La policía nicaragüense retuvo este viernes a 13 opositores cuando se dirigían a la ciudad sureña de Masaya a llevar agua a un grupo de mujeres en huelga de hambre en una iglesia sitiada por la policía, informaron fuentes políticas.
Los opositores, que salieron en autobús de Managua, fueron detenidos por la policía en la entrada a Masaya, 30 km al sur de la capital, confirmó a la AFP Silvia Gutiérrez, portavoz del bloque opositor Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB).
Posteriormente, fueron liberados en Managua, sin que les permitiera llevar la ayuda a las once huelguistas que protestan así desde hace ocho días contra el gobierno de Daniel Ortega y demandan la liberación de más de 150 «presos políticos».
«Las botellas y galones de agua que llevábamos nos los confiscaron como si fueran armas de destrucción masiva», denunció Mario Hurtado, uno de los que viajaba a Masaya y hermano de una de las mujeres en huelga de hambre.
Entre los detenidos temporalmente estaban dos dirigentes de la UNAB, Juan Sebastián Chamorro y Violeta Granera, quienes tras ser interceptados por la policía fueron llevados a una estación de Masaya.
Un policía sacó de su puesto al chofer del autobús y condujo él mismo hasta la comisaría, donde les dijeron a los opositores «que tenían prohibido entrar a la ciudad y que si no se retiraban serían encarcelados en El Chipote», un antiguo centro de torturas en Managua, dijo la vocera.
Tras la advertencia, el grupo fue escoltado por la policía hasta Managua, donde se los dejó en libertad.
Con el grupo se encontraban algunas madres de opositores presos, entre ellas Tamara Zamora, madre de la líder estudiantil de origen belga Amaya Coppens, quien ya había sido detenida junto a 15 activistas el pasado 14 de noviembre después de intentar abastecer de agua a las mujeres en huelga.
«¡No tenemos miedo, estamos siguiendo la lucha de nuestros hijos y no vamos a parar!», exclamó indignada Zamora en conferencia de prensa.
Zamora dijo que el gobierno ha aumentado la detención de manifestantes para usarlos como fichas de negociación ante un posible diálogo con sus opositores, tras el fracaso en negociaciones anteriores.
La parroquia San Miguel, donde ayunan las mujeres, está rodeada por policías que impiden el acceso de agua y asistencia médica, así como de alimentos para el sacerdote Edwin Román, un crítico del gobierno quien se quedó en el interior como gesto de solidaridad.
La oposición urgió abrir un canal humanitario para asistir a las huelguistas.