de Lombardía, en Codogno, primera ciudad de Italia donde apareció el virus a mediados de febrero.
Aún traumatizada, pero impaciente por volver a la normalidad y relanzar su economía y el sector clave del turismo, Italia levanta progresivamente el confinamiento desde inicios de mayo.
Los comercios, cafés y terrazas reabrieron, al igual que la gran mayoría de monumentos y sitios históricos y turísticos, como la Basílica de San Pedro, el Coliseo, la Torre de Pisa, las catedrales de Milán y Florencia, los museos del Vaticano y otros.
Última etapa de este levantamiento de las restricciones, las fronteras reabrirán el miércoles, y los italianos podrán desplazarse libremente entre las regiones.
Según el último balance oficial, Italia registra cerca de 33.500 muertos en tres meses de crisis por la COVID-19, hoy aparentemente controlada.