Pocos se dan cuenta de algunos detalles que envuelven a una operación que ha permanecido ‘dormida’ durante una temporada para volver a retomarse.
Por arte de magia, como si en un ‘Deja vu’ nos encontrásemos, David de Gea vuelve a ocupar el primer plano de la actualidad del Real Madrid. El posible fichaje del portero español del Manchester United sobrevuela de nuevo el entorno del club blanco y de una afición que parecía haberle olvidado por completo y con razón. Primero, por la escasa información que se había tenido acerca de las relaciones entre el cancerbero y el Madrid tras lo sucedido al final del pasado verano. Y después, porque la temporada de Keylor Navas ha sido excelente y da de sobra como para dar por sentado que la entidad madridista ya no necesita al ex del Atlético de Madrid.
Pero el club no puede pensar lo mismo. Al menos, en lo que se refiere a descartar o no el fichaje. Es mucho más complicado. Todos recuerdan el bochorno que supuso para el club y su imagen al exterior el ‘no fichaje’ de un portero que tuvo al madridismo en ascuas durante todo el mercado estival de fichajes, y que se daba por hecho el pasado 31 de agosto hasta que, pasada la medianoche, se informaba de que había habido un problema de tiempos con los faxes.
Tras declararse en rebeldía de forma interna y apenas estar presente en la pretemporada de su equipo, De Gea se veía obligado a comerse su actitud y volver a enfundarse la camiseta de los Diablos Rojos, todavía preguntándose cómo había sido posible tal faena. Las consecuencias le salpicaron directamente: renovación forzosa para poder seguir jugando. En cuanto al Madrid, no pasó de ser ‘comidilla’ de las risas y las mofas durante algunos días, pero las buenas formas de Keylor mitigaron el ridículo. Y lo han hecho durante el resto del año.
Sin embargo, aquella fatídica noche dejó consecuencias, que sabemos con certeza justo ahora: según As, De Gea incluyó en su renovación, por mediación de Jorge Mendes (que fue parte activa en el fracaso del fichaje por parte del Madrid, al estar atendiendo a otros negocios el pasado 31 de agosto), que los blancos tuviesen la opción de contratarle por 50 millones de Euros este año y hasta el 15 de junio (el curso pasado habría costado 15). Además, el guardameta se asegura un sueldo de casi 12 millones por campaña si finalmente ficha, cosa que él sigue deseando fervientemente.
El marrón es tremendo para el Real Madrid. Tiene que sopesar, por un lado, el fichaje de un portero que es, sin lugar a dudas, uno de los mejores del mundo. Joven, español, y que le garantiza, salvo sorpresas o hecatombes, cubrir la portería del Bernabéu para los próximos 10 años. Un proyecto de símbolo, casi un ‘nuevo Iker’. Pero por otro, para hacerlo debería despedir de forma abrupta a un portero al que ya ninguneó el pasado verano y que no se ha quejado por ello, que ha completado una temporada exraordinaria y que ha sido clave en este final de curso, que se ha ganado el cariño de la afición y que también está entre los mejores del planeta, desde luego. ¿Lo malo? Su menor recorrido desde el punto de vista del futuro.
Haga lo que haga, el Madrid caerá en cierto descrédito. Será criticado. Pero las promesas son las promesas, y sería casi injustificable hacerle otra vez el feo a De Gea que, además, gusta más en las altas esferas del club que Navas, y ahí está la clave. En pocas ocasiones ha hecho caso la entidad a lo que reclama el viento del populismo y de las masas de aficionados. No obstante, habrá que ver cómo acaba la campaña para ver qué decisión definitiva se toma. La final de la Champions puede contar mucho.