Después de 20 años, la panadería Con Pane Rustic Breads & Cafe cerró sus puertas este mes luego de que las autoridades estadounidenses encontraran que en el establecimiento trabajaban ilegalmente inmigrantes.
Una pequeña ciudad de Nebraska perdió en abril del año pasado una planta de procesamiento de papas -y los beneficios que generaba localmente- tras una redada en busca de inmigrantes en sus instalaciones. A un restaurante de Nueva York le pasó algo similar en agosto.
Los granjeros aseguran que plantan menos, que recurren más a la automatización, abandonan algunos cultivos dejando que se pudra el producto o se plantean vender su negocio, y todo porque no encuentran suficiente mano de obra inmigrante.
A medida que la tasa de nacimientos en Estados Unidos cae y la falta de mano de obra empeora, la política del presidente Donald Trump contra los inmigrantes podría empeorar la situación para algunos negocios.
Trump y otros partidarios de endurecer los controles migratorios afirman que los trabajadores inmigrantes poco calificados compiten por los puestos de trabajo estadounidenses y provocan que los salarios caigan para todos los empleados.
Pero un creciente número de investigaciones sostienen lo contrario: prescindir de los trabajadores inmigrantes puede ser destructivo, ya que puede acarrear pérdida de puestos de trabajo, salarios más bajos, cancelación de inversiones y servicios menos asequibles, incluso para los estadounidenses.
Según Pew Research Center, alrededor de 7.6 millones de inmigrantes trabajan sin autorización en Estados Unidos, un 4.6% de la mano de obra del país, una cifra que se va reduciendo a pesar de que hay un demanda fuerte de estos trabajadores.
Los inmigrantes trabajan en el procesamiento de alimentos, la agricultura y la hostelería, así como en restaurantes, en la construcción y en el cuidado de niños.
Un estudio de Academia Nacional de Ciencias reveló en 2016 que había «pocas pruebas» de que los inmigrantes afectaran el mercado laboral de los nacidos en Estados Unidos.
Y Julie Hotchkiss, economista del Banco de la Reserva Federal de Atlanta, examinó los registros de empleadores y salarios del estado de Georgia y descubrió que las empresas que contratan a trabajadores no autorizados realmente pagan a sus empleados que sí lo están salarios más altos y permanecen en el negocio por más tiempo.
«Impacto neto positivo»
«Veo un impacto neto positivo por la presencia de estos trabajadores», dijo a la AFP, matizando que esta es su propia visión.
El trabajo para estadounidenses en realidad cayó un 0.7% en las comunidades donde las autoridades deportaron a medio millón de inmigrantes, principalmente hispanos, entre 2008 y 2015, según una investigación publicada en diciembre por economistas de las universidades de Colorado y California.
Los inmigrantes poco calificados a menudo «complementan» a los trabajadores nativos más calificados y legalmente autorizados, lo que permite a las empresas prosperar y emplear a más trabajadores en general, dijeron.
Un camarero que hable inglés, por ejemplo, perderá su trabajo si los cocineros y los que friegan los platos se van y el restaurante cierra.
Un constructor con calificación podría no hacer un trabajo sin la mano de obra poco calificada de los inmigrantes, necesaria por ejemplo para tareas preliminares como la demolición.
El envejecimiento de la población y la disminución de las tasas de natalidad en México, entre otros factores, significan que este vecino de Estados Unidos ya no es la mayor fuente de inmigrantes, dijo a la AFP Randy Capps, director de investigación del Instituto de Política Migratoria.
En cambio, los que llegan ahora provienen en gran parte de Centroamérica, entre ellos muchos niños y abuelos que buscan asilo y que no están en edad de trabajar, dijo.
«No estamos obteniendo la misma oferta de mano de obra de la migración no autorizada que teníamos antes de la recesión», dijo Capps.
Estos cambios en la oferta de mano de obra migrante pueden estar apareciendo en los datos económicos. Desde 2018, por ejemplo, el costo de la jardinería y el cuidado del césped, un servicio que los migrantes realizan con frecuencia, ha aumentado entre tres y cinco veces más que la inflación general, según las cifras del Departamento de Trabajo.
Los empresarios estadounidenses sostienen con frecuencia que los trabajadores locales no harán algunos trabajos que los inmigrantes sí hacen, como recoger cangrejos o sacrificar animales en plantas de alimentos.
Estadounidenses corrieron en agosto a ocupar puestos de trabajo en una planta de procesamiento de pollo de Misisipi después de que agentes federales atraparan a cientos de inmigrantes hispanos.
Pero no está claro si hubo suficientes solicitantes para ocupar todas la vacantes abiertas o cuánto tiempo aguantaron en su nuevo empleo.
Steven Camarota, investigador de políticas en el Centro de Estudios de Inmigración, cuyo trabajo ha sido citado por la Casa Blanca, dijo a la AFP que los trabajadores migrantes compiten por puestos con trabajadores estadounidenses poco calificados, especialmente aquellos sin diplomas de secundaria.
«¿Cómo resulta útil atraer a más trabajadores inmigrantes si todos estamos de acuerdo en que estamos tratando de mejorar las condiciones laborales, si estamos tratando de traer a algunas de estas personas de vuelta al mercado laboral?», dijo.