¿Por qué algunas personas beben demasiado? Revelan el mecanismo que subyace al consumo compulsivo de alcohol

Un pequeño grupo de células nerviosas del cerebro determina que un individuo siga consumiendo alcohol aunque tenga consecuencias negativas, según un estudio realizado en ratas por investigadores de la Universidad de Linköping (Suecia) y publicado en la revista ‘Science Advances’.

Los científicos han identificado un mecanismo hasta ahora desconocido que podría ser un objetivo adecuado para el tratamiento con medicamentos.

«Descubrimos que un pequeño grupo de células nerviosas en una pequeña región del cerebro es la diferencia entre poder frenar de forma normal, como hicieron la mayoría de nuestras ratas, y no poder frenar», explica Markus Heilig, profesor de psiquiatría del Departamento de Ciencias Biomédicas y Clínicas y director del Centro de Neurociencia Social y Afectiva (CSAN) de la Universidad de Linköping.

Unos más vulnerables que otros

Un aspecto importante de la adicción es que sólo una minoría de los que beben alcohol desarrollan una dependencia. En otras palabras, algunas personas son más vulnerables que otras. Los investigadores han estudiado el mecanismo que subyace a uno de los comportamientos que caracterizan a la adicción, a saber, seguir consumiendo alcohol aunque tenga consecuencias negativas, un comportamiento que suele conocerse como «consumo compulsivo».

  • La toma de decisiones, como la de tomar otra copa o abstenerse, es compleja. El cerebro tiene un importante sistema de comportamiento dirigido y motivado.
  • Este sistema valora las cosas que consideramos gratificantes, como la comida sabrosa, el sexo y también las drogas, y nos impulsa a buscar más.
  • Pero también es necesario un freno para evitar que hagamos cosas que tengan consecuencias negativas. El freno equilibra la información sobre las posibles consecuencias negativas con la recompensa esperada.

Análisis

El primer paso en la búsqueda de los mecanismos moleculares que subyacen al consumo compulsivo de alcohol fue identificar la minoría vulnerable de individuos en los que estos mecanismos pueden estar en funcionamiento. Las ratas del estudio aprendieron que podían pulsar una palanca para obtener una pequeña cantidad de alcohol.

Al cabo de un tiempo, las condiciones cambiaban, de forma que recibían una descarga eléctrica junto con el alcohol tras pulsar la palanca. En este caso, la mayoría de las ratas dejaron de presionar la palanca para obtener más alcohol. Pero el freno no funcionó en alrededor de un tercio de las ratas, y éstas siguieron presionando la palanca para autoadministrarse alcohol aunque ahora se asociara con una molestia.

Para identificar el grupo de células nerviosas implicadas en el consumo compulsivo de alcohol, los investigadores utilizaron un marcador que se forma en los nervios justo después de que hayan estado activos. Encontraron una red de células nerviosas en varios lugares del cerebro, donde el núcleo de la red parecía estar en la amígdala central, un centro del cerebro que controla las reacciones de miedo y está implicada en los mecanismos de aprendizaje que van unidos al miedo.

Amígdala central

Hace tres años, el grupo de investigación publicó los resultados de un estudio sobre otro comportamiento asociado a la adicción al alcohol, a saber, la elección del alcohol en lugar de otra recompensa. Demostraron que este comportamiento también está controlado por la amígdala central. Los científicos pudieron activar y desactivar este comportamiento manipulando los mecanismos moleculares de esta parte del cerebro.

En el estudio que ahora han publicado, los investigadores identificaron un pequeño grupo de células nerviosas en la amígdala central, las células nerviosas PKCd-positivas, que promovían el consumo de alcohol en la vulnerable minoría de ratas, a pesar de las consecuencias negativas. Alrededor de un 4% de estas células constituían la red de células que estaba detrás del fracaso del freno de este comportamiento específico.

Cuando los investigadores utilizaron métodos moleculares avanzados para desactivar estas células, se restableció la capacidad de las ratas de abstenerse de autoadministrarse alcohol. Fue la enzima PKCdelta la que resultó desempeñar el papel clave. El descubrimiento hace esperar que esta enzima sea una posible diana para nuevos tratamientos farmacológicos.

«No esperaba que un grupo tan pequeño de células nerviosas fuera tan decisivo para este complejo comportamiento. Y no podía imaginar que sería posible demostrar tan claramente, manipulando estas células desde el exterior, que son las causantes del comportamiento», afirma Markus Heilig.

Nuevos resultados de otros investigadores sugieren que también los seres humanos y otras especies animales pueden dividirse en dos grupos con respecto a su capacidad para frenar el comportamiento de búsqueda de recompensas cuando puede tener consecuencias negativas.

Adicción

Markus Heilig cree que es necesario seguir investigando para identificar marcadores clínicos que puedan revelar si una persona tiene una vulnerabilidad individual para desarrollar una adicción, ya que un descubrimiento temprano podría hacer posible el uso de medidas preventivas.

«Debemos entender que la incapacidad de frenar un comportamiento que se está volviendo perjudicial es un importante factor de riesgo, y también mantiene la adicción una vez que se ha desarrollado. Debemos reforzar la capacidad de frenar la actividad de búsqueda de alcohol en las personas que corren un mayor riesgo de desarrollar la adicción, no sólo trabajando con su comportamiento, sino también desarrollando medicamentos que se dirijan a los mecanismos moleculares que están detrás del comportamiento», concluye Markus Heilig.

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