El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, llegó el domingo a Uzbekistán, última etapa de una gira por varias exrepúblicas soviéticas para afirmar la voluntad de Washington de defender la «soberanía» de los aliados de Moscú y de hacer frente a la influencia de China.
Pompeo visitó Ucrania, que está enfrentada a Moscú, Bielorrusia y Kazajistán, estos dos últimos, miembros de una alianza militar y de una unión económica con Moscú.
Llegado en la tarde del domingo a Taskent, la capital uzbeca, Pompeo se reunirá el lunes con el presidente Shavkat Mirziyoyev
Poco antes, en Kazajistán, Pompeo pidió a la comunidad internacional que se implique más para frenar la represión de las autoridades chinas contra las minorías musulmanas de Xinjiang.
Según las organizaciones de defensa de derechos humanos, cerca de un millón de chinos musulmanes, en su mayoría uigures de Xinjiang, pero también kazajos, fueron internados en «campos de reeducación».
«Estados Unidos pide que todos los países se nos unan para exigir que cese (esta persecución). Solicitamos el asilo para aquellos que quieren encontrar refugio y huir de China», declaró Pompeo.
Pekín desmiente el dato de un millón de internados y habla de «centros de formación profesional», destinados a ayudar a la población a encontrar empleo y a alejar la tentación del extremismo religioso.
Un informe de parlamentarios estadounidenses acusó en enero a China de «crímenes contra la humanidad» en Xinjiang, donde las autoridades realizan una política de seguridad máxima en respuesta a los atentados contra civiles que son atribuidos a separatistas uigures.
Kazajistán mantiene relaciones estrechas con China. Pero esta exrepública soviética también se ha convertido en un lugar de movilización para las organizaciones que tratan la causa de las minorías musulmanas.
«Independientes y soberanos»
Antes de Uzbekistán y Kazajistán, Pompeo visitó el viernes Ucrania, donde aseguró a las autoridades del país que su país seguirá apoyándoles en la crisis con Moscú y contra los separatistas prorrusos del este del país. El sábado, prometió «avances reales» en la relación con Bielorrusia, el aliado más cercano de Rusia.
Antes de su visita, Pompeo afirmó que estos países que ganaron la independencia tras la disolución de la URSS «quieren ser independientes y soberanos» y aseguró que Washington cuenta con «ayudarlos a conseguirlo».
No obstante, el jefe de la diplomacia estadounidense reconoció «una gran presencia china y rusa» en Asia central, compartida entre cinco países con gobiernos a menudo autoritarios y poco respetuosos con los derechos humanos.
Kazajistán, rico en hidrocarburos y en uranio, representa la economía más poderosa de Asia central. Uzbekistán sale apenas de cerca de tres décadas de aislamiento con la muerte en 2016 del antiguo déspota Islam Karimov.
Washington lucha por conservar una influencia real en Asia central pese a la fuerte presencia rusa, que mantuvo bases militares, y encabeza una alianza militar y una unión económica y aduanera con varios países de la región que le aseguran una influencia constante, más allá de los lazos históricos y culturales.
Asia central está también muy ligada económicamente a China, que la incluyó en su proyecto comercial gigantesco de la nueva ruta de la seda.
Tanto Uzbekistán como Kazajistán han vivido cambios en la cúpula desde la última visita de un secretario de Estado estadounidense en la región, John Kerry en 2015.
En Kazajistán, Pompeo se reunió con el presidente Kassym-Jomart Tokayev así como con su predecesor Nursultan Nazarbayev, que se retiró el año pasado del poder, tras 30 años al frente del Estado.
En Uzbekistán, Pompeo se reunirá el lunes con el presidente Shavkat Shavkat Mirziyoyev, que emprendió ambiciosas reformas para desarrollar el turismo y atraer inversores al tiempo que mantiene intacto el sistema político autoritario de su predecesor.