La candidatura presidencial de Donald J. Trump ha impresionado al Partido Republicano. Sin embargo el desenlace y cierra de las primarias en su partido son dignos del capítulo de una telenovela, ya que ahora sus mismos rivales y detractores han empezado a reaccionar.
En encuestas recientes con Hillary Clinton, el candidato se queda atrás en todos los estados clave, entre ellos Florida y Ohio, a pesar de los elevados índices de impopularidad de Clinton en los electores que podrían cambiar sus votos.
En los estados inclinados al partido democrático a lo largo del cinturón industrial, el cual Trump juró que regresaría a la columna republicana por primera vez en casi 30 años, su déficit es aun peor: Clinton le lleva ventaja por cifras de dos dígitos en Wisconsin, Michigan y Pensilvania.
Las encuestas sugieres que Trump es visto de manera tan negativa que podría hacer que estados republicanos anteriormente seguros, que por lo general son adicionales políticos a causa de su fuerte preferencia conservadora, se conviertan en competencias estrechas.
En Utah, su gran impopularidad con los electores mormones sugiere que un estado que ha sido republicano cada elección duranteed mio siglo podría terminar en juego. Los republicanos de ahí señalaron un encuesta de Deseret News del mes pasado de la que se ha hablado mucho —la cual muestra que Clinton tiene una ventaja estrecha por encima de Trump— y argumentaron que el estado será difícil de obtener para él.
Las encuestas al estilo de apuestas en esta etapa tan temprana son malos indicadores de los resultados de la elección, y ya antes los candidatos han dado un vuelco a la opinión pública. La política del país estadounidense se ha vuelto tan polarizada que es probable que ninguno de los contendientes se acerque a la derrota de 49 estados que sufrieron los demócratas en 1972 y 1984.
Pero sin un revés extraordinario ⎯o el colapso total de quien sea que se vuelva su oponente en la elección general⎯, Trump podría estar presionado a ganar más de 200 de los 270 votos electorales que se requieren para ganar.
Trump se ha vuelto inaceptable, quizá de manera irreversible, para muchos estadounidenses, entre ellos, la mayoría de las mujeres, los no blancos, hispanos, electores menores de 30 años y los que tienen carreras universitarias: los electores que dieron poder a las dos victorias del Presidente Obama y que representan el futuro demográfico del país. Todos lo ven de manera desfavorable con un margen de 2 a 1, según una encuesta reciente de The New York Times/CBS.
En algunos estados, Trump ha sorprendido a los republicanos alineados con las instituciones con el respaldo que recibe más allá de los hombres con menos educación que conforman su base. Aun así, su apoyo en el proceso de nominación, en el que unos 30 millones de personas votarían finalmente, podría verse disminuido en una elección general, cuando la concurrencia sea cuatro veces la que se tiene en las nominaciones. Con información de New York Times